COLUMNA DE MARCOS MELÉNDEZ
Obama deja de lado a la MUD y asume directamente el golpe
de Estado
Marcos Meléndez
La acción desproporcionada de Estados Unidos al declarar
“emergencia nacional” bajo la premisa de
que “Venezuela representa una
extraordinaria e inusual amenaza para la seguridad” es motivo de repudio inmediato y de cuidadoso
análisis histórico.
Cuando Estados Unidos a través de la OTAN invadió
Afganistán, lo hizo “para sancionar” a
Osama Bin Laden; sin embargo, el número de muertos civiles no ha sido
cuantificado. De igual manera, la invasión a Iraq también comenzó con sanciones
a funcionarios del gobierno iraquí y
terminó con una acusación fraudulenta de supuestas armas de destrucción masiva
en manos de Saddam Hussein que nunca fueron encontradas -porque no existían- y
se generó un conflicto bélico que no ha terminado y sigue cobrando víctimas. Cuando invadieron
Panamá el objetivo era “sacar a Noriega” y se registraron tres mil muertos según las cifras oficiales…
y así sucesivamente en Granada, Haití, República Dominicana y todos los demás
países que la dirigencia corporativa de Estados Unidos unilateralmente
consideró “una amenaza extraordinaria e
inusual” para su seguridad.
Las decisiones que toma Obama sobre Venezuela obedecen a
exigencias y presiones que recibe en su situación de no tener poder de decisión
en un país donde el presidente no es sino una ficha sustituible de los grupos
económicos.
Obama gana las elecciones en medio de protestas y de un creciente descontento que pedía a
gritos cambios en la política interna y externa del país. Por eso, las
corporaciones deciden como ardid publicitario, bajar las tensiones poniendo en
el gobierno a un afro descendiente (al menos fenotípicamente) para dar la
sensación de cambios.
Si Obama realmente hubiera representado un cambio drástico
en la política norteamericana, habría
tenido el mismo destino que los muchos presidentes o candidatos
presidenciales populares que han sido liquidados en ese país. Es por ello que
resulta pertinente revisar cómo llegó el presidente Barack a esa
determinación en contra de nuestro país.
Las corporaciones económicas que controlan el poder
político en los Estados Unidos habían delegado en el departamento de estado, el
financiamiento de grupos internos de oposición con miras a ganar las elecciones
y así controlar los recursos energéticos
venezolanos.
Esta ruta fracasada evidenciada en sucesivas derrotas
electorales, hizo que las corporaciones presionaran a Obama para que diera
resultados concretos respecto al control
de nuestro país para así hacerse de los recursos de la faja petrolífera
y “recuperar la inversión”.
Fue entonces cuando
la administración Obama intentó saturar el mercado petrolero para bajar los
precios del crudo y desestabilizar a Venezuela por la vía de una guerra
económica. Ante el sorpresivo aguante de la población venezolana que en buena
parte logró identificar y comprender el fenómeno “guerra económica” las corporaciones presionan de nuevo y
obligan a Obama a asumir directamente la vocería de los grupos interesados en
apoderarse de nuestros recursos dejando de lado a la oposición –que recibió
recursos económicos y fue ineficiente en la toma del poder- para declarar un
estado de emergencia que no tiene otro objetivo que recurrir a la vía militar.
Las últimas acciones son de tipo mediático, están
trabajando en relacionar a Venezuela como país con acciones de narcotráfico y
lavado de dinero como se ha hecho en intervenciones anteriores.
El repudio al decreto lanzado por Obama es elementalmente
lógico dado que se trata de una decisión insolente que pretende legislar sobre
asuntos internos de la nación, y, por otro lado, considerarnos una amenaza
implicaría –de acuerdo al historial de ese país cuando ha utilizado ese
adjetivo- una eventual ocupación militar como pasó decenas de veces en el siglo
XX.
Preocupa el hecho de que ciudadanos venezolanos no vean el
problema en su justa dimensión y crean que la declaratoria de emergencia y
adjetivarnos como “amenaza para la seguridad” se limite a sanciones contra
funcionarios y caigan en el error de dejar que factores vinculados al poder
mediático los persuadan de subestimar el asunto.
El ex informante de
la CIA durante su gestión como diplomático venezolano (¿ex?) Leopoldo Castillo
a través de su cuenta twitter @elcitizen comentó: “la lista crecerá, la
decisión está en manos del departamento de estado”. De la manera más directa,
se pone de parte de un gobierno extranjero y justifica de alguna manera una
invasión.
Por otro lado Laureano Márquez escribe desestimando el
intento de golpe de Estado, volviéndolo comunicacionalmente un cuento risible. En su artículo “Magnisuicidio”
dice Laureano refiriéndose a la fallida operación Jericó:
“La obra [teatral] se llama
magnicidio con golpe militar, un recurso propio del espectáculo, el de
unir en una sola representación dos
proyectos teatrales que han sido cada uno individualmente exitoso”
Estos comentarios, pretenden insensibilizar a una parte de
la población para evitar una cohesión nacional y una oleada de opinión pública
internacional de rechazo contra este plan orquestado que al igual que en los
casos de Panamá, Granada, República Dominicana, Iraq Afganistán y Haití,
comenzó con sanciones a funcionarios, continuó con una declaratoria de amenaza
y concluyó con una campaña de acusaciones falsas (narcotráfico, lavado de
dinero o armas de destrucción masiva según el caso) e invasión militar por aire
mar y tierra.
Cualquier venezolano que no tenga entre sus propiedades una
aeronave que lo saque del país en 25 minutos debe estar alerta y cohesionarse
en torno al rechazo de esta abominable receta que la administración Obama está
aplicando bajo presión de los grupos económicos que quieren ver los resultados
del dinero invertido en derrocar al gobierno de Venezuela y ponerle la mano de
lleno a la primera reserva de petróleo del planeta.
@marcosmelendezm
marcosleonardove@yahoo.com

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