El Monje de Camoruco
Por Sergio Márquez Parales
Columna 3-8-2018
Divergencias entre líderes opositores
retrasan plan de acción frente al gobierno (Parte 2)
En nuestra columna de hoy, continuaremos con
nuestro modesto análisis sobre las diversas complicaciones existentes entre las
diferentes corrientes opositoras para alcanzar una estrategia única frente al
gobierno del presidente Nicolás Maduro.
Si hay algo que ha deteriorado notablemente el
respaldo popular a la coalición opositora, es precisamente la ambigüedad del
comportamiento de sus líderes.
Independientemente de que se pueda estar de
acuerdo o no con la posición radical de la señora Machado, todos reconocen que
es la única que siempre ha tenido un mismo discurso; sin embargo, estamos más
que seguros que “a la hora del té”, muchos de los que hoy la aplauden, correrán
presurosos a cerrar filas con quienes ofrecerán posiciones consensuadas, por
aquello de que “es mejor pájaro en mano, que cien volando”.
Cuando la oposición tomó el control de la Asamblea
Nacional mediante el voto popular en diciembre del 2015, se abrió un abanico de
oportunidades para gestar de manera constitucional, el anhelado cambio ofrecido
por la oposición; pero, siempre hay un bendito pero, todavía nadie entiende
como en tan solo horas les fueron arrebatados ante sus ojos tres diputados, ni
tampoco por qué no se realizaron las designaciones de los nuevos integrantes
del TSJ y del CNE en su debido momento. Pero lo más grave, es que tanto Ramos
Allup, como Julio Borges, no hayan tenido la voluntad suficiente para durante
sus períodos al frente de la Asamblea Nacional, promover el gran acuerdo
nacional tan necesario para superar la crisis política y económica que atraviesa
el país, por haberse dedicado a su promoción personal para en cada uno de sus
momentos, ser designados presidentes interinos cayendo en el error de “contar pollos
antes de nacer”.
No podemos estar de acuerdo con quienes se
refieren a los dirigentes opositores como “colaboracionistas”, pero respetamos
sus opiniones porque el comportamiento de algunos de ellos, lamentablemente ha
dejado mucho que desear.
Para intentar subsanar lo anteriormente descrito,
la AN procedió a designar un TSJ, el cual por haber sido consecuencia de la
decisión de un ente en “desacato”, ha sido objeto de múltiples
cuestionamientos, siendo el más resaltante, el que se basa en el artículo 6 de
la Ley del Tribunal Supremo de Justicia, que establece que la sede de dicho
ente, es la ciudad de Caracas, dejando en una especie de limbo jurídico el tema
de que si ese TSJ que en principio pudo ser legítimo, lo sigue siendo al
establecer su sede en otro país.
La guerra de dimes y diretes sobre la “ilegitimidad”,
abarca por igual a la Asamblea Nacional (desacato); la Asamblea Nacional
Constituyente (cuestionamiento sobre su elección y usurpación de funciones), el
TSJ en el exilio (no existe esa figura de órganos en el exilio); las
actuaciones de la Sra. Ortega Díaz; y hasta hay algunos que insisten en
defender la tesis de un supuesto abandono de cargo o del vacío de poder.
En fin, las cosas han llegado a tal nivel,
que hay gente que ha comenzado a pensar seriamente que la solución sería una
intervención militar extranjera, hecho que particularmente rechazamos en
principio porque no se corresponde con nuestra visión de los mecanismos ideales
para la solución de conflictos; y también, porque en caso de una intervención puede pasar
lo que ocurrió en Chile, donde poco a poco fueron desalojando del gobierno a
los civiles para dar paso a los militares; y ojo, entiéndase bien, ninguna
intervención militar se va a dar en Venezuela sin la participación de
representantes de las fuerzas armadas nacionales por lo que el riesgo de lo
ocurrido en Chile siempre va a estar latente.
Mientras tanto, los días pasan sin que se
vislumbre ese gran acuerdo nacional para atender las necesidades del pueblo, ni
mucho menos se presente una agenda clara de actividades para lograr avances
reales hacia un presunto cambio de gobierno.
Los llamados a paros y protestas han
fracasado anteriormente y nada ni nadie puede asegurar que ahora tendrán
resultados diferentes a los anteriores.
Aunque parezca mentira, los venezolanos están
muy ocupados en solucionar sus problemas económicos y de subsistencia diaria para
arriesgarse en una aventura en la cual los principales convocantes carecen de
la credibilidad necesaria para motivar un sentimiento nacional o lo hacen desde
cómodas instancias internacionales; sin embargo, esta es Venezuela, un paraíso
en donde cualquier cosa puede pasar; tanto así, que quienes ayudaron a crear el
proyecto de la Revolución Bolivariana; entiéndase: Giordani, Izarra Jr., Navarro,
Cabezas, Ortega Díaz, Rodríguez Torres, Rafael Ramírez, Nicmer Evans y tantos
otros, hoy son vitoreados, aplaudidos e investidos con trajes de salvadores de
la patria.
Quien sabe, a lo mejor es alguno de ellos
quien recoge la siembra que muchos han hecho a lo largo de 19 años.
Como diría el recordado Oscar Yánez: “Así son
las cosas”.
Hasta nuestra próxima entrega amadísimos
fieles.
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