¡Ya basta de cobas!
Humberto Seijas Pittaluga
Esos carajos creen que todos los venezolanos nos chupamos
el dedo. Y por eso nos cargan a punta de
mentiras desde hace más de quince años.
Cada una más descarada e inverosímil que la anterior. Y para armarlas, no escatiman en llevarse por
delante los derechos ciudadanos. ¿Qué
para salir de María Corina, que estorba, hay que urdir lo del magnicidio —un
imposible porque el tipo es bien ordinario— hay que inventar unos correos y
forjar unas conversaciones grabadas?
¡Pues se inventan y se forjan!
¿Que en el caso de que fuesen ciertos no pudieran ser presentados en un
tribunal porque habrían sido obtenidos ilegalmente y, por tanto, serían lo que
en buen derecho se denomina “el fruto del árbol prohibido”? ¡No le pares, para eso tenemos jueces y
fiscales que, puestos en la disyuntiva del dinero y el despido, son capaces de
volver trizas todo lo que aprendieron de filosofía del derecho y de deontología
jurídica! ¿Qué ni siquiera un piche
correo de Leopoldo existe? ¡Pues
consíguete un semiólogo tarifado que encuentre mensajes “subliminales” en un
discurso que haya dicho y con eso y la connivencia de una fiscal y una jueza de
la nómina lo mantenemos fuera de circulación!
La verdad es que esta gente es de lo más caradura que
haya accedido al gobierno en toda la historia venezolana; dicen y hacen cosas
que ni en tiempos de dictadura se atrevieron los mandamases de esa época. Y se llenan la bocota con jactancias de lo
mucho que respetan los derechos constitucionales, cuando lo verdadero es que el
texto y el espíritu de esa norma lo empezaron a violar desde el mismo momento
de su promulgación. Con lo cual, aparte
de prolongarse indebidamente en el poder, lo único que han logrado es que hoy
todos seamos más pobres que hace quince años.
Pero siguen cacareando que han disminuido la pobreza en el país. ¡Pura muela! La verdad es que necesitan que
haya gente que acuda a ellos con la palma de la mano extendida y vuelta hacia
arriba. Lo admitió Giordani a Lameda
hace ya varios años. Por eso han
convertido el limosneo en su gran quehacer.
Lo cual, de paso, les permite más “flexibilidades e iniciativas” en el
manejo del erario. Porque, sin
tiquismiquis, este es un gobierno de ladrones, ¡ladronazos!
La machacona y
desvergonzada propaganda oficial, aprovechando el virtual monopolio que tienen
sobre los medios ha mantenido a la gente de mente más sencilla dentro de una
concepción errónea de lo que le sucede a Venezuela con esta parranda de
rufianes. Y eso no es nuevo, ya desde
antes de llegar al poder (para chupárselo), había personas como Tarek W. Saab
que se vendían como defensores de los derechos
y protectores del pueblo. La
pregunta es: ¿dónde están ahora?, ¿qué han hecho para aliviar la injusticia que
se ha cometido contra casi cuatro mil paisanos suyos que están en cárceles, o
con libertad condicionada, sometidos al albedrío de un poder judicial
colonizado? ¡Nada! Era puro mascarón de proa eso con lo que se
vendían. Las reseñas periodísticas y
radio-bemba dejan ver que son otros saqueadores de la riqueza nacional. Para ellos no es importante lo que sucede con
los detenidos en las protestas, ni sus torturas subsiguientes, ni lo injusto de
los procesos amañados que se les siguen.
Lo de ellos —dado que quienes los sufren son antagonistas políticos— es
encubrimiento contumaz y hasta burlón.
El disfraz de defensores de los derechos lo desguazaron el mismo día en
que los pusieron a mamar de la res pública.
Pareciera que
hubiésemos llegado al 1984 que vaticinaba Orwell. No es solo en que en el degenerado discurso de
los que mangonean pululen las mentiras; es que además se hace uso extensivo del
newspeak, el lenguaje que
impuso el “Gran Hermano” en la novela.
Lo que ellos llaman “avance hacia el socialismo” es un descarado
retroceso hacía un totalitarismo parecido a los de los años 30 del siglo
pasado; no hay una devaluación, sino un “ajuste cambiario”; la gente no hace
las colas por la escasez, sino para “proteger los suministros”; los “apoyos
recibidos del hermano pueblo cubano” no pasan de ser la exacción colonialista
que les impuso la tiranía castrista y que nos empobrece cada día más en un
parasitismo tipo “guatepajarito”: nos va secando poco a poco pero
inexorablemente.
Cuentan que
Fidel le reclamó a Daniel Ortega cuando tuvo que entregarle a Violeta Chamorro en
Nicaragua, y que el pedófilo le contestó: “Es que me ganó en las
elecciones". Fue cuando el barbudo se puso la mano en la oreja y le
preguntó con ironía: "¿Te ganó en qué?". Es que él y todos los que se embelesan
oyéndolo prefieren las democracias de mentira a las de verdad-verdad. Por eso, manipulan los textos
constitucionales para la reelección interminable y para gobernar mediante
“habilitantes”. Mucho me temo que no es
solo por el mantenerse en la manguangua —ni por las sonoras afirmaciones de amor
al pueblo que desparraman—, sino por instinto de preservación: saben que apenas
salgan de su jardín de mentiras van a caer en manos de una justicia
independiente y seria. Dentro y fuera de
Venezuela…
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