Columna de Rafael Rodríguez Olmos
“Efecto Cavallo”
Domingo Cavallo fue aquel “genio” economista argentino
cuya tesis sostenía que la economía debía tocar fondo, para que, de sus
cenizas, resurgiera nuevamente como el Ave Fénix. Eso llevó a la Argentina a
una crisis de tales proporciones que la gente comenzó a saquear los bancos. El
llamado “corralito” fue un marasmo de la banca austral que empobreció aún más
al pueblo gaucho. Creo que Argentina pasará a la historia como el único país
del mundo que tuvo cinco presidentes en menos de cuatro horas.
El tío Miguel que lo sabía casi todo, tenía una
mordacidad a flor de piel. “Nunca hay crisis en los bancos, sobrino. La crisis
es para la gente. Y la banca en América Latina, es peor que la de Europa. Son
más delincuentes, más rastreros y menos técnicos. Y necesita de una estrategia
muy precisa para detener esas barbaries, o de lo contrario, acabará contigo”,
me explicaba con esa voz trémula y grave, signo de que el cigarro no lo había
perdonado. Le faltaba poco para su partida.
Pues creo
que nadie se atrevería a negar que la economía venezolana ya tocó fondo y que
el gobierno está muy aterrado, porque encima de todo, hay que monitorear la
reunión de Mike Pence con Iván Duke, donde, como dije, el tema fue Venezuela y
con toda seguridad que trataron la posibilidad de una intervención militar.
Pero
ciertamente, ya no es posible sostener más a la nación con una inflación de
tres dígitos, aunque algunos especialistas adelantan que en diciembre llegará a
cuatro dígitos. El déficit fiscal es de 20%, el diferencial cambiario pasa el
2.800%. Como no se publican datos oficiales, no se sabe cuánto es la deuda
externa, aunque los conocedores de la materia la ubican entre 250 mil y 500 mil
millones de dólares, la mayor parte propiedad de los chinos. La deuda interna
es el doble, pero es menos preocupante. Por razones que aún desconocemos la
recaudación disminuyó en un 60%, y el Seniat no explica por qué. Y en cuanto a
la gallina de los huevos de oro, Pdvsa, ya sabemos que está en ristras, es casi
un ripio. De tres millones de barriles que llegó a producir en tiempos de
Chávez, en este momento no llega a 900 mil barriles día, de los que, 200.000
los produce Petrozamora y es propiedad exclusiva de los rusos, quienes tienen
allí a todos sus técnicos y sus obreros trabajando para garantizar esa
producción. De los 700 mil restantes, unos 400 mil se pagan mayormente a los
chinos por los convenios. Es decir, que solo hay 300 mil barriles para generar
dólares para el país, con la buena fortuna de que el crudo va al alza.
¿Recuerdan que alguna vez se les vendían a los gringos un millón cien mil
barriles diarios? Olvídense, ya eso no existe. Y de paso, todo ese desastre de
Pdvsa tiene un ingrediente adicional, pues aguas adentro aseguran que más del
60% del personal técnico se fue a Brasil, Argentina, Ecuador, Bolivia y
Colombia. Todos tienen un poquito de petróleo y de gas y los expertos
venezolanos saben mucho de eso y tienen ese conocimiento para vender. Mientras
un ingeniero petrolero venezolano gana dos dólares mensuales en Pdvsa, en
Argentina por ejemplo gana 3.500, incluyendo una serie de beneficios que ya
quisiera los trabajadores de Pdvsa. Hace poco estuve en uno de sus comedores
que antes estaba lleno de trabajadores, de buena comida, buenos postres y buena
atención, hoy parece Ortiz, el pueblo de Anzoátegui que narra Miguel Otero
Silva en su novela Fiebre: lúgubre y sombrío.
Por otro
lado, el gobierno se está reuniendo con los empresarios y la banca, en un
intento por reanudar al menos un sector de la producción. La banca pone como
condición sine qua non el aumento de
las tasas de interés, es decir, más desgracia para la clase media que es la
poseedora de tarjetas de crédito y de préstamos. Los empresarios por su parte, están
pidiendo dólares para importar materia prima, poder exportar parte de la
producción, quitar los frenos laborales y una larga cadena de etcéteras.
En las
discusiones que se están a alto nivel y la participación de los asesores, hay
varios puntos que producen escozor. Todos saben que es verdad, pero nadie tocar
el tema, es como virulento. Es parte de la crisis, pero es un tema político
altamente sensible: aumento de la gasolina y privatización de los servicios
públicos, la vialidad y el agua.
Mientras
tanto, la agresión de los precios no tiene parangón en la historia económica del
país. La voracidad es sin límites. No hay forma de explicar cómo un jabón de
panela pasa de costar 900.000 bolívares –que es un exabrupto- a 3.900.000 en
menos de dos semanas, que ya es gansterismo. Jabón de panela, cuyo componente
básico es ceniza. Cuál puede ser el costo de ese producto para que se venda a
ese precio. Quizás peor ejemplo es el precio del cambur, una fruta que solo se
siembra, se riega una vez a la semana y se le echa fertilizante una sola vez
durante la cosecha. Una siembra de cuatro hectáreas, requiere de un solo
trabajador, si acaso dos. ¿Por qué un kilo de cambur cuesta 100.000 bolívares?
Cuando los
muchachos regresen de las vacaciones, los padres se encontrarán que la lista de
los útiles escolares rondará, al precio de hoy, poco más de cien millones de
bolívares. ¿Qué hará un padre cuando descubra que un cuaderno cuesta 3.5
millones de bolívares y debe comprar al menos cinco? Estoy hablando de precios
de este momento, no de precios de septiembre.
Lo
anterior no tiene otra explicación más allá que no sea la dolarización del país.
Ya nada se negocia que no sea en dólares, oro o plata. Una consulta médica
cuesta entre cinco y 25 dólares, una intervención quirúrgica hasta cien mil
dólares, un carro entre 800 y 5.000 dólares, una moto de 600 dólares en
adelante, un antibiótico de un dólar en adelante, un par de zapatos entre 3 y 20
dólares, cosméticos de un dólar en adelante, una vivienda, dependiendo de su
ubicación, de cinco mil dólares en adelante. Todo lo que es importante para la
actividad cotidiana de una persona, se negocia en dólares. Nadie quiere
bolívares porque sencillamente no valen nada. Y para ñapa, el Estado quiere
ponerle la mano a los 20 0 50 dólares de remesa que están enviando los
venezolanos que viven fuera a sus familiares, que están pelando bolas, como si
en verdad ese fuera el problema.
Le he
preguntado a amigos expertos en la materia y ninguno atina a decirme qué hacer.
Aunque todos coincidimos en que, a pesar de la gravísima crisis del país, hay
recursos y vías para enfrentarla y resolverla. Solo falta disposición. Verdad o
no, lo cierto es que el gobierno está metido en una trampa. Por los momentos la
economía ya tocó fondo, como recetó Cavallo. Solo nos falta el “corralito” y
resurgir de las cenizas como el Ave Fenix. Dios nos agarre confesados.
Caminito de hormigas…
Como
es eso que en los depósitos de Puerto Cabello hay baterías, lubricantes y
cauchos por bojote y los vehículos parados en Valencia por falta de cauchos.
Alguien puede explicarlo… Vuelvo a
preguntar, por qué las cajas Clap no traen un sello que diga “favor no recibir
si está abierta”, y, además, escrito, una lista de su contenido.
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