COLUMNA DE
CELIO CELLI.
LA FELICIDAD
Celio Celli G.
I
El jueves 24 de este mes, día del Arcángel San Rafael, el presidente
Nicolás Maduro Moros anunció a Venezuela y el mundo la creación de una nueva y
curiosa cartera ministerial que incrementa su ya burocrático gabinete, en un
angustioso intento de provocar una vigorosa
corriente opinática, capaz de fijar una matriz positiva en el contexto
nacional e internacional.
Con el pomposo título de “Vice
Ministerio para la suprema Felicidad Social del Pueblo Venezolano”, el
mandatario comunicó que la función estratégica
de este original despacho gubernamental
“se encargará de las exigencias,
reclamos y necesidades de la población” y del seguimiento y control de las
misiones, otrora florecientes y efectivas, y hoy de
capa caída como lo evidencian los
mercales y pdvales.
Esta nueva presidencial causó
una avalancha de opiniones, chistes e
ironías en la mayoría de los veintitantos millones de seres que cohabitan en el
maltratado espacio nacional, la mayoría en los sectores populares, unos en
tonos fuertemente irónicos, como el de una ama de casa que dijo
sentirse feliz con el sólo anuncio, porque después de quince años el
gobierno toma conciencia que un mal de infelicidad cubre a todo el país,
incluyendo a los rojos rojitos,
II
Millones de conciudadanos o compatriotas
se preguntaban luego de recorrer la realidad venezolana ¿Cuál felicidad? Sera
entendida como el estado emocional que
se produce en una persona y en una sociedad, cuando alcanza las metas
deseadas que les generan paz, satisfacción y alegría.
Los venezolanos y venezolanas,
en un altísimo porcentaje, carecemos de esas metas esenciales para vivir la vida, sin entrar en profundos estudios, la
respuesta la vemos a pepa de ojo en
las devaluaciones de la moneda,
en la inflación que llega hoy al 45% y amenaza con cerrar el 2013 en un
50%, en el desabastecimiento de los
productos alimenticios básicos; y en la deficiencia de los servicios como luz,
agua, aseo urbano, vialidad, seguridad, etc. ¿Podemos hablar de Felicidad? Con
una deuda externa superior a los 120 mil millones de dólares; pese a tener un ingreso petrolero de 95 mil
millones dólares anuales y no hay dinero para importar los alimentos básicos,
lo que revela el fracaso de la agricultura
nacional y la pérdida de nuestra soberanía alimentaria.
III
Podrían hablar de felicidad
las 180 mil madres venezolanas a quienes la violencia delictiva les arrebató a
sus hijas e hijos en los últimos quince años, cuánto dolor y tanto llanto
forman el mar de lágrimas y sangre en que vivimos, los hijos de Bolívar y
Venezuela. La infelicidad figura como el primer plato en el menú diario del
país.
No se trata ya de los
conocidos trapos rojos para engañar el toro, es el signo real de un gobierno
que está en el umbral del colapso, pero se cierra a las recomendaciones de
gente que, como nosotros, no jugamos a su fracaso, si no por el contrario
queremos que acierte en sus ejecuciones para poder vivir mejor en la Venezuela
que soñamos. Nos leemos la próxima semana y pese a todo hagan el intento por
ser felices.

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