COLUMNA DE EDDO POLESEL
TRANSICIÓN PARA MEJORAR O A UN
COLAPSO
Eddo Polesel
El cuadro de la situación, extremadamente
crítica que presenta Venezuela, a dieciséis años de gobierno del actual
régimen, no se debe -repetimos- a problemas circunstanciales del momero sino a
un proceso político ideológico caracterizados, entre otros, por los siguiente
aspectos: Estatización progresiva y violenta en contra del sector privado
mediante ocupaciones y confiscaciones con la consecuente destrucción del
aparato productivo nacional; restricciones progresivas a las libertades
individuales política, económica y sociales; uso indebido, abusivo y sin
rendición de cuenta, de los inmensos recursos que ha dispuesto el régimen
utilizados -en una gran parte- para financiar una política exterior, dirigida a
pagar apoyos internacionales en función de la propagación de una ideología
divorciada de los fundamentales principios contenidos en la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, suscritas por los primeros 48 países
firmatarios iniciales en diciembre de 1948, entre los cuales Venezuela, cuando
finalizada la Segunda Guerra Mundial considerada la más destructiva de la
historia, con el propósito de establecer las bases de una convivencia pacífica,
con justicia, legalidad, equidad y con mecanismos multinacionales para dirimir
diferencias entre las naciones, y al respecto es importante hacer un distingo
para recordar que se abstuvieron 8 países la Unión Sovietice y los países del
este europeo subyugados al imperio comunista; así mismo Arabia Saudita y
Sudáfrica y otros países que no estuvieron presente en la votación; declaración
que fue la base para la creación por la ONU de; El Pacto internacional de
los Derechos Civiles y Políticos y El Pacto
Internacional de los Derechos Económico, Sociales y Culturales aprobados
el 16 de diciembre de 1976.
En efecto desde 1999 en Venezuela se ha generado un situación caracterizada por una contraposición de PRINCIPIOS, es lo que ha llevado a una progresiva polarización entre dos posiciones; por una parte, la de quienes sostienen al régimen alegando que las dificultades se deben a una guerra económica desatada por el imperio de los Estados Unidos, coadyuvado por una derecha interna recalcitrante que no reconoce los éxitos del proceso revolucionario; por la otra, la que ahora es mayoritaria, alega que las cosas han empezado mal, siguen siendo malas y que empeoraran; y, sin entrar en el fondo de la materia, debemos lamentablemente admitir que los fracasos no se debieron a una suma de errores sino que, han sido un total “éxito” porque han sido la consecuencia según su conveniencia ideológica, para crear una nueva sociedad pura, para combatir los males generados por los gobiernos anteriores cuyos resultados reales -que no son un invento, son todo lo contrario- lo que está plenamente demostrado por lo que hemos venido sufriendo en forma creciente con tendencia en agravarse en el inmediato futuro si no produce un cambio de fondo que revierta esa maléfica tendencia.
En su preámbulo la Declaración Universal de los Derechos Humanos enfatiza:Considerando que es esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no sea compelido acudir al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión. Promueve el desarrollo de relaciones amistosas entre las naciones. Destaca, tanto los derechos fundamentales en la dignidad como en el valor de la persona humana. Sanciona. Los estados miembros están comprometidos a asegurar el respeto universal y efectivo a los Derechos Fundamentales del hombre; Derechos que están registrados en los treinta artículos cuyas trasgresiones, a consecuencia de un posicionamiento ideológico contrastante han venido afectando, de una forma u otras, a otros países integrantes del conjunto mundial; actitud que desde 1999 se ha venido adoptando en Venezuela tanto internamente como con la política internacional suscribiendo acuerdos con países considerados inamistosos tachados de forajidos por organizaciones internacionales de las cuales Venezuela es miembro.
Por otra parte, la tan citada SOBERANIA, no significa detentar una patente de corso para justificar acciones que violan sistemáticamente el ordenamiento jurídico interno así como los PRINCIPIOS de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: Tampoco es aceptable que un grupo de países, frente a un demostrado cuadro de ilegalidades internas de un país, aprovechándose de una querella generada por intereses de política interna, como está ocurriendo en estos momentos entre el Gobierno de Venezuela y el de los Estado Unidos de Norte América- tomen posiciones de respaldo absoluto al gobierno -asumiendo una posición totalmente parcializada como la asumida recientemente por laUNION DE NACIONES SURAMERICANAS UNASUR, lo que se transforma -de hecho- en una intervención directa en los asuntos interno, sin condicionar ese apoyo a la defensa de los Derechos Humanos que se están siendo violado como está ocurriendo en Venezuela, lo cual se traduce en un apoyo ideológico contrario a los Derechos y a las obligaciones de un estado democrático de derecho.
Por lo demás, debemos entender y aceptar que situaciones de extrema gravedad que son las tres fuentes de graves conflictos tanto interno como en el orden mundial como son; el narcotráfico; la corrupción porque genera inestabilidad institucional y social y el fundamentalismo islámico extremista obliga a una compostura adecuada tanto en la política interna como internacional que no extreme hasta lo limites inaceptables con acciones de franca y abierta hostilidad entre los países de distintos signos políticos y religioso; límites extremos que pueden llevar a situaciones incontrolables que, en lugar de resolver problemas, dejarían mayores dificultades. Esta es una alerta porque toca situaciones que pueden volverse explosivas que podrían llevarnos a un definitivo colapso. Las organizaciones más representativas de la sociedad civil deben tomar carta en este asunto porque es vital para el futuro del país.

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