COLUMNA DE MARCOS MELÉNDEZ
DANTE RIVAS VS LA CAJA NEGRA DEL SAREN
Por Marcos Meléndez
Enhorabuena la colocación de Dante Rivas al frente del
Servicio Nacional de Registros y Notarías SAREN. Dante goza de aceptación en la
opinión pública por su brillante participación en el proceso de modernización
del SAIME y del INTTT. Una buena actualización del SAREN sería una buena
noticia para los venezolanos.
La estructura burocrática del Estado es como una especie de
gran esponja y el poder del gobierno es como un puño afincado sobre ella: “mientras el puño está afincado, la
esponja toma una forma, pero a penas sacas el puño, regresa a su forma
original”. Revisamos el INTTT actual y
la “falta de material” en sus oficinas,
que convierte a la cita por internet en un chiste de mal gusto.
Me obligo a recordar esa imagen que ilustra la maleabilidad
del burocratismo, porque lamentablemente el aparato parsimonioso de nuestro
estado rentista, nos ha sumergido en una ola de altibajos donde todo se
resuelve a través de una “cayapa” un “ventetú” una “aceleración” y no se
fortalecen instancias para lo sólido, para
lo permanente, en fin, para una cultura de la eficiencia más allá de los
operativos.
El tema del SAREN va a requerir que quienes asumen su
direccionalidad, vayan más allá de la modernización de los sistemas operativos
y la actualización de las normas y procedimientos pues en los registros y
notarías del país, opera una de las redes de gestores externos-internos más
poderosa, lo que lo convierte (al SAREN) en cuello de botella de procedimientos
de otras instituciones.
Para fundamentar mi apreciación, cito como ejemplo el caso
del esfuerzo que el Ministerio de Ecosocialismo Vivienda y Hábitat realiza a
través de la Superintendencia Nacional de Arrendamientos de Vivienda (SUNAVI)
con apoyo de la banca pública en torno a los edificios de vieja data del Área
Metropolitana de Caracas:
Existen resoluciones que obligan a propietarios de
edificios con veinte años dedicados a la actividad del arrendamiento, a ofertar
en venta el inmueble a inquilinos que tengan
ese mismo número de años viviendo allí. Esto implica, regularizar la
situación jurídica de estos viejos “bloques” con documentos de condominio,
ofertas de venta, aceptaciones, preferencias ofertivas y demás trámites que si
bien la SUNAVI regula como ente responsable de ese plan especial, dependen
indefectiblemente del SAREN para cumplir con la norma jurídica ya que tanto
los documentos de condominio, como las
ofertas, la compra venta y el registro de la venta en sí, pasan por manos de
registradores.
En esas oficinas comienza el viacrucis de los inquilinos y
del propio gobierno dado que cada registrador considera que su registro es una
república independiente decidiendo a que órgano del Estado y a cual ciudadano
atiende y bajo cuáles lineamientos. A pesar de que las propias resoluciones
explican cuáles son los requisitos y cuáles son las excepciones para procesar
estos edificios, hay registradores que piden como requisito a un bloque
construido hace cincuenta años, que el propietario entregue como recaudo el
permiso de construcción y el de habitabilidad aun cuando la norma explica que
en casos de edificios de vieja data, cuyos registros sean para cumplir esas
ofertas de venta, deben recibirse los documentos que existan. Lo asombroso es
que si el usuario se “pone de acuerdo” con algún gestor, logra entrar y salir
de ese registro “como río en conuco” sin mayores complicaciones; es más, la
prueba más clara de que la simplificación de trámites es posible, son los
propios gestores quienes -previo cobro de honorarios- resuelven con celeridad.
Como diría el personaje de Ford Coppola en la película El Padrino “La mafia
triunfa porque no tiene burocracia”.
Cuando SUNAVI sanciona al propietario por no vender, éste
alega ante tribunales que se ha visto impedido de hacerlo porque en el registro
no le reciben los documentos, y, al mismo tiempo, los inquilinos presionan a
SUNAVI (mas no al SAREN) por no hacer cumplir la resolución; es decir, que el
aparato del Estado se convierte en un enorme monstruo que se muerde su propia
cola debido a que uno de los elementos de la cadena procedimental, se convierte
en un Estado dentro del Estado.
Otro ejemplo es la aberración que significa registrar un
título universitario. Los títulos son emitidos hoy en día en papel moneda con
códigos de seguridad; es decir, que no deberían requerir, ni ser reproducidos
en fondo negro, ni ser registrados. Bastaría con que las Universidades
emitieran una data de los títulos que otorgan con su código y el número de
cédula del ciudadano a quien se le entregó para que los registros estén
enterados. De manera que cada profesional presente copia simple de su título
con vista al original (como se hace en cualquier país del mundo civilizado)
cuando le sea requerido, avalada por una data de títulos universitarios por
códigos que puede estar disponible en la web.
Esto no ha ocurrido
porque resulta un gran negocio de gestoría poner a los recién graduados a hacer
una cola en los registros cobrándoles por “habilitar” la aceleración del
procedimiento. Ahora bien, si todos los usuarios “habilitan” quiere decir que
es posible hacer el proceso en menos tiempo.
El reto de la modernización del SAREN ya había sido
iniciada a través de la creación de una data única de trámites y requisitos de
todas las instituciones públicas. Lo que toca ahora es abrir la caja negra del
SAREN procediendo a una depuración, procedimentación y sistematización para que
los registros y notarías dejen de ser unas “republiquitas” y se pongan
definitivamente al servicio del Estado social, de derecho y de justicia que
estamos procurando.
Ojalá que cuando Dante comience (como espero que lo haga) a
lesionar los intereses de los gestores internos y externos del SAREN una vez
que abra esa caja negra, no nos vayan a decir que se va de reposo, a “otras
funciones” o termine de candidato en San Francisco de Macaira o Chabasquén,
como ha ocurrido en otros casos.
Confiamos en el criterio del Presidente Nicolás Maduro y
sabemos que la maquinaria de la corrupción es un enemigo poderoso, pero que se
puede vencer con participación ciudadana, reglas claras y con estrategias de
planificación-seguimiento que fortalezcan (o más bien rescaten) la credibilidad
de la función pública.
@marcosmelendezm
marcosleonardove@yahoo.com
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