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miércoles, 13 de abril de 2016

Columna de Pedro Pablo Fernández Transparencia, una prioridad

Columna de Pedro Pablo Fernández


Transparencia, una prioridad


Es imposible en América Latina construir economías fuertes que generen riqueza y lograr desarrollo social en el largo plazo si no se construyen instituciones sólidas que garanticen transparencia en el manejo de los recursos del Estado.


Son muchos los ejemplos de presidentes altamente populares, reelegidos varias veces, que han abandonado el poder en medio de escándalos de corrupción. Carlos Menem en Argentina, Fujimori en Perú y Carlos Andrés Pérez en Venezuela, son ejemplos de hombres carismáticos que lograron ser reelectos y acumularon un poder excesivo a partir de la aclamación popular que salieron del poder siendo acusados, enjuiciados y condenados por corrupción. En todos los casos se dio la máxima de “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”.


Lula da Silva fue electo Presidente de Brasil en 2002. Tuvo el buen criterio de continuar la política económica de su antecesor, Fernando Henrique Cardoso, que venía produciendo crecimiento económico a partir de incentivos al sector privado para la inversión.


Su gestión económica y social fue muy exitosa. Brasil creció de forma sostenida, y una política social inteligente produjo resultados impresionantes. El éxito le valió para que en el año 2006 fuera reelecto con el mayor número de votos de la historia democrática brasileña (58.000.000).


Su sucesora, Dilma Rousseff, revirtió todos los logros económicos y sociales alcanzados en los años precedentes. A partir de políticas estatistas y populistas provocó unos desequilibrios económicos y un déficit fiscal inmanejable, aumentó la inflación y desapareció la inversión privada.


El poder absoluto que lograron los gobiernos del Partido de los Trabajadores provocó, como era de esperarse, corrupción absoluta, y todos los logros alcanzados están convirtiéndose en un espejismo. Esa cuenta la va a pagar inevitablemente el pueblo brasileño.


En nuestro país hay tantos problemas urgentes que resolver que pareciera que no hubiera tiempo para lo importante. Establecer mecanismos que garanticen transparencia en el manejo de los recursos del Estado y construir instituciones sólidas y herramientas para acabar con la impunidad de la corrupción tienen que ser una prioridad.


Gonzalo Barrios decía, refiriéndose a la impunidad, que en Venezuela la gente robaba porque no había razones para no robar. Esa lamentable frase hoy sigue siendo verdad
.

pfernandez@ifedec.com
@PedroPabloFR

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