Columna de Rafael Rodríguez Olmos
Dolarizados hasta los Clap
Este sábado 14, caminando
por la avenida Bolívar de Valencia, me detuve en una tienda donde venden
colchones porque estaban viendo el partido Bélgica-Inglaterra. Mientras veía el
partido, le pregunto al vendedor por un colchón de 1,90 metros por 1,40 metros.
Yo pensé que por el tema de la inflación debía costar unos cien millones.
Cuando el vendedor me dijo el precio, no lo podía creer: 679.000.000 de
bolívares ¿En serio, hermano? Le
pregunté. Con una sonrisa de ironía y de incredulidad también, me comenta, “sí,
pero allí está el King, vale 1.050.000.000”.
De inmediato reflexioné,
qué trabajador, mejor dicho, qué asalariado, tiene 1.050.000.000 para darlo por
un colchón. Incluso, si usted lector, que debe estar asombrado al igual que yo
con esta barbaridad, tiene 2.000.000.000 de bolívares guardados, ¿daría la
mitad para comprar un colchón? Porqué ese precio tan carente de la realidad.
Simplemente porque está dolarizado, como está dolarizado todo el país.
Salí de la tienda con la
cabeza dándome vueltas. ¿Qué ocurre con la gente que no tiene colchón –me
pregunté-, o que se gastó el que tenía, o una pareja nueva que piensa vivir
junta?
Del tiro ni seguí viendo
el juego, que por cierto iba a Bélgica.
Pero diagonal a la venta
de colchones, allí al lado del liceo Pedro Gual, está una venta de motos
¿recuerdan las motos Vera? Aquella que decía socialista. Una moto sencilla que
podía tener todo trabajador. Pues el propietario, un santero muy amable, me
dijo que costaba 2.789.000.000 de bolívares. “Bueno, también está esta que
cuesta 850 dólares, pero sólo en dólares”, me comentó de inmediato. Y para
seguir la perplejidad, le pregunté “y esta usada cuánto vale”. Sin inquietarse
mucho, de la manera más normal me dijo “si me la compras ya, te cuesta 700
dólares. Mañana en la mañana el precio es otro”.
El tema de las motos Vera
lo conozco bien. Estuve cerca del proyecto por un tiempo. Las personas que nos
reuníamos estábamos orgullosos. Incluso, ilusamente vimos la cercanía del socialismo
porque considerábamos que ese proyecto era una forma de empoderar al pueblo de
los recursos del petróleo. Era un proyecto casi personal de Chávez. Lo explicó
en muchas oportunidades. La idea era que todo trabajador tuviera una moto como
una forma de transportarse a sus labores y regresar a su casa temprano para
estar con su familia o dedicarse a otras actividades como ir a estudiar en la
noche. Exponía la necesidad de que esa fábrica de motos se multiplicara, con la
instalación de varias fábricas en todo el país; incluso que su fabricación se
simplificara para venderles a los trabajadores a precios accesibles. Pero,
además, Chávez habló de planes de crédito para los trabajadores, a ser
descontado por el patrono, directamente de sus salarios. Las primeras costaron
cinco millones de antes, es decir, unos cinco mil bolívares de ahora, sí, ese
billete verde que tiene usted en el bolsillo. Recuerdo que Hugo se hinchaba
cuando hablaba de los trabajadores y la solución a su problema de transporte.
Qué diría si supiera que una de las niñas de sus ojos, las motos Vera, es
absolutamente inaccesible a cualquier asalariado, así gane 50 millones
mensuales. Y todos sabemos que ese salario no existe.
Golpeado por esa
realidad, me fui a la avenida Las Ferias, una de las cinco arterias más
importantes de la Gran Valencia. Es el sitio por excelencia de los bachaqueros.
