Columna de Rafael Rodríguez Olmos
Las confesiones de María Corina
Las
confesiones de María Corina Machado Parisca debieron despertar un alboroto
mayor del que se produjo. No porque no supiéramos que esa es una vieja táctica
del imperio, la de doblegar por hambre a los pueblos que no se someten a sus
designios. Cada vez sabemos más de las barbaridades que ha cometido el Big
Brother en donde ha puesto su bota inmunda a lo largo de la historia.
Barbaridades que incluyen hasta experimentos biológicos, incluso con su propia
gente. Y donde se ha puesto de manifiesto con mayor crudeza esa barbarie es en
los países africanos.
Pero
tenemos varios ejemplos a la vuelta de la esquina: Perú, República Dominicana,
Chile y ahora Venezuela, que como no pudo ser doblegada como “amenaza
extraordinaria e inusual”, pues entonces hay que matarnos de hambre. Creo que
comenzamos a acostumbrarnos a esa dura batalla a la que nos tienen sometidos.
Pero no
fue cualquier persona quien dijo que el plan era matarnos de hambre. Fue una
Machado. Nada menos que uno de los representantes más inefables, morsales y
rubicundos de la oposición. Es miembro de una de las 20 familias que son
propietarias de Venezuela desde hace doscientos, ojo, y que lo siguen siendo.
No se toman a la ligera las cosas que dice un amo del valle. Cuando ella lo
expresa, es porque el tema en cuestión, sin duda, ha sido motivo de
conversación en más de un encuentro de familia, empresarial y diplomático. No
es que María Corina y sus pandilleros de Súmate y Soy Venezuela, fueron los
planificadores de la matanza de hambre. Para nada. Esas cosas no la planifican
ineptos y torpes. María Corina simplemente está diciendo que un poderoso sector
de la burguesía venezolana, que obviamente tiene apoyo en un sector militar, en
el clero, en el empresariado venezolano y en un montón de ingenuos del pueblo
que se comen los cuentos que les mete la ingeniero, tiene entre sus planes
doblegar por hambre al país. Eso no es cualquier cosa.
Y de
paso, tampoco tengo dudas de que un sector de la dirigencia chavista estaba
informado de eso. De lo contrario tendríamos que decir que nuestros servicios
de inteligencia no sirven para un coño.
No hace
falta ser muy inteligente para entender que la unión de estos factores, nos
conduce a situaciones extremadamente peligrosas. No puede haber un acto más
terrorista que usted tenga el dinero para comprar un pan dulce, pero al
panadero no le da la gana de vendérselo. Ese es parte del boicot que sufre el
país: están los dólares para comprar la materia prima, el barco cargado con el
pedido está en las costas venezolanas, pero el banco no acepta los dólares
venezolanos porque están llenos de mierda. Eso no es nada nuevo. Hace años leí
sobre el caso de un barco cargado con televisores coreanos que debían ser entregados
en Estados Unidos. Cientos de miles de televisores. Pues simplemente el
cargamento fue devuelto porque los aparatos tenían un microcomponete que llevaba
estaño cubano. Eso significó que los coreanos debieron pedirle los dólares que
habían pagado por el estaño a los cubanos. Ya pueden imaginar lo que significaba para esa
revolución desprenderse de un dólar. O cuando la CIA borbardeó una bacteria que
enfermó la producción porcina de la isla y debieron sacrificar millones de
cochinos. Conozco anécdotas in situ tremedamente jodidas y cómicas a la vez,
como el caso de la prohibición de matar animales sin permiso, pero la sapiencia
popular encontró la formula: le cortaba el rabo a las vacas y las curaban. La
mofa popular de las vacas sin rabo de Cuba se narraban en “camellos”,
autobuses, trenes y caminatas, con una descarga de risa. El hambre despierta el
ingenio.
Si algo
deberíamos aprender, es que el imperio no hace movimientos a lo loco, aunque lo
parezca. La gente no debe creer que si Trump lo dice, eso es. Trump dice lo que
sus asesores dicen que diga. Saben calcular bien y saben calcular con
anticipación. Me refiero a los movimientos en el gabinete del nefasto
presidente estadounidense. Allí no hay casualidad porque la casualidad no
existe. Y la dialéctica nos enseña que a veces dos y dos no son cuatro. Por
ello no es caprichosa la declaración de María Corina. ¿Qué quiso decir? deberíamos
preguntarnos, más allá de morirnos de hambre.
Ciertamente
el enemigo no juega carritos. Y lo único que ha detenido una acción militar
gringa, es que estamos bajo las alas rusas y chinas. De lo contrario hace
tiempo que Maduro hubiera salido del poder y miles estaríamos presos si no muertos.
No hay nada en la experiencia de la historia que indique una suerte distinta.
Por menos que la osadía de Venezuela, mataron cientos de panameños cuando
apresaron a Noriega; por un montaje palurdo, mataron a miles en Granada,
incluyendo el asesinato de Maurice Bishop; y eran, en todo caso, dos pedacitos
de países. Imagine lo que harían si entran a Venezuela, el país con las mayores
reservas petroleras del mundo, pronto las mayores de oro, Coltán, Torio, agua
dulce y paremos de contar.
Esa es
la apuesta de la oposición. No hay nada nuevo en ello. No saben de política y
no son políticos. Son comerciantes, mercenarios. Su problema ahora es acabar
con un gentilicio llamado chavismo, que se les hace cada más una espina en el
zapato. Y Hugo lo dijo muchas veces. Incluso atinó más de una al decir por
dónde vendría el enemigo, qué haría y cómo lo haría. No fue un simple empeño el
tema de las reservas alimentarias de tres meses que por primera vez se
almacenaron el país, las que un incompetente general de república dilapidó en
menos de lo que canta un gallo sin reponerlas.
Chávez
lo advirtió muchas veces. Dijo lo que nos iba a pasar y lo que haría el
enemigo. Pero como siempre, nadie le hizo caso y el país no se preparó para lo
que estamos viviendo. Ahora sabemos, dicho por sus propios representantes todo
lo que ha denunciado el gobierno en cuanto al tema de la guerra económica. Lo
que no entiendo, es la incompetencia del gobierno para enfrentarla, su
incapacidad para elaborar una política económica, poniendo al país a vivir bajo
la éjida del síndrome de Eudomar Santos.
La
crisis que vive el país no puede detenerse con paños calientes. Tanto las cajas
Clap como los bonos que entrega el gobierno, son actos de mendicidad, no
políticas económicas. Son los sacos de cemento y planchas de zinc de los
adecos. No tienen nada que ver con la reactivación económica, y mucho menos con
eso se enfrentará la guerra económica. Tampoco ocurrirá con el nuevo cono
monetario que no es otra cosa que una forma de recoger dinero. El país necesita
políticas y de manera urgente y no pueden dejarse para después de las
elecciones.
Porque
a final de cuentas, no sabemos en qué más están pensando o planificando María
Corina y su pandilla.

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