Anormalidades “normales”
Humberto Seijas Pittaluga
Sí, ya lo sé; el título cae chocante porque además de ser
cacofónico constituye un oxímoron. Pero
eso, precisamente es lo que busco porque quiero resaltar algunas cosas que ya
los venezolanos hemos llegado a creer, erróneamente —por haberse convertido en
rutinarias, frecuentes, habituales, del día a día— que son normales. Pero que en cualquier otro país del globo
terráqueo son percibidas como alteraciones graves de la vida civilizada a la
cual se tiene derecho.
Empecemos por nombrar la más básica de todas por ser esencial y
concomitante con la vida misma: el suministro de agua. Ya toda Venezuela cree que es normal que
Hidrocentro, Hidrocapital, o el Hidro que sea, racione a dos o tres días por
semana el líquido imprescindible. Y que
llegue por las tuberías, cuando llega, en unas condiciones de impotabilidad que
no serían aceptables ni en el caserío más primitivo del centro del África. En consecuencia, ya nos parece normal que en
los quioscos de venta de periódicos se venda más botellones de agua que
diarios. Y es entendible, saciar la sed
en primordial, mientras que leer lo que dicen los medios —casi todos
conculcados por le “hegemonía comunicacional”— es un gesto inútil. Sí se siguen vendiendobolsas pero es igual
que con el “Granma” en Cuba: se compra porque no hay papel tualet.
La notoria escasez de bienes para
ser mercadeados en farmacias y abastos ya está deviniendo, en la mente de los
más sencillos, en algo normalito-normalito.
Y eso genera unas colas que son —según la estúpida de la Jacqueline
Faría— “sabrosas”. Si esa afirmación es
estulta, peor parada la deja la afirmación con la que siguió: “vienen con su
bolsita, compran y se van para su casa (…) eso es la, lo que nuestro presidente
Maduro ha ordenado…” No queda sino
decir: “a confesión de parte…” Pero no
por admitir la inexistencia de bolsas en el supermercado y hay que traerlas,
sino por la sandez de reconocer que quien ha ordenado la escasez es
Platanote. Razón tiene Ricardo Rivero
cuando escribe: “La
gestión de este régimen, bajo la conducción ideológica del castro-comunismo,
está orientada a empobrecernos para convertirnos así en eternos pedigüeños (…)
No es improvisado, no es producto de malas decisiones o equivocaciones, obedece
a un manual de procedimientos que muy bien sabe manejar la ideología. Por
eso siempre he dicho y mantengo: no es la economía, es la ideología”.
¿Y qué decir de las grabaciones ilegales usadas con plena
impunidad? Quien apeló a este recurso
últimamente fue el capitán Hallaca (verde por fuera, guiso por dentro) pero hay
una larga lista de “próceres” de la robolución que han recurrido a eso para
enlodar la reputación de sus adversarios políticos —que ellos, equivocadamente,
perciben como sus enemigos. Entonces,
¿qué diferencia a este teniente-capitán con el drogo hojillero de VTV? Después de que este barriera el suelo con
Diosdi, ahora, el último saca grabaciones tomadas y usadas en contra de la
Constitución. Se supone que, en un país
civilizado, el presidente del parlamento es quien más apegado a la norma
debiera estar; pero, aquí, el tipo cree que tiene una patente de corso para
destruir nombradías bien ganadas. En el
lenguaje del buen derecho, eso es “el fruto del árbol prohibido”. Pero aquí hasta los jueces aceptan esas
grabaciones como evidencia. Claro, si es
en contra de un dirigente de oposición…
Lo que nos lleva a otra anormalidad “normal”: los jueces que
obedecen órdenes, que anteponen el partidismo a la justicia, que reciben las
sentencias ya elaboradas y que solo requieren de sus firmas. ¡Bien por el primero que en Venezuela empleó
el cognomento de “jueces del horror”!
Esa designación que inicialmente estaba destinada a los árbitros del sistema judicial alemán durante el nazismo les cabe perfectamente
a los criollos. ¿Qué puede esperarse de
unos togados que en una ceremonia que debía ser solemne gritan “¡uh, ah!”? Tan obsecuentes y sectarios son que en estos
larguísimos diecisiete años el Estado perdió solo una decena de casos. ¿Es que los abogados de la otra parte son tan
iletrados? ¿Es que los de la
Procuraduría son tan machetes? No creo,
ni lo uno ni lo otro.
A algunos no, pero a muchos les parece lo más
corriente, lo estándar, que no haya observadores internacionales durante las
elecciones. Y que estos sean
reemplazados por unos “acompañantes”.
Los primeros son expertos en el tema, se pagan sus propios gastos y, de
ser necesario, hacen notar las irregularidades que observen. Los segundos son todo lo contrario: son
compinches ideológicos traídos a turistear con dineros venezolanos y a
justificar lo injustificable. ¡Olvídense
de que puedan llamar la atención aunque hayan presenciado tropelías y
ventajismos! En todo caso, eso normal no
es.
Y ya, para terminar, nos parece tan normal
escuchar: “Gracias a Dios que no te hicieron nada” o “Gracias a
Dios que no te mataron”. La primera no
me la pueden decir a mí porque, recientemente, un par de malandros, en el
transcurso de un asalto, me dio hasta por debajo de la lengua. Entonces, me ha tocado escuchar la segunda
innumerables veces. Es que en Venezuela
la inseguridad campea, los policías choros abundan y compiten con los
malvivientes, los fiscales y jueces están muy ocupados imputando delitos
inexistentes a los líderes de la alternativa democrática para ocuparse de lo
que debieran, y —para colmo de males— la ministra del ramo disfrute en una cama
con un pran…

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