Columna de Rafael Rodríguez Olmos
La garra en el estómago
La
torpe creencia de que el discurso sobre la guerra económica calmará los ánimos,
cada vez más chispeantes, de los venezolanos, aún no sé si es una torpeza o una
política del Estado, soportada en la soberbia de que bajo el poder de las armas
se puede mantener el gobierno.
Y no
es que la guerra económica no exista. Todo el mundo lo sabe. Se ha explicado
hasta el cansancio. Los venezolanos sabemos que efectivamente hay un enemigo a
vencer, un enemigo más diría yo, sumado a los externos y los internos. Pero
insisto en preguntarme, cómo puede ser posible que casi tres años después de
que arreciara la guerra, que no es nueva, esta guerra sea más guerra y el
gobierno se encuentre inerte ante ella.
Siempre
hubo guerra económica. Mi generación debe recordar cuando el Presidente Rafael
Caldera se negó a aumentar el precio de la leche y los productores la botaron
por millones de litros en lugar de dársela al pueblo cuyo nivel de miseria era
extremo y la gente se moría de desnutrición. Para esa fecha los molinos también
se negaron a hacer harina de trigo porque exigían aumento de precio y Caldera
se negó. Fue por cierto la primera crisis de escasez de pan en el país,
alimento por cierto que nadie debería comer porque además de no ser un
alimento, hace mucho daño a la salud.
Pero
también con Luis Herrera hubo guerra económica. La pandilla Zarikian amenazó
con botar a todos los trabajadores de Telares Maracay, si no le daban subsidios
para la importación de telas. El gobierno, aterrorizado, sumado a los
delincuentes diputados copeyanos de la época, forzaron a darle el dinero que
pedía la familia. También hubo un fuerte chantaje con el precio del café y con
la amenaza de no cosecharlo más. Fue la época en que le subieron el impuesto a
los licores y cigarrillos y les eliminaron la publicidad. Eso fue suficiente
para que Luis Herrera Campins fuera vetado en todos los poderosísimos medios de
comunicación.
Esa
guerra económica ha existido siempre. Cuando se acercaba diciembre, todas las
empresas pedían aumento de precio de sus productos: las productoras de
charcutería, Polar como fabricante de Harina Pan y todo lo que tenía que ver
con los ingredientes de la hallaca. Fue tan desfachatada la cosa que hasta los
importadores de alcaparras, aceitunas, encurtidos y frutas secas, tenían la
osadía de amenazar al gobierno con no importar si no le daban dólares
preferenciales y les eliminaban los impuestos de importación. Eso era el pan
nuestro de cada día de todos los diciembres del país. Por ello esta guerra
económica no debió sorprendernos nunca.
Por
allá por el 2003 comenzaron a aplicarla de nuevo, los nuevos empresarios y esa
torpe oposición como una estrategia para acabar con el proceso que recién
comenzábamos a vivir. Chávez, buen estratega, la enfrentó no solo con astucia,
sino con capacidad. Entendió que ese era el lado flaco de cualquier gobierno y
que era por allí por dónde vendría la presión, una presión que ningún gobierno
soporta porque sencillamente el estómago, cuando avisa, es necesario resolver.
Por esa razón nació Mercal, creo que en ese mismo año. Y si alguien se tomara
la molestia de investigar, encontraría que Mercal es la mayor y más avanzada
estructura de distribución pública de alimentos del mundo. Tal como la concibió
Chávez, Mercal iba a cada rincón del país; y además, estaba conformada por
varias subestructuras, por lo que se hacía imposible que en la distribución de
alimentos se cometieran errores. Incluso, una parte de Mercal estaba concebido
como un instrumento de estímulo a la producción. No contento con eso, Chávez
crea Pdval que en el fondo era una especie de complemento de la distribución de
alimentos del país, sumada a Abastos Bicentenarios, concebida bajo otros
parámetros pero que en esencia reforzaba no solo la distribución, sino la
producción.
