Los divisionistas
Por Claudio Fermín
El descontento está en
todas partes. En Iglesias, en partidos políticos, en sindicatos y gremios, en
asociaciones de productores y en centros de estudiantes.
Periodistas e
intelectuales protestan los abusos del gobierno. Amas de casa y transportistas
viven en carne propia el alto costo de la vida y el desabastecimiento.
Los jefes de la logia
chavista no pudieron impedir que sindicalistas, dirigentes comunitarios,
políticos de base y profesores universitarios que se echaron al hombro las
campañas de Chávez hoy sean parte de esa extendida masa humana que llamamos
oposición.
Es un país hambriento
de cambio. Todos aspiran que se escuchen sus reclamos y sus propuestas. Nadie
quiere quedarse atrás en el desafío de reconstruir la economía, la convivencia
y la paz.
Sin embargo, sectores
privilegiados de la comunicación, la política y la economía, se presentan ante
el debate público como apoderados de la unidad. Sólo ellos pueden hablar en su
nombre. Quienes no les obedezcan son tratados como herejes. Se les llama
traidores, vendidos y divisionistas.
Excluyeron de sus
deliberaciones a casi todo el país, tanto así que hubo más de 1.300 personas
postuladas a la Asamblea Nacional, opositores al gobierno, que nada tienen que
ver con ese cogollo.
Se repartieron los
territorios como quienes otorgaban encomiendas en nuestra época española. Este
es tuyo y aquel de fulano. Así lo hicieron en Lara, en Amazonas, en Zulia, en
Nueva Esparta, en Miranda.
Impusieron forasteros
en Apure, en Vargas, en Caracas, en Delta Amacuro, en Nueva Esparta, en Lara,
en Zulia, en Aragua.
A regañadientes, porque
no pudieron acordarse en los repartos, hicieron elecciones primarias en 33
circuitos pero se reservaron 54 circunscripciones para poner candidatos a dedo.
También impusieron candidatos en las 24 listas correspondientes a los estados.
Pretendían perpetrar
ese atropello sin que nadie levantara la voz. Pero no fue así. Centenares de
legítimos dirigentes de todas las regiones postularon sus nombres y propuestas
para representar a sus pueblos.
La rosca, airada por
sentir sus fueros disminuidos, llama a eso dividir. Participar es para ellos
dividir. Atender el clamor de las regiones es dividir. La unidad la entienden
como sumisión a sus designios y caprichos. Así son las oligarquías políticas.
Hay
que tratar a Venezuela con seriedad.
@claudioefermin

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