Columna
del General Seijas Pittaluga
¡Bien
dicho, comadre!
Poner
titulares chabacanos ha sido una característica de “Últimas Noticias”. Lo hacían al principio, por la creencia
—equivocada, a todas luces— de que la chocarrería, la bastedad y la ramplonería
atraían a amplios sectores de la población.
Nunca han dejado de hacerlo porque siguen creyendo igual, pero
últimamente lleva también —por su venta descarada al régimen— un ingrediente
político: magnificar los “logros de la revolución” y minimizar, ridiculizar y
poner detrimento en todo lo que haga quien opine o actúe en contra del estado
de cosas a los cuales nos han conducido las maldades, el sectarismo, la
ineptitud y los latrocinios del muerto difunto y su heredero. Pongo un ejemplo: recientemente, con gran
despliegue, titularon: “Marco Rubio y el escándalo de drogas que involucra a su
familia en EEUU”. Solo, porque es uno de
los muchos estadounidenses que han decidido ser asertivos en denunciar la
neodictadura que está asolando a Venezuela.
Nunca vi un encabezamiento más cercano a nuestra realidad, como: “Cilia
Flores y el escándalo de drogas que involucra a su familia en EEUU”. Ni otro que solo sustituyera el nombre de
ella por el de su marido…
En
otro titular, buscando alabar al gobierno por el magro desembolso de dinero
para pagar a los docentes universitarios, pusieron: “Coronaron los docentes
universitarios”. Juraban que se la
habían comido hasta que una carta enviada al director del diario los trajo a la
realidad. Su originadora es la profesora
de la Universidad de Carabobo, Elvia Jurado Rojas, mi muy querida comadre. Lo que sigue, en mucho, es una glosa de lo
que ella dijo. No por haber sido escrito
por una persona a la que aprecio sino porque le reconozco altas virtudes,
voluntad y capacidades profesionales y porque respeto muchísimo su producción
mental.
Al
mero comienzo, le reclama que, para titular, haya empleado en “un lenguaje nada
académico, que no enriquece el intelecto del venezolano, no eleva su nivel
cognoscitivo y nos deja como un sector de malandros —pues normalmente esas
expresiones las usan individuos de esas características (…) Esperé el bono con
el aumento para saber cuál era el tamaño de mi “corona”. Pareciera que quien se
ocupó de titular la noticia vive en Suiza, dada su connotación, el aumento que
nos dieron y el índice de inflación existente en el país.
Y
después aclara que pudieran “coronar” cuando: “nuestros estudiantes tengan
reactivos, laboratorios, textos actualizados, tecnología, transporte, comedor,
seguridad, becas dignas y no tengan que llevar los guantes, el material de
limpieza, o comprar sus hojas de examen; podamos adquirir libros para
enriquecer y actualizar nuestros conocimientos y por ende transmitirles lo
aprendido a los estudiantes que nos sean asignados; tengamos bibliotecas
dotadas adecuadamente, actualizadas, no corran los estudiantes por un solo
libro para doscientos de ellos y podamos conocer la información de último momento en cuanto a
producción nacional e internacional; el Ejecutivo Nacional cumpla con lo
preceptuado en la cláusula de cotización del seguro social y honre los
compromisos de seguridad social adquiridos, restableciendo una situación
jurídica infringida; (…) podamos emplear los bonos para su destino natural,
vacaciones (estos fueron empleado por casi la totalidad del sector
universitario para abonar a deudas, inscribir a sus hijos en el colegio,
reparar los carros, comprar medicinas, pagar seguros o diferenciales en las
clínicas); el Ejecutivo Nacional entienda que somos el sector educativo que
produce el intelecto de la nación en todas sus áreas (…) que se supone actuará
para construir una moderna, avanzada y desarrollada Venezuela”
Más
abajo, aplica la ironía —debe ser que mi comadre concuerda con aquello de que
del ridículo es de la única dimensión de la que no hay regreso: “Ojalá su respuesta
(…) no sea ni siquiera mentalmente que los carros no son necesarios porque hay
transporte público (…), que para qué libros si basta con aprender los
postulados de la revolución, (…) que para qué comer carne en época de mangos, o
(…) qué empeño el nuestro en comprar medicinas si todos vamos a morir”.
Ya
en el remate, deja más claro qué es lo que causa el drama: “Como quiera que no
aspiro cumpla con la garantía constitucional invocada (…), le exijo respeto
para ese sector en el que docentes, empleados, obreros y estudiantes seguimos
cumpliendo con nuestro deber mientras el patrono no cumple con las condiciones
mínimas laborales ni respeta nuestros derechos. (…) Ahora bien, cuando no se ha
pasado por una universidad pública autónoma y se ejercen cargos de dirección de
un país, obviamente no puede entenderse la dimensión del desastre en que se
pretende convertir a nuestras universidades, las autónomas, las de tradición,
no las improvisadas”. Y, para rematar la
faena, una revolera: “…disculpe lo coloquial del lenguaje, tal vez poco
académico, pero para la comprensión de quienes nos ‘coronaron’, había que
ponerse a nivel… En este país han coronado otros, muchos otros, no precisamente
los universitarios”. ¡Toma! ¡Bien dicho, comadre!
Quizás,
la explicación del maltrato verbal de “Últimas Noticias” a sus lectores la
delineó esa misma semana, la doctora Verónica Jaffé, licenciada en Letras,
magíster y PhD de la Universidad de Munich:
“Pareciera que la situación política y social se ha vuelto más que
crítica, catastrófica. Y gran parte de la responsabilidad es de la neolengua;
quiero decir, de la manipulación tramposa y de la mentira sistemática que con
éxito introdujo Chávez en los años 90. Hoy nadie, ¿o quizás queden algunas
almas cándidas?, cree en el valor y la verdad de la palabra dada cuando viene
del gobierno. La ruina del país se refleja en la ruina del discurso: fragmentos
dispersos de sentido en el lodazal general de los gritos de miedo, de rabia o
de dolor, de los insultos y groserías, del espanto mudo o del desconcierto sin
palabras (…) Quizás para los pocos chavistas convencidos que quedan hoy la
realidad aún puede esconderse detrás de las palabras, pero imagino que se les
hará cada día más difícil. Les quedará la banalidad de lemas y eslóganes”.
Chapeau para
ambas damas…
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