Columna de Rafael Rodríguez Olmos
Una guerra dura y consistente
La
fracasada convocatoria a la marcha del 23 de enero por parte de la oposición,
ha debido darles una pista de qué quieren los venezolanos y cuáles son las
expectativas del voto no chavista, que es sin duda bastante alto.
Y
sin duda fue la gota que rebosó el vaso de quienes apostaban a ese fracaso
dentro de sus propias filas. Y generó, finalmente, el cisma que en estos
momentos vive la oposición, en donde algunos argumentan que la dirección de la
Mesa de la Unidad Democrática, perdió la brújula y la señales de por dónde
debía mantener su camino. No entienden que la brújula la tienen perdida desde
hace tiempo.
Ya
nadie da nada por Chuo Torrealba, ex militante comunista que medianamente
intentó darle forma a ese adefesio de la política que es la MUD, cuya principal
característica es la no sustentación de su crítica política al proceso, en
ideas, criterios, teorías y propuestas, sino en el soberbio mandato de “Maduro
se tiene que ir”. Ante la ausencia de un norte, ese Frankenstein de la política
terminó haciendo aguas, porque ni siquiera en la derecha es posible caminar en
un mismo sentido todo el tiempo, si el norte no está claro. Es decir, si todos
no están viendo la luz la final de túnel.
Vale
decir, lo que hacía el brazo derecho del monstruo, no era lo que pensaba el
cerebro, y lo que hacían las piernas, no era lo que miraban los ojos. Una cosa
hecha de retazos mal pegados, en cualquier momento se rompería. Es la razón por
la cual el propio Departamento de Estado reiteró a finales del año pasado que
prefería a que Nicolás llegara hasta el 2019. Entendió el conspirador
fundamental del Big Brother que el derrocamiento de Maduro sería un remedio
peor que la enfermedad. Porque ni siquiera en la derecha es posible conjugar
por mucho tiempo los razonamientos de gente como Ramón Guillermo Aveledo, Chuo
o Henry Ramos, con gente cavernaria como Freddy Guevara, David Smolansky,
Henrique Capriles o el propio Julio Borges, cuya idea de la política es una abstracción
de la realidad del país, apostando a un golpe de suerte para acabar con un
presidente de una república, pero ignorando todo lo demás, incluso que el
chavismo es una poderosa fuerza política, con todas sus imperfecciones y
errores, pero una maquinaria de alto calibre que no es posible aniquilar de la
noche a la mañana, mucho menos sin los recursos para ese combate.
Y
por si fuera poco, no contentos con los desastres continuos producto de sus
acciones desacertadas, ya comienzan a buscar candidaturas presidenciales, a
invertir recursos en giras y a fragmentar aún más a una derecha que en mi
opinión no sabe que lo es, que no tiene propuestas para el país y mucho menos
para sus propios seguidores.
Lo
he dicho muchas veces: la oposición no existe porque no es una estructura
política de peso y con raíces. Es simplemente una pandilla de tipos que se
apropiaron de la Asamblea Nacional y que insisten a toda costa en tumbar a
Nicolás. Hay tanta torpeza en ellos, tanta desesperación que no tienen
dimensión de lo que ocurriría si lograran su cometido: el baño de sangre que se
produciría, probablemente no tendría freno.
Una
oposición es una estructura política. Deberían leerse un libro que en mi
opinión es uno de los mejores tratados de política que se han escrito en
Venezuela: Venezuela, política y petróleo, cuyo autor, Rómulo Betancourt, era
uno de los más claros líderes de la
derecha mundial. Allí aprenderían política. Y deberían entender por qué el
líder, conocido como el “Mapurite de Guatire” insistía que en cada pueblo del
país debía existir una sede de Acción Democrática. Sabiamente cimentaba las
bases políticas de un partido que le desgració la vida al país por 50 años.
Esta es una oposición sin calle porque la gente no les cree, sin militancia
porque ya no tienen dinero para pagar. No tiene hombres y mujeres entregados y
comprometidos con algún ideal simplemente porque no hay ideales. No es capaz de
hacer una concentración, ni de montar un acto político de masas. No es capaz de
convocar a una junta de condominio. La oposición es un jinete sin cabeza que se
montó sobre un caballo galopante y sin freno. Erróneamente insiste en acabar
con Maduro.
Una
vez más están jugando a la instigación para despertar la iracundia de la gente
y que sea el gen de una espiral violenta sin fin. Es decir, la multiplicación
de la estupidez. Insisten en no entender que no puede haber violencia sin la
presencia de Rondón, y Rondón aún no ha peleado por una razón elemental: aún
56% de los venezolanos apuesta a la esperanza. Y allí hay una razón histórica:
Rondón ha hecho cola por 200 años. Seguirá haciendo cola mientras tenga la
posibilidad de comprar productos, aunque sea poquitos. Y si se logra consolidar
los Clap como una política de Estado, la MUD terminará siendo la fiesta de los payasos.
Torpemente,
la oposición insiste en no entender que no es posible avanzar sin el apoyo de
Rondón –que es mucho más complicado de lo que suponen- y sin la participación
de la Fuerza Armada, que es el otro elemento a tomar en cuenta. Y aunque
hubiera alguna disidencia en el sector militar –que lo dudo- la Fuerza Armada
no está dispuesta a apostar a perdedores. Este importantísimo sector del país,
le es imposible ver en esa oposición un factor de poder convincente que los
convoque a conspirar. De hecho, son el poder. Pero además, si están ganando
dinero a manos llenas, porqué se habrían de molestar con conspiraciones e
intentos de golpe.
Todos
estos hechos me obligan a insistir en mi tesis según la cual los ataques contra
el gobierno de Nicolás, ahora vienen de afuera. La guerra será dura y
consistente. No hay que perderle pista a las declaraciones de los nuevos
funcionarios estadounidenses, ni a los parlamentarios, algunos de los cuales ya
han declarado que es menester analizar la situación de Venezuela. En lo
personal, no tengo dudas de que el tema de la OTAN en Colombia, tiene que ver
directamente con Venezuela. No olvidemos que el zarpazo a Libia surgió de
Europa y la acción militar fue de la OTAN, con la conspiración de Estados
Unidos por supuesto. No olvidemos que Rusia insiste en su preocupación sobre
hechos de violencia en Venezuela. En ese caso, la oposición será utilizada como
chivo expiatorio. Les ordenarán matar a alguien, sabotear cosas, quemar bienes
del Estado y hechos que denoten violencia, mientras las cartas duras se juegan
aguas abajo, allende esta nación bolivariana y chavista. Viva Chávez.

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