#Opinión:
Columna del General Humberto Seijas Pittaluga @seijaspitt
Sesquipedalia
Recojan los vidrios
Aunque
ya para la fecha hay un evidente ganador en las elecciones de Estados Unidos,
también hay que reportar un claro perdedor: la propia nación norteamericana. Fue tan pugnaz la competencia tanto entre los
candidatos como entre los partidos y grupos de opinión que los apoyan —aunado a
que potencias foráneas como Rusia, China e Irán, muy interesadas en disminuir
la estatura internacional de la unión, intervinieron descaradamente y pusieron
a funcionar las fábricas de tuits, correos y fake news para complicar
más lo que ya se veía fangoso. Hoy por
hoy, se nota una hendedura social que puede ser muy dañina para las relaciones pacíficas
y civilizadas entre sus propios ciudadanos. En palabras de Gustavo Coronel: “El país está
dividido y tomará mucho tiempo y paciencia restablecer la estabilidad
espiritual de la nación, si es que algún día se logra”. Pareciera que los Estados Unidos empieza a dar
muestras de no estar políticamente muy alejado de otros países. España, Italia y el Reino Unido ya dan indicios
de algo que criticaron toda la vida de los países iberoamericanos: la acrimonia
interpartidista a la hora de los comicios.
Y
que se critique a Bolivia, Nicaragua y Venezuela por lo fiero del hecho
político, pase: es innegable la influencia que han tenido los cubanos, por más
de medio siglo, para tirotear lo civilizado de la contienda política en esos
países. Pero es que ahora Argentina (que
empezó la rochela después de llegar la mafia de los Kirchner), Brasil y Chile (que
era el más seriecito de todos en eso) también dan muestras de tener sociedades
fracturadas, hendidas por los dogmas importados.
Por
un lado, los que quieren acabar con los ricos e igualar por debajo a todos; que
todos seamos pobres y dependientes de papá Estado. Por el otro, los que creemos que no puede
repartirse una riqueza que no se ha creado todavía.
Que
la que hubo alguna vez, pero la dilapidaron precisamente quienes se empeñan en
que el Estado es primigenio. Se olvidan
que este fue inventado por los ciudadanos para que les sirviesen; no para lo
contrario, que sería que la gente se transformara en sirvientes de ese Leviatán
que empieza a aparecer en todas las latitudes.
Siempre
hubo discriminaciones (en plural) en Estados Unidos, no solo la racial que
dividió al país en una guerra terrible en el siglo XIX y todavía tiene focos
preocupantes. También está la que se
basa en el sexo —no en el género, que es otra cosa. Sin importar si una mujer está más preparada que
su colega varón, siempre ganará menos y no escalará tanto en la pirámide
organizacional como este. También está
la que divide a los estadounidenses y los demás, los aliens, sin importar
que tengan green card ni muchos méritos académicos. Hace mucho tiempo, Alex Trebek, el eterno
animador de Jeopardy, se quejaba de que la definición que más parece
cuadrar a “American”, es “una persona que solo sabe un idioma: el
inglés”.
Pero
lo de ahora es una exacerbación de todos los anteriores. En mucho, por culpa de míster Trump. Desde la misma primera campaña, como si fuera
un Chiabe cualquiera, empezó a dividir para poder reinar. Según él, todos los que intentaban cruzar el
río Bravo hacia el norte, todos los que aterrizaban en los aeropuertos
provenientes de países de habla hispana, eran narcotraficantes o terroristas. O, como mínimo, alguien que llegaba para
quitarle el empleo a un estadounidense.
Hubo
bastantes presidentes que sí podían servir de modelo social. Carter no fue muy efectivo como primer
mandatario, pero dio muestras de una vida intachable. Bush padre, que no fue reelecto, pero que de
héroe condecorado por valor en la Segunda Guerra, para arriba era; y buen padre
y esposo. Lo mismo que Kennedy —en lo de
luchar por su país en una guerra se refiere porque, al contrario de Bush, era
bragueta-brava. De Clinton, ni se diga:
fue ladrón desde los tiempos de gobernador en Arkansas. Y después, empleaba el Salón Oval como budoir. Que me desmienta Monica Lewinsky. Trump, tampoco es un role model precisamente. Un nabob que se jacta de haber evadido
el pago de impuestos de muchas de sus empresas; que se ha casado varias veces;
que hizo operación colchón con varias candidatas a Miss Universo; que abusó del
nepotismo, metiendo a hijos y yernos a ocupar posiciones muy delicadas (pero
bien remuneradas) para las que no estaban preparados. Algo parecido a lo que hace Cilia Flores por
aquí. Pero esa es otra historia.
Su
terquedad en no reconocer su derrota no habla bien de él. Porque una cosa es ser firme en lo que se
cree y se defiende, que es una virtud. Y
otra muy distinta es ser testarudo, que es lo que demostró ser. Eso de adherirse perversamente a una opinión a
pesar de la razón y los argumentos en contrario que se le presentan lo hacen
ver como un obcecado.
Regresemos
al tema inicial, lo de las sociedades fracturadas por la política. Aquí, hubo quienes se rasgaban las vestiduras
por Biden o por Trump como que si en ello les fuera el futuro. Yo quiero verlos ahora, con la misma
tenacidad demostrada recientemente por una elección extranjera, en apuntar
unidos al único adversario que se tiene en el horizonte y que hay que
defenestrar: el usurpador. Pero, no. Están muy ocupados tiroteándose entre ellos
para ver quién es el candidato que reemplazará al nortesantandereano. Ya llegará el momento de las agendas
particulares. Pero no es este. El ejemplo a seguir es el del Pacto de Punto
Fijo, cuando tres líderes muy respetables, pero también disímiles, decidieron
que lo mejor para Venezuela era un gobierno unitario. O si se quiere un ejemplo más cercano en la
historia, que no en la geografía, les pongo el de la transición española a raíz
de la muerte de Franco. En ella,
personajes como el comunista Santiago Carrillo, moderados como Adolfo Suárez y
falangistas como Manuel Fraga dejaron de lado sus diferencias para darle al
pueblo español una Constitución, un Estado y un gobierno que lograran llevar al
país a la modernidad y al europeísmo actuales.
Lo
que ahora esperamos de los líderes es que presenten un frente unido de cara a
la Consulta Popular. Que es el preámbulo
necesario para el cese de la usurpación, el gobierno de transición y unas
elecciones libres, verosímiles, observadas por personajes internacionales
serios, creíbles. No comparsas de los
rojos que buscamos reemplazar…
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