#Opinión:
Columna
del General Humberto Seijas Pittaluga @seijaspitt
Sesquipedalia
De la camaradería
y otras cosas
Quién
iba a pensar que una simple palabra, como “cámara”, sirviera para designar
tantas cosas. Van desde el más
rudimentario de los instrumentos que se usaba en las plazas de los pueblos para
hacerle fotografías a los lugareños: la “cámara de cajón”, hasta las muy
soberbias e imponentes (algunas) donde se reúnen las personas escogidas en
votaciones por los ciudadanos para que los representen. En los países serios son dos: la Cámara de
Diputados y la Cámara de Senadores, también llamadas “Cámara Baja” y “Cámara
Alta” — asimismo hay hasta “de los Lores”, pero esos son designados mediante digitación
mayestática, no en comicios. Pero en los
países de medio pelo, o los que son regidos por remedos de constituciones que sus
respectivos regímenes violan todos los días (Cuba, Nicaragua y Venezuela, por
ejemplo), solo hay una. Y ya ni “cámara”
le dicen; de “hemiciclo” no pasa…
Entre
los dos ejemplos, el de tomar fotos y el de tomar altas decisiones, hay otras:
las cámaras de “comercio”; las “mortuorias”, también llamadas “capillas ardientes”
en las cuales quisiéramos ver a más de uno de nuestros “amados líderes”; las
que nosotros denominamos impropiamente “tripas” y que iban, ¿o todavía van?,
por dentro de los cauchos y los balones de fútbol de antes; cámara de
combustión; las “de combustión” que son las que tienen los motores de
explosión, y donde se produce la ignición de los gases; las “de compensación”,
que son las destinadas a facilitar el intercambio de cheques, pagarés, letras,
etc.; y las “de gas”, que son de dos clases: las de los infames campos de
concentración del nazismo y las de prisiones estadounidenses donde se ejecutan
las sentencias de muerte. La locución
adverbial “de cámara” designa a la música que toca una orquesta formada por un
número reducido de músicos y que actúa en un recinto pequeño.
Hay,
entonces, muchos tipos de “cámara”. Y todas
tienen un mismo origen: la palabra latina camăra, que sirve para
significar “recinto abovedado”. Notarán
que todas las anteriormente mencionadas tienen algo en común. Se refieren a
espacios, compartimentos, cerrados, y hasta herméticos.
Hay
una “cámara” más, que he dejado de última porque es la que nos servirá para
llegar a lo que implica el título de hoy; es la que existe en las instalaciones
militares y navales y sirven para que el personal que no está de guardia haga
sus comidas, comparta socialmente, descanse y hasta pueda dormir. Inclusive la palabra “camarero”, se deriva de
ese lugar y designa a quienes atendían. En
las instalaciones militares en tierra, se tiende a llamar “casinos” a esos
lugares. Pero solo en Hispanoamérica, y
de manera impropia. En todo caso, de esa
“cámara” es de donde proviene la palabra “camarada” con la que se designa a
quienes, portando uniforme, se han mantenido juntos y en amistad por muchos
años. El término es muy viejo y no solo se
emplea en la lengua castellana. En portugués
se dice igual; en francés, camarade; en inglés, “comrade”; y en
alemán, Kamerad. Por cierto, "Alte
Kameraden" (Viejos camaradas) es el nombre de una marcha militar
alemana del siglo XIX que se sigue tocando en casi todas las fuerzas armadas
del mundo. Cuentan que su compositor se la
llevó a su superior para que la aprobara y este le dijo: "ya tenemos
suficientes marchas, arrójela al fuego!".
Menos mal que no fue quemada, porque se ha convertido en una
manifestación sonora de esa hermosa amistad o relación cordial que mantienen
entre sí los buenos compañeros de armas en todas las naciones.
Hay
una segunda acepción: para el ñangarismo, “camarada” significa “correligionario”,
“copartidario”. Aun cuando nunca hayan
comido o dormido en un mismo recinto… Es
la traducción inexacta de un término empleado por los bolcheviques desde el
comienzo de la Revolución de Octubre: tovarich. Yo me consuelo pensando que el término
que les cabe es, más bien, “camarillero”.
Porque frecuentemente su proveniencia es de una “camarilla”, entendiendo
como tal a un conjunto de personas que complotan en secreto (pleonasmo
intencional), desde locales cerrados, llenos de humo y malos olores, para tratar
de influir subrepticiamente en los asuntos del Estado. O descabezarlo…
Tanto
abusaron los rojos del término, que ya casi no se emplea en ninguna institución
militar. Excepto en China, Rusia y
países así, que comulgan con el comunismo más primitivo. Y aquí, claro, pero solo entre los obesos
generalotes criollos, que necesitan manifestar su perruna obediencia a los
mandatos que reciben del G-2 cubano, son transmitidos por intermedio de Nikolai
al padrino de cuatro soles y este los participa —recuerden que aquí todo es
“participativo”…
En
razón de eso, el vocablo que más se emplea es “compañero”. Que también es muy adecuado porque deviene
del bajo latín compania;
“cum” (con) y panis (pan).
Etimológicamente, entonces, “compañeros” son "los que
comparten el pan". Entre otras acepciones, el mataburros incluye: “persona
que se acompaña con otra para algún fin”; “cada uno de los individuos de que se
compone un cuerpo o una comunidad, como un cabildo, un colegio, etc.”; “persona
que tiene o corre una misma suerte o fortuna con otra” y “persona con la que se
convive maritalmente”. En fin de
cuentas, todas ellas saborean juntas el pan.
En
estos tiempos difíciles de la nación y las familias, necesitamos mucha
camaradería, mucha amistad, para poder sobrellevar al mismo tiempo dos morbos:
el originado en China y el conformado por la parranda de parásitos que nos
chupan la sangre a diario. Cada uno más
peligroso que el otro. En todo caso, no
olvidar a Cicerón: “La primera ley de la amistad es pedir de los amigos cosas
honradas, y hacer cosas honradas por los amigos”…
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publicadas, en estricto apego y respeto a la libre expresión ciudadana.

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