Cuando imaginas que el desgobierno de
Nicolás Maduro ya no tiene capacidad para hacer más daño y terminar de hundir
al país en el pantano de la miseria, el hambre y la pobreza, te encuentras con
la imposición – porque no fueron consultadas con nadie –, de medidas económicas
inconstitucionales, sacadas de la mente perversa de quién sabe quién.
Estos “funcionarios”
han sido capaces de avalar la peor devaluación registrada y de destruir la
moneda de su propio país; de demoler el poder adquisitivo de sus trabajadores;
de generar y alimentar por más de dos años la espiral hiperinflacionaria; de
matar a tantos niños, jóvenes, adultos y ancianos de hambre y de las
enfermedades derivadas de él; y de acabar con la producción nacional en favor
de las importaciones.
Nadie que ama
verdaderamente a sus hijos o a su pareja, le causa daño. Quienes ostentan el
poder y se hacen llamar “socialistas”, “revolucionarios”, “hijos de Chávez” y
además “protectores” de los venezolanos, actúan con la población como el
machista que golpea a su mujer: la
maltrata física, verbal, moral y emocionalmente, y después, le jura que la ama
y que no volverá a suceder. Hasta el próximo episodio en que comete el
feminicidio.
Quienes se dicen
gobernantes del país están enfermos de poder. Creyéndose dueños de todo, de los
recursos que produce el Estado e incluso de la propia vida de los venezolanos,
están destruyendo lo poco que queda. Absolutamente desconectados de la gente,
de sus problemas y necesidades, sólo se regodean en demostrar quién tiene y
ejerce el poder. Lo demás no les importa.
Y el venezolano que
siempre ha sido voluntarioso, ha perdido toda esperanza de salir de este
círculo vicioso, al ver a supuestos líderes de oposición peleando, como los
borrachos, por la botella vacía. No tienen el poder y ya se reparten los cargos
como si lo tuvieran.
El divorcio con la realidad es total, de lado y
lado. El país está en un momento crítico. La brecha entre los que ganan y
manejan dólares – cuyo porcentaje es menor – y los que devengan sueldos y
salarios en bolívares se ha profundizado de tal manera, que quienes menos ganan
han agravado sus condiciones de vida.
Pero desde el
desgobierno están tan enceguecidos por el poder, que ahora han impuesto a
troche y moche, medidas económicas absolutamente descabelladas que sólo
terminarán por desangrar a la ya menguada población.
En diciembre,
impusieron – como quien no quiere la cosa – el petro (criptomoneda que ningún
país del mundo reconoce), pagando un bono miserable que millones de venezolanos
intentaron gastar cuanto antes por efecto de la hiperinflación.
Destruyeron el bolívar
como moneda de curso legal. En un país normal y decente, las autoridades del
Banco Central habrían evitado el colapso y, en última instancia, habrían
dimitido por diferencias con el gobierno. Pero Venezuela no es un país
normal. Quienes están
en el BCV tendrán que responder, en algún momento de la historia, ante la
justicia venezolana por este crimen.
Ahora obligarán a todos
los venezolanos que estén necesitados de tramitar algunos documentos en el
Saime, a cancelarlos en la criptomoneda inexistente, cuyo valor – como colofón
de la historia – está anclado al dólar. Igual ocurrirá con quienes hagan
trámites en registros y notarías públicas.
El pasado miércoles, la
írrita Asamblea Constituyente aprobó además, sin debate alguno y alegando la
necesidad de disminuir el déficit fiscal, la reforma parcial al Código Orgánico
Tributario, a la Ley del Impuesto al Valor Agregado y a la Ley Orgánica de
Aduanas.
¿Saben ustedes que
contienen estas perversas reformas? Aumentar la alícuota de los impuestos, así
como el valor de la Unidad Tributaria. Los efectos los pagaremos todos los
venezolanos, pero los más pobres serán los más azotados.
La reforma parcial del
IVA aprobada a petición del denominado “presidente obrero”, establece el cobro de un impuesto
adicional que va del 5% al 25%, a las compras de bienes y servicios en moneda
extranjera, incluidas las criptomonedas. Hasta la fecha,
el IVA tiene una sola alícuota de 16% ¿A quién trasladarán el costo? Al
consumidor final.
Esto me hace recordar,
que durante el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez se trató de poner en
marcha un plan de ajuste económico (denominado El Paquete) que estimaba, entre
otras cosas, el aumento del precio de la gasolina en Bs. 0,25 (un medio) y en
10% la alícuota del IVA. El Fondo Monetario Internacional hizo esas exigencias
a cambio de concederle a Venezuela un préstamo de $4.500 millones en los tres
años siguientes (1990 – 1991 – 1992). Y por eso, los socialistas, le
incendiaron el país. Ahora pretenden justificar lo injustificable.
La reforma parcial del
Código Orgánico Tributario (COT) le permitirá al “presidente obrero” cobrar
todos los valores de multa y de impuestos indexados a la divisa de mayor valor
que disponga el BCV, es decir, el euro. No olvidemos que en esta normativa, la
Unidad Tributaria es la medida utilizada para el cobro de tributos como el
Impuesto sobre la Renta (ISLR) y las multas.
Maduro está desesperado
por echarle mano a la ingente cantidad de dinero que está ingresando al país,
producto de la dolarización de algunas actividades. Para nadie es un secreto
que la dramática caída de la producción de petróleo (en un país que es monoproductor
desde hace un siglo) y en consecuencia de los ingresos petroleros, así como de
los tributos que aportaban las grandes, pequeñas y medianas empresas e
industrias (la mayoría cerradas por la crisis y el estancamiento económico
sostenido desde 2014), ha desvanecido la recaudación tributaria por efectos de
la hiperinflación.
Y la reforma de la Ley
Orgánica de Aduanas y Comercio Exterior faculta al Servicio Autónomo de
Registros y Notarías, incrementar el valor de la UT, anclado a la variación de
la cotización del petro, oficializando entonces el cobro de servicios y tasas
en petro en entidades que manejan divisas como el Saime, el Saren y
Bolipuertos.
El perverso modelo socialista del siglo XXI
intenta echar mano a los pocos recursos que quedan en el país. Importadores y comerciantes se
debatirán entre seguir importando o vender a precios que prácticamente ningún
venezolano podrá pagar.
Si hoy
hay hambre en Venezuela, lo que se avecina con estas leyes, es inimaginable.
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