Y
ahora pregunto ¿es posible entender que esas extraordinarias estructuras las
hayan cambiado por una bolsa de comida? Una maravilla de la ingeniería social
destruida en meses. Una pregunta aún más seria ¿es posible que quienes
quebraron todas esas estructuras, son quienes ahora distribuyeron las
miserables bolsas de comida? ¿Puede un revolucionario avalar una cosa así y
callarse la boca bajo el pretexto de que está amenazada la revolución? ¿Cuál
revolución?
Si
alguien va al supermercado Bicentenario en Valencia, sentiría una garra en el
estómago. Esa gigantesca maravilla donde se compraba desde lencería, pasando
por artículos de cocina hasta aceite de oliva, hoy la hediondez de neveras
vacías y descompuestas, los anaqueles vacíos, los pisos rotos y empleados
groseros y maleducados, evidencia el desastre de una profundamente corrupta y
groseramente ineficiente gerencia que ahora maneja los clap.
Por
allá frente a La Monumental, al sur de Valencia, hay un Pdval, otra gigantesca
estructura que no estuvo ni un año funcionando. Hasta parque infantil tiene.
Lleva meses cerrada. Todo fue cambiado por una estúpida bolsa de comida que no
resuelve el problema, porque sencillamente con dos paquetes de arroz, un kilo
de caraota, un pote de leche, un kilo de pasta y tuvo de pasta de diente, no se
alimenta a una familia, mucho menos cada 40 días. Además, ninguno de ellos
alimentos tiene proteínas, razón de la desnutrición que nuevamente comienza a
verse en el país. Pobre Chávez, su obra destruida.
¿Todo
eso es culpa de la guerra económica? sí. Pero no puede ser que en casi tres
años, el gobierno no haya encontrado una salida y una forma de combatir esa
guerra, sino que el problema se ha profundizado. Y cada vez se hace más profundo
porque al problema alimentario se le suma la falta de medicamentos y la gente
que muere en hospitales y clínica por falta de medicamentos; y además la
carencia de cosas tan elementales como papel tualé, jabón de baño y pare de
contar.
De
tal manera que en lugar de redimensionar las estructuras que existían, las
redujeron a una bolsa de comida, y eso ni más ni menos, es culpa de gobierno
por ser tan ineficiente que no ha podido resolver el problema. Porque entonces
tendría que reconocer que los poderosos bachaqueros, los que tienen el poder y
el dinero para financiar, son el problema, y esos, están en el gobierno.
Y
además, en lo personal, no tengo ninguna duda de que no hay forma de
solucionarlo si no le entregan todo eso al poder popular y se lo quita a los
militares, principales responsables de todo ese desastre.
Dice
Alí que el pueblo es sabio y paciente, y no hay duda de que lo ha sido, en la
esperanza de que no haya violencia. Ojalá y la mantenga, la paciencia, por el
bien del país y para evitar un baño de sangre. Porque si Rondón se llega a
tirar a la calle, el gobierno no tendrá otra salida que reprimir. Eso acabaría
con el sueño de Chávez… y su legado.
Caminito de hormigas…
María
Corina
debería saber que algo está pasando pues nadie va a sus concentraciones. Eso le
ocurrió este viernes en Valencia. Allí por La Granja estaba ella y seis de
ellos. Cuando fue a Tocuyito, en la plaza, apenas había 20 personas… La guerra contra Alejandro Feo La
cruz para que no sea el candidato a gobernador, se profundiza. Me dicen que
Scarano está presionando para cerrar las salidas del alcalde… Por
cierto,
a pesar de los maltratos y el desprecio que siempre le hizo, Scarano montó en
cólera con la ida de Ángel Álvarez para VP. Era el cuadro más importante de
Cuentas Claras. En una reunión privada, dijo que se la iba a pagar… Me
dicen
que Ameliach le trajo mala suerte a Daniuska, la extraordinaria campeona Sub-17
vinotinto. Después que finalmente le dieron una vivienda, se lesionó… Recuerdan el barco atunero que se
compró en 75 millones de dólares y que nunca pescó un atún. Pues bien, lo está
negociando por debajo de cuerda, aunque es propiedad del Estado.
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