Columna del General Seijas Pittaluga
Renovar,
relegitimar
Lo
menos que uno puede esperar de la dirigencia política actual es que sea
consistente en sus proposiciones. Pero
no es el caso. ¿Cómo es eso de que no
debemos votar en las venideras elecciones de alcaldes porque no se puede
confiar en este CNE ya que es tramposo y está vendido al régimen —había escrito
“regalado”, pero ya se sabe que con esas “honorables” señoras nada es gratis—,
pero sí deberíamos sufragar en las presidenciales que algún día (vaya usted a
saber cuándo) supuestamente va a convocar este mismo CNE? Que las cuatro reptoras no son
independientes, que son fichas del PUS y que harán todo lo posible, legal e
ilegalmente, para favorecer a sus copartidarios, lo sabemos desde el día de su
nombramiento. Y aun antes, desde su mera
postulación, porque “renunciaron” a su partido solo la víspera.
Pero
el viejo adagio explica que con los bueyes que se tiene es con los que hay que
arar. ¿Que son arteras?, sí; ¿que van a
halar la brasa para su sardina?, sí; ¿que nos la van a poner difícil
trasladando las mesas donde predomina el voto opositor para el topo de un cerro
cundido de malandraje?, también. Pero
hay que ir a votar porque si no, lo que estaríamos haciendo es regalarles 330
alcaldías a los rojos. Votemos, aunque
sea para que se vean en la necesidad de activar sus tramposerías, para que
tengan que movilizar a sus colectivos para amedrentar a los votantes y los
testigos de mesa, para que tengan que, en hora nona, aparecer los tenientes del
plan república (minúsculas ex profeso) con los fulanos pen-drives “porque falló
la transmisión electrónica”. Solo así,
sufragando y desenmascarándolos, es como van a quedar más al desnudo ante las
escenas nacional e internacional. Cada
vez que votemos, estaremos clavando un clavo en el ataúd rojo.
Votemos
y veamos cuántas alcaldías podrán escamotearnos. Algunas nos quedarán. Un indicio de que podemos quedarnos con unas
cuantas está en el hecho de que ellos (ellas) están repitiendo el guion de las
anteriores: convocar para elegir a las ramas ejecutivas del poder regional pero
no a sus poderes legislativos; si ganaba un opositor, la iba a tener muy
difícil con su consejo legislativo (prorrogado sine die) en contra. Esa es otra que nos debe la robolución. Con las venideras, aceptaron postulaciones
para alcaldes, pero para los concejos no dicen nada. Sospechan que vamos a ganar más de una
alcaldía y también —con las concejalías “prorrogadas” por la generosidad de las
cuatro arpías— buscarán que fracasen los recién elegidos alcaldes. Si es que los dejan posesionarse, porque más
de uno se negará ir a arrodillarse ante la constituyente cubana y le pasará lo
que a Guanipa.
Hay
que añadir un ingrediente: la decisión de pedir la abstención fue una
resolución más de los cogollos caraqueños en contra de la provincia. Se les olvida que en estas elecciones los
liderazgos locales tienen mucho peso. En
cada población interiorana hay dirigentes reconocidos por la ciudadanía,
independientemente de que sean bien o mal vistos por las cúpulas
capitalinas. Creo que los patiquines
caraqueños debieran desempolvar esa estupenda guía, escrita hace más de veinte
años, por Tip O’Neill, miembro de la Cámara de Representantes por más de
treinta años y su presidente por diez: All
Politics Is Local. Él dijo alguna
vez que el éxito en política es una combinación de valores e instintos. Con mucho pesar debo admitir que yo creo que
ambos están ausentes en muchos de los dirigentes nacionales actuales. De los
dos bandos. Que unos están muy ocupados tratando de mantenerse en el poder, y
los otros buscando reemplazarlos, para dedicarse genuinamente a tratar de
resolver los problemas del país de manera que este tenga futuro promisorio, que
vea y viva el progreso.
Yo
no veo otra solución para que Venezuela prevalezca sino que, casi simultáneamente,
renuncie el ilegítimo porque tendrá que admitir que el cargo le quedó inmenso y
declinen los altos dirigentes de los partidos opositores. Sangre nueva hay a montones para
reemplazarlos, con inteligencia, capacidad y sacrificio demostrados; muchos de
ellos —a diferencia de los cogollos actuales, solo formados en el “ensayo y
error”— perfeccionados por los cursos de Lidera, el programa creado para formar
genuinos líderes y que lleva varios años en esa loable tarea. Tanto representan estos muchachos una
generación de relevo bien capaz, que el régimen ha mandado a inicua prisión a
algunos de ellos. Solo menciono a uno,
un querido amigo de mi familia: Carlos Graffe, a quien le mando un fuerte
abrazo y el reconocimiento a sus casi diez años de quehacer con denuedo,
especialmente en el sur de Valencia.
Gente
como él abunda en el país; jóvenes con ideales y bagaje conceptual, repito, que
deben ser quienes renueven las cúpulas partidistas y relegitimen los cargos
públicos. Venezolanos que sean capaces
de convocar a los más capaces, de articular a la intelectualidad, de educar de
veras a sus conciudadanos. En fin, que
creo que Venezuela NE-CE-SI-TA que se vayan todos los mandos actuales y les den
paso a otros paisanos más llenos de valores y principios.

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