COLUMNA DE HECTOR AGÜERO.
El
asalto final.
Héctor Agüero
El ideólogo de la derecha vernácula sigue siendo Rómulo
Betancourt. Inadecuadamente llamado
padre de la democracia representativa. Sombríamente recordado por su famosa frase: “disparen primero y averigüen
después,” su credo y práctica, con el
que dejaba al desnudo su conducta
patológica. Proceder con el cual, sembró de terror y muerte a la Venezuela de
los años sesenta del pasado siglo y que continuaron todos los gobiernos de la IV República: Represión
al Pueblo.
Es oportuno evocar
la agresión que sufrió la Unión Soviética a manos del III Reich. Los
primeros triunfos militares del nazismo en territorio ruso fueron celebrados
con champaña no sólo en Berlín. El mismo entusiasmo irrumpió en Londres, Paris,
Washington y Tokio.
Años más tarde se volteó la tortilla. El poderoso y arrollador contra ataque del
Ejército Soviético, respaldado por el Pueblo aplastó al nazismo, acorraló a la
reacción mundial al llegar a Berlín e izar en la Cancillería alemana la bandera
roja con la hoz y el martillo, conquistando una buena parte de Europa. Así la Unión Soviética, rompió el aislamiento
al que estaba sometida desde 1918. El capitalismo calculó mal al confiar sólo
en su fuerza militar y al menospreciar
el poder e ímpetu del Pueblo unido. Un
pelón del capitalismo, que lo pagó bien caro cuando tuvo que negociar en Yalta
frente a Stalin. La arrogancia es mala consejera.
Hoy, este
proceder sigue vigente en la oposición,
que canta victoria y asume el lenguaje betancuriano de: “los mangos están bajitos,” es decir, se
acabó la revolución. Ni tan calvo ni con dos pelucas. Uno de los grandes
errores del capitalismo ha sido subestimar al gigante Chávez y al proceso de
maduración de nuestro pueblo en estos quince años. Confunden deseos con
realidades, creen al pie de la letra sus propias invenciones y por supuesto, se
auto intoxican.
El resultado es, lo
que de manera acertada llamaba el Comandante Chávez: puros autocobeados.
Víctimas de sus propias fantasías. Hoy intentan reeditar La Salida, manual
golpista desestabilizador, copia fiel del empleado en el Chile de Allende.
El proceso
revolucionario vive un momento difícil. Es necesario evaluar de manera correcta
la aplicación de una política que sirva
para enfrentar con éxito un enemigo poderoso, con recursos ilimitados en
la economía, en los medios y en el patrón cultural. Disponemos en el campo
revolucionario de una sola arma: el pueblo con su poder creador. Es con esta
portentosa herramienta de recursos
inagotables, con la que podemos doblegar al enemigo.
Pese a las limitaciones y al enfoque no adecuado en el que
hayamos incurrido, inevitables en el ejercicio del poder, la gestión revolucionaria ha beneficiado e
impulsado ampliamente la restitución
de los derechos de cada
compatriota, al tiempo que se ha propiciado la conquista de sus aspiraciones
sociales y económicas. Hoy, existe madurez en nuestro pueblo para entender y
concientizar estos cambios favorables, cuya
transformación está vinculada a la imagen, al liderazgo y a la vigencia del pensamiento y obra de
Hugo Chávez Frías. Unidad ante todo.
Seguimos adelante
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