COLUMNA DE MARCOS MELÉNDEZ.
VENEZUELA: PAÍS DE BUHONEROS
Reviso la prensa y me encuentro
con la más insólita de las manifestaciones reflejada como hecho noticioso. Un
grupo de motorizados ha trancado las calles de Caracas en protesta por las
multas que les han venido imponiendo. Los motorizados se quejaban de que un
buen número de ellos han sido multados por no usar debidamente el casco como
exige la normativa vigente. La solución para no ser multados es simple: Usar el
casco debidamente; pero, los trabajadores motorizados (al menos los que
protagonizaban la rebelión) dicen que están siendo “acosados” y que no se
explican cómo es eso de que los van a estar multando cuando ellos solamente
están trabajando.
Esta noticia me hizo recordar una
vez que me tocó inspeccionar a unos comerciantes informales que estaban pesando
las frutas utilizando la libra (y no el kilogramo) como unidad de medida,
además de ocupar de seis a ocho metros cuadrados del espacio público cuando el
acuerdo era 1,5 por 1,5 metros de ocupación por estación de trabajo. Ante la
posibilidad de ser sancionados con la suspensión de su actividad debido a estas
violaciones de las normas acordadas, los buhoneros se iban a las puertas de la
oficina a protestar porque –según ellos- se les estaba violando el derecho al
trabajo. Nos tocó discutir mucho el tema y escribir bastante para que se
entendiera que el derecho al trabajo no podía estar por encima del derecho al
libre tránsito (ver mi columna titulada “qué tan buhonero puede ser un
buhonero” publicada en este mismo blog).
Estos dos ejemplos –que se pueden
citar como parte de una larga lista- dan cuenta de que la riqueza generada a
través de la renta petrolera, nos ha convertido en un pueblo experto en
reclamar derechos pero muy reacio a aceptar los deberes. Todo el mundo sabe lo
que le corresponde recibir, pero es difícil encontrar quien este claro en lo
que le corresponde dar.
Los médicos por ejemplo, estudian
seis años en una universidad pagada con los recursos de la renta petrolera (en
Venezuela no ha facultades de medicina privadas, todas son subsidiadas por el
Estado) y posteriormente las especializaciones las realizan en un hospital del
público, mantenido (bien o mal) con la renta petrolera. Pero una vez graduados,
dicen que su título lo obtuvieron única y exclusivamente gracias a que se
“quemaron las pestañas” ninguno dice “soy médico gracias a un Estado social de
derecho y de justicia que me garantizó un sistema gratuito de educación
superior” pero ¿Qué pasa si sacamos la cuenta de cuánto le cuesta al Estado; es
decir, a los venezolanos graduar un médico?
Este médico, formado con los
recursos del Estado termina generalmente en una clínica cobrando entre
seiscientos y mil bolívares por paciente y atendiendo un promedio de diez al
día. Eso no es lo grave, pues igual que los buhoneros tienen derecho al
trabajo, el tema es que además son profundamente reacios a entregar factura a
los pacientes y ponen el grito al cielo cuando les toca pagar los impuestos pues casi nunca declaran la
totalidad de sus ingresos por la vía de las consultas privadas.
Cito el ejemplo de los médicos
para dejar en claro, que los abusos de exigencia con carencia de cumplimiento
de deberes no es un asunto sólo de motorizados y buhoneros, sino que en
Venezuela, tenemos buhoneros de todo tipo.
Si vamos más allá, nos
enteraremos de que el 80% de las divisas que se utilizan para importar son
entregadas al sector privado; pero ese sector privado, solo genera el 20% de
las divisas del país porque la gran mayoría de las divisas nacionales, las
genera la renta petrolera; es decir el Estado. Traduciendo este juego de cifras
a “palabras de a centavo” como diría Conny Méndez, en Venezuela, el Estado
produce las divisas y las empresas privadas las gastan sin producir algo que
genere divisas nuevas. En este sentido son también unos buhoneros que compran
mercancía en el exterior (con las divisas del estado) y las venden en el país
generando máxima ganancia y mínimos compromisos. Claro, hay empresarios que
descaradamente dicen: “es posible que especulemos, pero generamos fuentes de
empleo”. El empresario genera fuentes de empleo (cuando las genera) única y
exclusivamente porque necesita la fuerza de trabajo para enriquecer su
capital.
Esa es la razón (bastante simple
por cierto) por la que el gobierno ha
decidido intervenir en el control de las importaciones, pues si los empresarios
quieren divisas, tienen también que generarlas, no pueden comportarse como los
buhoneros, los motorizados y los médicos que abusan de la renta petrolera.
En Venezuela, el precio del litro
de gasolina es de 0,097 bolívares por litro. Es por amplio margen la gasolina
más barata del planeta tierra. Solo al cruzar la línea fronteriza, en Colombia,
la gasolina cuesta 20 bolívares por litro. No podemos justificar el hecho de
ser exportadores de petróleo para que el litro de gasolina no cubra ni siquiera
el salario del bombero y que sea el mismo Estado que paga la carrera del
médico-buhonero que no quiere pagar impuestos por el ingreso económico que
obtiene vía consulta, que cede ante el motorizado-buhonero que no se quiere poner
el casco ni quiere que lo multen por no usarlo y financia al
empresario-buhonero que no genera divisas, pero gasta el 80% de las que produce
el Estado el que subsidie además, el descarado precio de la gasolina nacional.
Debemos reflexionar esta situación
y entender el contexto económico mundial para así darnos cuenta de que no
podemos seguir siendo un país de buhoneros y pasar a una ofensiva productiva,
donde cada quien haga su parte.
Marcos Meléndez
@marcosmelendezm
marcosleonardove@yahoo.com

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