Columna
“Mejor Vivir” de FUNCAMAMA
Investigaciones médicas excluyen
a las mujeres
Arnaldo
Rojas/FUNCAMAMA
*La
investigación médica-farmacológica tiene un sesgo: durante el último siglo, los
estudios han dependido de sujetos exclusivamente masculinos, este marco de referencia
pone a las mujeres en alto riesgo. Tratamos el tema a propósito de
conmemorarse el Mes Internacional de la Mujer.
Antes de
llegar al mercado, los medicamentos pasan por análisis de células, estudios en
animales, pruebas clínicas en humanos y aprobación normativa; pero, en los
últimos 100 años, las células, los animales y los humanos que ha utilizado la
ciencia médica para sus investigaciones son casi exclusivamente
masculinos. Los medicamentos aprobados y lanzados al mercado fueron
probados solamente en pacientes masculinos, llevando a la incorrecta
dosificación y efectos secundarios inaceptables en las mujeres. Estudios
recientes revelaron que el retiro de 80% de medicamentos del mercado se debe a
los efectos secundarios en las mujeres.
Las
diferencias fisiológicas importantes entre hombres y mujeres solo recientemente
han sido tomadas en cuenta en la investigación médica. La Dra Alyson McGregor
es una de las que más se ocupado de este asunto, estudia estas diferencias,
cuestiona cómo el modelo masculino se convirtió en el marco para la
investigación médica y destaca que la comprensión de las diferencias
entre los hombres y las mujeres pueden conducir a tratamientos más efectivos
para ambos sexos.
La Dra.
McGregor dirige la división de Sexo y Género en Medicina de Emergencia del
departamento de Medicina de la Universidad Brown. Es autora de la investigación
“Por qué los medicamentos, con frecuencia tienen efectos secundarios en las
mujeres”, tema sobre el cual tiene una videoconferencia disponible en
youtube.
Al indagar
sobre el origen de esta práctica, la especialista señala que el uso de sujetos
masculinos para la investigación médica se remonta a la Segunda Guerra Mundial,
cuando las protecciones acerca del consentimiento informado evitaban que las
mujeres en edad reproductiva fueran sujetos de pruebas. Los científicos
aceptaron el marco de referencia masculino porque los hombres no eran propensos
a fluctuaciones en los niveles hormonales que pudieran complicar sus hallazgos;
y los investigadores asumieron que –aparte de los sistemas reproductivos y las
hormonas sexuales– la fisiología de hombres y mujeres era similar. Así nació la
tradición de llevar a cabo la investigación en hombres y aplicar los resultados
en mujeres. En la década de 1980, la comunidad médica se dio cuenta de su
error. Aparte de las funciones reproductivas, los médicos sabían poco de las
pacientes femeninas.
Actualmente
se sabe lo mucho que las mujeres difieren de los hombres. Basta tomar como
ejemplo el sistema cardiovascular. Las mujeres y los hombres experimentan
infartos completamente diferentes. Los hombres a menudo describen una presión
intensa en el pecho; las mujeres quizá se quejen de que no se sienten bien.
Estos últimos síntomas son relevantes para la mitad de la población humana y
aun así llevan la etiqueta de atípicos. La prueba para determinar el riesgo de
infarto falla al no representar las diferencias anatómicas de la mujer.
“Cada
célula de su cuerpo alberga cromosomas que podrían explicar por qué las mujeres
a menudo necesitan dosis de medicamentos diferentes a las de los hombres y por
qué el riesgo y la gravedad de una enfermedad varía entre los sexos. La
capacitación médica debe llevar esta información a médicos, enfermeras,
estudiantes y pacientes. Pregunte a su médico si sus tratamientos son
específicos para su sexo y género. El primer paso hacia el cambio es la toma de
conciencia. No se trata de mejorar el cuidado médico solo para las
mujeres, se trata del cuidado de la salud personalizado e individualizado para
todos”, concluye la Dra. McGregor.

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