Columna
de Rafael Rodríguez Olmos
Fidel
Al
igual que muchos de mi generación, entré a la militancia política siendo un
chamo, muy chamo. Porque además, aún se mantenía el fervor de las luchas
estudiantiles, quedaban algunos focos guerrilleros que hacían ruido y la brutal
represión de los gobiernos de turno era de todos los días. Había en todo caso,
en el espíritu de mi generación, una sensación de que algo estaba mal y era
menester cambiarlo. Recuerdo que recién salía de la cárcel Simón Sáez Mérida, a
quien le dieron un chancesito para no morirse de hambre y dar unas horas de
clase de Historia de Venezuela en mi liceo. Tuve la fortuna de ser su alumno
entonces. Más que un privilegio. Las revistas Reventón y Al
Margen eran una especie de best seller para nosotros, un montón de
carajitos ávidos de información y de acción.
Pero
el MIR estaba en los liceos y terminé yendo a reuniones y batidas, que a su vez
fueron las primeras acciones en las luchas callejeras de barrios y liceos
cuando los “Cascos Blancos” nos reprimían a rolos, bombas lacrimógenas y disparos
de escopetas con cartuchos llenos de tuercas o rolines.
Y
así conocí a Fidel. Cuando en una reunión clandestina, en la casa de un viejo
comunista de la generación del 28 donde nos reuníamos, escuchaba un discurso
del barbudo en un radio de onda corta. Me senté a su lado y me quedé extasiado
escuchando a un hombre que cuestionaba duramente el problema de la burocracia y
el papel del militante en el control de Estado. Fue como el primer empuje que
sentí para aprender sobre el militante y el partido. Y pudiera decir que
también fue el punto de partida para que fuera un militante revolucionario
mucho antes de este proceso, al igual que cientos de camaradas regados por todo
el país.
Desde
entonces no he dejado de seguir a Fidel Castro, el gran Alejandro de Sierra
Maestra. Así se llama mi hijo varón, Alejandro José, por la admiración que he
profesado toda mi vida por “Fided”
como dicen los cubanos cuando hablan del hombre que para muchos de ellos es
como un Dios.
Y ya
a estas alturas de mi vida, después de tantos kilómetros recorridos, cuando leo
sus escritos, entiendo por qué Fidel es para mí la figura política más
prominente de los últimos 150 años de la política mundial. Es el pensador más
claro del acontecer mundial y del avance y futuro de la humanidad.
Ciertamente
Fidel se ganó los galones al ser uno de los jefes de la Sierra Maestra; y no
solo enfrentarse a un imperio con la pírrica distancia de 90 millas, sino
demostrarle a los revolucionarios del mundo que era posible si había una clara
conciencia de hacia dónde se iba. Allí ocurrió lo que yo llamé La magia de
Fidel, el poder hipnótico de un hombre que estaba por encima de su propia
conciencia, no perder la visión de lo que se estaba haciendo y sus razones; y
además, enfrentarse a sus propios camaradas que probablemente por no tener esa
visión tan estratégica, no entendían por qué se tomaban algunas decisiones que en el momento parecían incorrectas.
Desde
entonces, Fidel ha tenido el mundo en contra: los imperios, la derecha, la
ultraderecha, el capitalismo, el neoliberalismo y una izquierda derrotada por
sus propias desviaciones que aún se siente con moral para criticar.
Y es
que la magia de Fidel estriba en esa extraordinaria capacidad de entender los
momentos históricos y analizarlos en su contexto. Es por ello que acaba de
cumplir 88 años y tienes una lucidez envidiable, examinando el mundo de hoy en
su justa dimensión, con el uso preciso de la dialéctica y del materialismo
histórico, que son los instrumentos propios para poder considerar sin temor a
equivocarse.
Tengo
en mi mente un discurso que debió ser a finales de los setenta, en el que
tocaba la actitud del burócrata cubano y su ausencia de conciencia. Explicando
la magnitud del problema, pudo ilustrarlo con el hecho de que un vendedor de
raspado, le quitara un poquito a cada niño que le vendía y cómo eso reñía con
la moral y con la ética; pero además, cómo a partir de allí, se iba formando un
ciudadano que nada tenía que ver con la construcción del hombre nuevo.
Siempre
he tenido la impresión de que Fidel nunca habla de más. Recuerdo cuando
denunció y explicó que la deuda externa del mundo no debía pagarse porque ya se
había cancelado con creces. Muchos lo cuestionaron, y muy duramente. Hoy son
muy pocos los que no coinciden con él en ese aspecto.
Una
vez tras otra y en todos los momentos álgidos de la humanidad, Fidel se ha
enfrentado a las sinrazones, al mesianismo, a las miserias humanas y al
desprecio por el ser. A él le hemos visto siempre de primero asumir posiciones
frente a la injusticia y al oprobio que se cometen en el mundo. Es de hecho el
más internacionalista de todos los revolucionarios.
Y a
pesar de la carestía del pueblo cubano, siempre la mano de la solidaridad ha
estado extendida para quien la necesite, desinteresadamente. A Cuba fueron a
parar los niños de Chernobyl con sus familias, los que hoy son profesionales
universitarios y científicos. Cuántas cosas tiene que agradecerle África a
Cuba, desde los tiempos del Che Guevara. Qué país de América Latina y del
Caribe no ha recibido la ayuda, o la oferta, de ese gobierno revolucionario. De
qué tamaño ha sido la defensa de la humanidad que ha hecho Fidel. De qué tamaño
la defensa de la ecología.
Pero
además, esa capacidad para mirar en pequeño los problemas cotidianos de la
gente y poderlos explicar en su justa dimensión, dando la trascendencia que
realmente tienen. No conozco un discurso donde el ser humano no sea el punto de
partida y la conclusión; y una cosa más, solo a él y a Chávez los he escuchado
autocuestionarse, aceptar errores, pedir disculpas y proponer enmiendas.
El
Fidel de 1961 no es el mismo Fidel del 2014, pero es el mismo. Más genial, más
profundo, más tolerante, más humano, más humilde y obviamente más lleno de
sabiduría. Es por ello que insisto, es la figura más prominente de los últimos
150 años de la política mundial. Y soy un convencido de que si hoy la humanidad
contara con diez Fidel, sin duda el futuro sería otro. No tiene a Camilo para
preguntarle si va bien, pero los revolucionarios del mundo estamos convencidos
de que aún enseña el camino. Ojalá y todos lo siguieran.
Caminito de hormigas…
El
09-12-2013 dije en un artículo lo que ocurriría
con la oposición y lo que le ocurriría. Pero también es un hecho que son los
violentos quienes están ocupando el espacio político, pasando por encima de los
históricos. Esperemos las parlamentarias del año entrante. Como dicen en mi
tierra “he visto muerto cargando basura”…
Desde Cojedes a Valencia estuve en cinco estaciones de
servicio. En todas está el mismo cartel “no hay aceite de motor”, pero venden
el semisintético en 950 bolívares. Es decir, casi un millón de los viejos… A estas alturas, los policías
jubilados de la policía de Carabobo no han recibido ninguno de los beneficios
de los decretos presidenciales. Pero además, la PC no acepta ninguna petición
de jubilación porque no hay dinero para jubilarlos. ¿Quién se está cogiendo los
reales?... ¿Cómo les parece que no
hay cilindros para envasar gas? ¿Dónde están? Nadie sabe explicar nada. Ni
Pdvsa gas, ni las empresas fabricantes… Por
fin ¿dónde está la lista de los que se robaron los 25 mil millones de
dólares de Cadivi?... Y de
paso ¿dónde están los asesinos de Otaiza?
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