Carta abierta de Lorent Saleh al Secretario
de la Mesa de la Unidad Democrática, Jesús Torrealba, y al Presidente de la
Asamblea Nacional, Julio Borges
El día de ayer, mi compañero Gabriel Valles y
yo cumplimos 841 días tras las rejas. El día de ayer se difirió
nuestra audiencia preliminar por trigésimo segunda vez -una audiencia
que debió haberse dado a los 45 días de mi aprehensión-. Muchos ven esto como
algo surrealista, bochornoso, injusto, pero sobre todo cruel. Sin embargo,
entiendo por qué sucede esto, entiendo la necesidad de una minoría con temor,
de hacernos sufrir y exponernos ante el resto del país, mostrando las
consecuencias de enfrentarse a un sistema que debe evolucionar.
El pasado 2016 fue un año, a todas luces, muy
difícil en materia de derechos humanos para el país. Desde la toma de posesión
de la nueva Asamblea Nacional y la esperanza de la fugaz ley de amnistía, hasta
la intermediación internacional y de la Iglesia Católica en la reciente mesa de
diálogo y negociación, se lastimaron profundamente las esperanzas y
sentimientos de quienes estamos privados arbitrariamente de nuestra libertad, y
especialmente, las esperanzas de nuestras familias. Lamentablemente, percibimos
que algunos intereses particulares de sectores políticos y económicos
-queriendo y sin querer- han hecho de las negociaciones un proceso
terriblemente traumático, que más que contribuir a la estabilización del país y
la concertación política sólo aumentó la incertidumbre y la zozobra que tanto
acompaña a los presos políticos y familiares.
La satanización del diálogo por parte del ciudadano común puede entenderse dada la situación actual del país, pero considero que el hecho de que dirigentes opositores satanicen el diálogo y la negociación, no sólo se traduce en una absurda negación de su propia condición de políticos, sino también en un acto irresponsable y desconsiderado, precisamente por los niveles de polarización, represión y crisis humanitaria que hoy se viven en Venezuela. “Diálogo” no significa doblegarse, “negociación” no significa traicionar. Absolutamente no, todo lo contrario. Cuando estamos seguros de los principios e ideales que nos guían, cuando sentimos y creemos en un proyecto, y cuando nos mantenemos fieles a las necesidades de todo un país sumergido en una profunda crisis, es cuando justamente estamos en la mejor posición para sentarnos a hablar con nuestros adversarios.
Negociar no nos hace daño. Quizás más daño
nos ha hecho creer que la mayoría de los Diputados, a los que apoyamos en las
pasadas elecciones, vendrían a las puertas del Helicoide y de La Tumba a pedir
por nuestra libertad. Pocos, muy pocos han sido los diputados que genuinamente
nos han tomado en serio. Nos embosca, nos toma por asalto el terrible trago
amargo que significa sentirnos como ficha en un mal juego; como rehenes en
medio de un secuestro; como mercancía humana tristemente utilizada; como
comodines a la hora de tener que decir algo ante los medios.
Definitivamente no existe política sin
diálogo, es absurdo, es ridículo, es en los hechos una contradicción. No,
definitivamente no necesitamos más ejercicios militares para intimidarnos, ni
comandos anti golpes para aprehender opositores, ni aventuras electorales
imposibles de cumplir, ni procurar establecer la democracia por medios
antidemocráticos. Sí, definitivamente sí necesitamos vencer el miedo de decir
lo que pensamos y creemos. Sí, definitivamente sí debemos ponernos de acuerdo.
Definitivamente sí debemos bajarle dos al tono. Ya basta de las lágrimas de las
madres que ven a sus hijos esposados, ya basta de los niños que crecen con sus
padres tras las rejas, ya basta de la tortura, la persecución, el
amedrentamiento, el terror y la intimidación.
Señor Jesús Torrealba, Secretario General de
la Mesa de la Unidad Democrática; Diputado Julio Borges, Presidente de la
Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela, les pido en su
condición de demócratas y desde mi lamentable condición de preso político que
no nos quiten nuevamente la esperanza de recobrar nuestra libertad, por muy difícil
que ésta sea. Les ruego no tengan miedo de las críticas ligeras de los que con
justa razón están desesperados, porque incluso en las mayores confrontaciones
de la historia humana ha sido necesario un mínimo de diálogo. Señores de la
Mesa de la Unidad y Asamblea Nacional, no pasen por alto en ningún momento que
están comprometidos con la promoción del diálogo, en ésta y en cualquier
circunstancia, por muy adversa y amenazante que sea.
De igual manera, agradecemos las gestiones realizadas por los señores Rodríguez Zapatero, Martín Torrijos y Leonel Fernández, y esperamos de corazón que no desmayen en las labores realizadas en pro del diálogo, y que los resultados de estas negociaciones puedan generar la confianza necesaria para encaminar nuevamente el país hacia el progreso y la estabilidad democrática.
Lorent Saleh

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