El
camarada Odremán
Por
Douglas Zabala
Al decir de los
familiares de los caídos en Quinta Crespo, hasta en eso de disparar
primero y averiguar después, esta revolución se comporta igual o
peor a los días de la cuarta república. Como no comparto sus ejecutorias
políticas y por las razones obvias del momento, no quisiera estar en el
pellejo de los activistas y dirigentes de los Colectivos Revolucionarios, hoy
vilipendiados, traicionados, perseguidos y utilizados al mejor
estilo de los tontos útiles de este falso Socialismo del Siglo XXI, por
el mismo gobierno que juraron salir a defender hasta la muerte.
El
pensamientos de todos los que asistieron, en los días de la salida, al
encuentro de Miraflores con Nicolás, Diosdado
Cabello, la primera combatiente, Cilia Flores, y el Ministro de Relaciones de
Interior, Miguel Rodríguez Torres, deben estar como el rugir de sus motos aquel
sábado, cuando su camarada Odreman se codeaba con orgullo de
militante en guerra contra la guarimba febril, con quienes y rodeado de los
enigmas del misterioso asesinato de su otro camarada de Colectivo, el diputado
Serra, hoy lo tildan de jefe de una banda de delincuentes y criminales.
También en la memoria de la familia de Bassil Da Costa, así como en
el resto de los familiares de las victimas de aquellos días violentos,
debe estar presente la ansiada justicia, que por venir del sector
oficialista, jamás se sabrá quienes fueron los responsables materiales de
tantos crímenes. No en balde se ha tenido que recurrir a la jurisdicción
internacional, una vez que aquí el gobierno escudándose en el discurso del
golpismo y en el accionar de estas organizaciones, hoy tildadas por ellos de
bandas armadas, se niegan a cualquier posibilidad de llegar a la verdad de los
hechos.
Rodríguez Torres y el propio Maduro se hacen los locos y pretenden
desconocer que los tratados, pactos y convenciones relativos a derechos
humanos, suscritos y ratificados por Venezuela, tienen jerarquía constitucional
de acuerdo a lo que establece el Art 23 de nuestra Constitución.
Ahora bien, el punto es que ayer fueron los 44 asesinados en
las calles de una parte del país que protestaba, hoy son los cinco
abatidos en un dudoso enfrentamiento, donde más trascurre el tiempo y más
hablan los vecinos, testigos y familiares se va concluyendo que todo ha sido
una cruel masacre.
Que
los Colectivos, a todas luces armados, deben
entregar sus armas y dejar en manos de las Fuerzas Armadas el orden de la
República, no amerita la menor discusión ni titubeos, pero tildarlos de
peligrosas bandas de criminales como lo ha hecho el Director General
del CICCP, genera más preguntas que respuestas. No estamos en Cuba y
aquí Internet con sus redes se masificó, para desgracia de aquellos que
pretenden que su versión oficial se la trague la gente, como si la memoria
grafica no se encargara de demostrar que el delincuente de hoy fue
escudo duro de esta entredicha revolución.
Hasta
cuando se van hacer los mudos, ciegos, sordos y no hablan de la muerte de
nuestros camaradas, de forma desgarradora han gritado y con toda razón
los activistas del Colectivo 5 de Marzo, reclamándole al gobierno por lo
sucedido en el edificio Manfredi, y hasta cuando nuestros hermanos
chavistas, tendrán que soportar a un gobierno que no sólo viola los más
elementales derechos humanos, sino que en cada acción se hunde más en el fango
de sus propias contradicciones, tal como parece ser con el asesinato de su
camarada Odreman.
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