Allí se vende de todo, incluyendo drogas y todos los productos de las cajas
clap. He denunciado a jefes de Ubch que pagan hasta 50 cajas y no las dan a sus
comunidades, cuyos productos les entregan a los bachaqueros. A uno de ellos,
quien tenía exhibido el contenido como de diez cajas clap, le pregunté: “Cuánto
cuesta la bolsa de leche, viejo”. Me dijo con un cinismo y una expresión de
poder, que asombra “un kilo de leche, un kilo de arroz y un kilo de harina por
dos dólares”. Asombrado le comenté “ah mierda, ya no es en bolívares”. “En
bolívares son ocho millones”, me dijo. Es decir, que los productos de las cajas
clap, que el gobierno compra en dólares, también se venden en dólares, porque
incluso salen más baratos.
Todo el mundo sabe que
las leyes de la economía, funcionan así. Las de la economía liberal, o
neoliberal quiero decir, porque la realidad sea dicha, no existe una economía
socialista. Y las pocas que se han intentado aplicar, han sido un completo
fracaso, el más estrepitoso: la URSS. Es una dinámica que no es posible
enfrentar con represión. Se necesita generar una propuesta alternativa que la
contrarreste. Y no hay ninguna vía que no sea la reactivación de la producción,
tanto del agro como de las fábricas, que es la primera fase para quitarle el
signo menos al PIB.
Todos sabemos de la
incompetencia del gobierno para elaborar una política económica. Durante todo
el gobierno de Maduro no han podido. Pero se necesita con urgencia. El mundo se
está complicando mucho más de lo que está. La recesión viene en camino. La
producción de alimentos en el mundo, disminuye, por lo que las importaciones se
harán cada vez más difíciles. Todo apunta a que en 2019 habrá una hambruna
mundial para la que los dirigentes del orbe no se han preparado. Los expertos
comienzan a hablar del tema con preocupación.
La tragedia en Venezuela,
es la competencia entre los que no sirven para nada, y los que se roban todo.
Más los que tienen el poder y el control de todo para negociar todo. Pero todo
indica que se agotaron las posibilidades, y que, de no subir los precios del
petróleo, será muy complejo alimentar a la población, con una inflación cada
vez más agresiva, cierre de industrias y escasez total de los productos más
elementales. Poco a poco el país se va quedando en la oscuridad. Cierra sus
puertas a las cinco de la tarde por el temor a la inseguridad. Prende la
televisión si hay luz, cena si tiene que cenar y se acuesta a dormir calladitos
la boca. Un amigo me comentaba que conversando con su esposa a las diez de la
noche, acostados en la cama, apareció el tema del sexo. “Rafael, sacando cuenta
–me dijo-, llevábamos tres meses sin tener relaciones. Lo más impresionante es
que no tenemos problemas de ese tipo, pero todos los días conversando de los
peos, de los chamos, del futuro, de qué comemos mañana, de qué podemos comprar,
no sólo se nos olvidó excitarnos, sino que hasta perdimos las ganas. Mi esposa
se puso a llorar del tiro”.
No me extraña el relato
de mi pana. El 95% de la población debe estar pasando por lo mismo. Antes de
irse, apaguen la luz, si es que hay electricidad.
Caminito de hormigas…
Complicidad. La aparición de los negocios que compran
cobre, bronce, plomo y otros minerales, son inversamente proporcionales al robo
de cables telefónicos y tendidos eléctricos. ¿Me van a decir que eso no es
complicidad con funcionarios del gobierno?... Increíble. Hasta un
millón de bolívares están cobrando por una bombona de gas. La complicidad de
los llenadores, con bachaqueros y la guardia nacional (quién dijo que
bolivariana), es de antología… En el
rebusque de todo el mundo, un amigo fue a comprar queso a Guárico. Lo
pagó a 400 mil el kilo. Entre Guárico y Valencia, dejó en las alcabalas de la
GN, casi cien kilos. ¿Ahora entienden por qué un kilo cuesta en Valencia 6
millones de bolívares?... No tienen. Porque no hay policías o
no acuden cuando se les llama, simplemente por no hay cauchos, ni aceite, ni
baterías, ni repuestos. Los cementerios de patrullas son para coger palco. Con
decirles que no tienen ni balas. Más de uno carga las pistolas vacías.
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