Columna
de Rafael Rodríguez Olmos
La tragedia
de Misión Sucre
Me negué siempre a
cuestionar a Misión Sucre fuera de sus ámbitos porque soy uno de sus
fundadores. Impartí clases allí cuando nadie, o muy pocos, querían ser docentes
por el pírrico emolumento que recibían. Pero me ocurría lo que en mis tiempos
de ucevista. A pesar de la crisis de la UCV, no permitía que nadie hablara mal
de mí universidad porque en ella me formé y ella es una parte de mi historia,
en donde cultivé sobretodo buenos amigos que aún conservo.
Misión Sucre nació como uno
de los más avanzados proyectos de Hugo Chávez, quien tenía demasiado claro
hacia dónde debíamos conducir al país. Además de lo que significaba darles la
oportunidad a venezolanos que nunca
pudieron ir a la escuela, sin importar la edad en tanto el sueño estuviera vivo
(yo gradué un periodista que celebró sus 75 años en clase)
El sueño de Hugo era que de
esta universidad, incluso experimental, surgieran las primeras generaciones de
nuevos profesionales que comenzaran a entender no solo la necesidad de
construir una nación, sino cómo construirla. Y es que allí se estaba elaborando
un aprendizaje, punto de partida tanto para el nuevo conocimiento, como la
nueva universidad que daría al traste con la tradicionalidad de universidades
que no solo perdieron el rumbo, sino que ahora son la cantera donde se forma la
nueva derecha, fascista de conducta, extremadamente violenta y eunuca de
pensamiento y de formación.
Y además, dentro de ese
planteamiento de Chávez, que era incipiente y que debíamos seguir elaborando,
existía toda una serie de situaciones aledañas que enriquecerían el desarrollo
del proyecto.
Por ello se propuso que el personal docente de este experimento,
fueran profesionales de diversas áreas de la producción que aportaran sus
conocimientos frescos, cotidianos y expertos a los nuevos profesionales que se
estaban formando. Cada profesional de la administración pública debía poner dos
horas de su tiempo en impartir clases para Misión Sucre. Por ello se les
denominó Misioneros, porque contribuirían con sus conocimientos a la construcción
del nuevo Estado, el Estado socialista.
En un principio, y a pesar
de las confusiones de sus jefes, en Misión Sucre hubo calor, mucho entusiasmo
sobre las cosas que se podían hacer. Surgían propuestas y contrapropuestas,
proyectos, planteamientos, criterios. Se hacían debates en diferentes
escenarios, todos contra todos, se cuestionaba a jefes burócratas que no
entendían lo revolucionario del planteamiento, se elaboraron documentos. Y
hasta ilusamente algunos pensamos que ese sería el punto de partida para
construir la nueva universidad. Por así decirlo, estábamos viviendo nuestro
“Mayo Francés”.
Una acotación única: no
había pago, ni salario, ni bonos, ni aguinaldos, ni vacaciones. Solo pendejos
que le dimos con todo por 12 bolívares la hora.
¡Pobre Chávez!
De ese maravilloso proyecto,
queda bastante poco. Una de las fallas que tuvimos, fue que no se previó las
fuentes de empleo para esa enorme cantidad de profesionales que comenzaron a
egresar, entre otras cosas porque se necesitaba desarrollar esas
infraestructuras. Chávez lo dijo varias veces, pero obviamente no muchos jefes
del chavismo querían eso. Una salida provisional fue cerrar las carreras de
Educación y Derecho, o Jurídico como eufemísticamente le llaman, que eran a su
vez las de mayor escogencia de los sectores populares que acudían a la misión.
Nunca entendí esa decisión porque las universidades privadas seguían y siguen
graduando abogados y educadores, pero de derecha. Y además, los egresados de la
misión están por ahí haciendo cualquier cosa, menos el oficio para el que se
formaron, por lo que sus posibilidades de desarrollo están anuladas.
Desde el punto de vista de
la academia, había dos elementos que siempre me parecieron claves, como eran la
incorporación al pensum de las materias Proyecto y Pensamiento Político. La
primera significaba el desarrollo por parte de los estudiantes de proyectos de
trabajo que se imbricaran con la comunidad, que fueran parte de su desarrollo.
