Columna de Eduardo Fernández
1952
En 1952 Venezuela, para variar, estaba sometida a una dictadura militar.
Rómulo Gallegos, el primer presidente de Venezuela elegido por el voto
universal, directo y secreto del pueblo, había sido derrocado y enviado al
exilio.
El principal partido político del país, Acción Democrática, estaba
ilegalizado. En la misma situación estaba el Partido Comunista de Venezuela.
Los líderes de esos partidos estaban presos, perseguidos, exilados o en la
clandestinidad.
En esas circunstancias, la dictadura convocó una elección para la Asamblea
Constituyente. Estaría encargada de elegir al Presidente de la República para
el periodo 1952-1957. Por supuesto, hubo un debate en la oposición acerca de si
se participaba en las elecciones o no. La dirección de Acción Democrática en el
exilio se inclinaba por no participar. Los militantes y dirigentes de ese
partido en Venezuela se inclinaban por participar.
Dos años antes, el presidente de la Junta Militar, teniente coronel Carlos
Delgado Chalbaud fue asesinado. En vísperas de las elecciones el secretario
general de AD, Leonardo Ruiz Pineda, también fue asesinado. Evidentemente, no
había condiciones para unas elecciones limpias y transparentes. Sin embargo, en
esas circunstancias extremadamente difíciles, dos líderes democráticos
decidieron participar: Jóvito Villalba y Rafael Caldera. Contra todos los
pronósticos Jóvito Villalba y su partido Unión Republicana Democrática
derrotaron a la dictadura el 30 de noviembre de 1952. Por supuesto, en la
votación de URD hubo una gran cantidad de votos provenientes de las bases
populares de AD que entendieron que el camino para salir de la dictadura era
concurrir a las urnas electorales.
En el caso de Copei, Rafael Caldera convocó a un mitin en el Nuevo Circo de
Caracas, ágora democrática de aquella época, y pronunció un memorable discurso
en el cual dijo: “Escogemos la lucha”. Es decir, Copei no tomó el camino de la
abstención, sino que se dedicó a recorrer al país llevando un mensaje de rebeldía
y de protesta.
URD y Copei no legitimaron a la dictadura con su concurrencia a las
elecciones. Al contrario, denunciaron los atropellos y los abusos que se
cometían, enfrentaron al régimen y lo derrotaron.
Cinco años más tarde hubo que convocar nuevas elecciones presidenciales.
Villalba estaba en el exilio como Gallegos, Betancourt y Gustavo Machado del
PCV. El único líder importante que quedaba en el país era Caldera. Para
impedirle que participara en las elecciones, la dictadura decidió secuestrarlo
en un calabozo de la Seguridad Nacional.
Tuvieron que inventar un plebiscito que terminó siendo fatal para la
dictadura.
Seguiremos conversando
@EFernandezVE

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