El
Monje de Camoruco
Por
Sergio Márquez Parales
Columna 25-8-2017
Entrega Especial: Verdades ocultas sobre sanciones impuestas a Venezuela desde USA
Fuente: El Nuevo Herald.
Mientras los asesores de la Casa Blanca y del
Congreso planeaban duras sanciones contra Venezuela, un funcionario del
Departamento de Estado encargado de los temas latinoamericanos se reunía en
privado con el entonces ministro de Relaciones Exteriores de ese país, Samuel
Moncada.
Era el 23 de julio, una semana antes del voto
programado para escoger la Asamblea Nacional Constituyente y Thomas Shannon
estaba dispuesto a hablar sobre cómo seguir dialogando. Dentro de la
administración de Donald Trump, los bandos quedaban claros. El senador por la
Florida, Marco Rubio, junto a un grupo en la Casa Blanca que incluyó al asesor
de seguridad nacional H.R. McMaster, favorecía duras sanciones económicas
dirigidas a invalidar al gobierno del presidente Nicolás Maduro. Del otro
estaba el Departamento de Estado. Pero en realidad, era Shannon quien se
ocupaba del tema de Venezuela, mientras el secretario de Estado Rex Tillerson
se centraba en otras crisis, como las amenazas nucleares de Corea del Norte.
El presidente Donald Trump había prometido
sanciones económicas “fuertes y rápidas”, incluyendo posibles sanciones
petroleras, contra Venezuela. Y el grupo de varias agencias gubernamentales
estuvo casi de acuerdo en lo que implicaría ese paquete de castigos. Shannon,
sin embargo, siguió avanzando hacia un objetivo diferente: un castigo más
limitado que podría permitir que el diálogo continuara.
Dos días después de la reunión no revelada de
Shannon con el entonces ministro de Relaciones Exteriores Samuel Moncada, el
gobierno venezolano convocó una reunión sorpresa con periodistas
estadounidenses en la residencia del embajador venezolano en Washington.
Durante un típico desayuno con arepas, Carlos Ron, el encargado de negocios de
la embajada, criticó las amenazas estadounidenses de extender las sanciones
contra el sector petrolero venezolano. Pero también dejó claro que querían
mantener el diálogo.
En ese momento, Ron sacó su teléfono celular
para una llamada especial del propio Moncada, quien a través del altavoz del
teléfono, martilló los mismos argumentos: Venezuela quería seguir hablando,
pero Caracas esperaba que Washington respetara su soberanía.
“Lo que queremos es un diálogo, pero con
respeto”, dijo Ron. “No con amenazas. Venezuela no se va a sentar en una mesa
amenazada”.
Dentro del gobierno de Estados Unidos,
Shannon también quería que las líneas de comunicación con Caracas permanecieran
abiertas y, según múltiples fuentes, pasó los días siguientes presionando
contra los avances del Consejo de Seguridad Nacional (NSC) y Rubio, y
advirtiendo que las agresivas sanciones podrían cerrar los canales
diplomáticos.
Los debates fueron intensos. En un momento
dado, Fernando Cutz, director del NSC para América del Sur, criticó a funcionarios
del Departamento de Estado, ante unos 30 asesores de alto rango en una reunión
del Comité de Coordinación de Políticas del NSC.
Shannon perdió el enfrentamiento: el equipo
acordó un plan que cumpliría las promesas de Trump. El viernes antes de la
votación de la asamblea constituyente, el vicepresidente Mike Pence llamó al
preso político Leopoldo López y le aseguró que Estados Unidos tomaría medidas
si Venezuela despojaba a los legisladores de sus poderes constitucionales.
Shannon es uno de los diplomáticos más
respetados, no sólo en Estados Unidos, sino en el hemisferio. Ha servido a tres
presidentes, fue embajador en Brasil y se le atribuye un rol importante como
facilitador del acuerdo de paz en Colombia. Y, con esa experiencia, este
veterano del Departamento sabía que le quedaba otra opción. Todavía podía
convencer a Tillerson.
El domingo 30 de julio, apenas unas horas
después de que Maduro celebrara lo que ha sido ampliamente criticado como una
votación fraudulenta, Trump firmó el conjunto de severas sanciones acordadas
por el grupo de varias agencias y apoyado por el equipo de Rubio. Pero esa
noche, de acuerdo con una fuente, Tillerson intervino alentado por Shannon. El
secretario de Estado le dijo al Presidente que el castigo era demasiado severo,
dijo la fuente.
Así que al día siguiente, la administración
proclamó a Maduro como dictador y emitió un conjunto más suave de sanciones que
atacaron exclusivamente al presidente venezolano.
Los defensores de las sanciones más fuertes
estaban furiosos y culparon a Shannon.
“Nadie está sirviendo como contrapeso a
Shannon”, dijo un ex funcionario del Departamento de Estado que todavía asesora
a funcionarios de la Administración actual. “Tillerson está demasiado ocupado
con Corea del Norte y John Sullivan, el subsecretario de Estado, está demasiado
ocupado manejando el Departamento”.
Rubio, claramente irritado durante una
audiencia en el Senado después de la votación en Venezuela, desafió a un alto
funcionario del Departamento de Estado que se negó a calificar las elecciones
de “ilegítimas”, e insistió en calificarlas simplemente de “defectuosas”.
“Sé que el proceso fue defectuoso”, presionó
Rubio. “El resultado es esta nueva asamblea constituyente. No puede haber una
Asamblea Nacional legítima y una asamblea constituyente legítima. Si la
Asamblea Nacional es la única entidad legítima, la asamblea constituyente por
definición es ilegítima”.
Rápidamente aumentó la presión para una
segunda respuesta más contundente. Y Shannon, habiendo convencido a Tillerson
una vez, no pudo detener a la Casa Blanca dos veces.
“Es casi todo el mundo contra Shannon”, dijo
un funcionario estadounidense esta semana, mientras se estaban celebrando las
discusiones finales. “Shannon está solo”.
Eventualmente, el jefe de personal de Trump,
John Kelly, se unió a Pence y McMaster para derrocar a Shannon y alentar a
Trump a firmar el paquete de sanciones anunciado el viernes.
Según varias fuentes, Tillerson apoyó la
decisión. Y la Casa Blanca entregó el conjunto más severo y más amplio de
sanciones que quería el NSC.
Y al final, en lugar de estar allí para
presenciar su propia derrota, Shannon se fue de vacaciones.
Hasta la próxima entrega apreciados lectores.

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