La segunda, yo diría que era determinante en la misión porque era conducente a
la formación política de los estudiantes y el desarrollo de su conciencia.
Sería un estimulador incluso del desarrollo teórico.
Un tercer elemento que no se
pudo abordar en su momento, fue encontrar un mecanismo para que la misión se
llenara de jóvenes de los barrios y las comunidades, quienes al graduarse de
bachilleres corrían a las universidades privadas, por lo que Misión Sucre en un
principio, estaba compuesta básicamente de adultos contemporáneos.
Hace ya tiempo que Misión
Sucre perdió el rumbo. Conozco aldeas que tenían 1.500 estudiantes y hoy tienen 600. Conozco aldeas
que fueron cerradas por falta de estudiantes. Conozco aldeas sin profesores y
conozco aldeas con profesores escuálidos en su totalidad incluyendo al
coordinador. Conozco aldeas donde los profesores prohíben hablar de Chávez y
aldeas donde hay profesores que aseguran que Chávez no es un pensamiento y que
además no dejó ningún legado. Conozco aldeas donde hay profesores de
Pensamiento Político que no saben quién fue Simón Rodríguez, mucho menos quién
fue Mao o Lenin. Conozco aldeas donde los coordinadores alquilan los espacios
para festejar matrimonios o misas en donde se habla abiertamente en contra del
gobierno revolucionario. Conozco aldeas donde los profesores de derecha
hicieron un lobby para sacar a los profesores comprometidos con el proceso. En
el caso de Carabobo, la coordinadora propuso la incorporación de 3.000
profesores de la Universidad de Carabobo a las aldeas. Nada más y nada menos
que la cuna de la guarimba, la hacienda de los Maldonado y de Pablo Aure. Así,
Misión Sucre no sería otra cosa sino una extensión de la UC, uno de los
principales bastiones de la derecha en la región. Y ahora que en Misión Sucre
por fin pagan 52 bolívares la hora, hay alguna razón para captar docentes que
no sean revolucionarios.
Demás está decir que los
profesores revolucionarios que quedan, están dando una dura pelea para al menos
conservar la misión, pero la realidad es que están perdiendo la batalla.
Hay un elemento clave para
entender esto, porque la política no es casualidad. El enemigo entendió que
necesita penetrar los sectores populares para poder debilitar a las fuerzas del
chavismo. No se acaba con el chavismo de la noche a la mañana. Las guarimbas no
tendrán éxito sin el apoyo del pueblo. Una Misión Sucre sirviendo a ese
objetivo suena muy apetecible. Ya tienen dos elementos muy importantes:
coordinadores y profesores no esclarecidos. Un elemento adicional y fundamental
es que en los últimos semestres se han inscrito muchos bachilleres jóvenes
venidos de los liceos de la zona, pero con la imposibilidad de pagar entre 10 y
18 mil bolívares que cuesta un semestre de una universidad privada. Allí están
los ingredientes para poner a la Misión Sucre al servicio del enemigo.
Coordinadores
internos que juegan al desgaste y comienzan a conformar mafias, coordinadores
que perdieron el rumbo, profesores eunucos de visión, una Universidad
Bolivariana perdida en el espacio y un Ministerio de Educación Superior, más
dado a sabotear por omisión que a construir por necesidad.
No es la Misión Sucre la
única que se encuentra en ese estado. El tema de la salud está llegando a
niveles que dan ganas de vomitar, en el más vergonzoso estado de abandono.
Quizás lo más preocupante es que pareciera que a nadie en el alto gobierno le
importara. O como suelo decir, estar jugando para que todo se pierda aunque de
la impresión de que no.
Hace ya tiempo que me asalta
una pregunta. Si las misiones fueron creadas por Hugo con la visión de que a la
larga se convirtieran en la primera avanzada para la construcción del nuevo
Estado, porqué se abandonaron. ¿Cómo es que la educación, la punta de lanza de
la transformación revolucionaria, puede quedar en manos del enemigo?
¡Pobre Chávez!
No hay comentarios:
Publicar un comentario