El hijo pródigo
Igual que duele la pérdida de una madre, el
comportamiento de muchos ciudadanos, ocasiona fisuras en la amistad, muy
difíciles de sanar. Generalmente hay muchas personas dispuestas a colaborar de
manera sincera con nuestros semejantes, bien sea, impulsándolos a mejorar sus
condiciones de vida, estimulándolos para que sean cada día mejores ciudadanos o
apoyando sus proyectos. Sin embargo, a veces se nos olvidan esas acciones y actuamos
como el personaje bíblico que le exige a su padre lo que le corresponde para ir
a derrocharlo y creyendo en nuevas amistades, pensamos que “todo lo que brilla
es oro”. Queremos presentar nuestras disculpas a aquellas personas a quienes
hemos hecho sentir de esa manera y perdonar de manera sincera a los que sin
quererlo o no, lo han hecho con nosotros. Se entienden las necesidades, los
deseos de vivir mejor y alcanzar satisfacciones personales; pero sin olvidar nuestras raíces y recordando que ningún
bien material, ni los títulos alcanzados, tendrán espacio en el ataúd cuando
partamos.
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