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miércoles, 31 de mayo de 2017

Petróleo: factor de equilibrio, desestabilización y un Ás bajo la manga en las relaciones USA-Venezuela

El Monje de Camoruco por Sergio Márquez Parales 


Petróleo: factor de equilibrio, desestabilización y un Ás bajo la manga en las relaciones USA-Venezuela



A continuación parte del informe presentado y publicado por la cadena BBC-Mundo

“Aunque los gobiernos de Barack Obama y Donald Trump han impuesto en los últimos años sanciones —las últimas el pasado 18 de mayo— contra el entorno del presidente Nicolás Maduro por la supuesta actuación autoritaria del presidente venezolano, en lo que respecta al negocio petrolero, esas tensiones entre ambos países parecen no verse afectadas. El presidente Maduro perennemente acusa a EE UU de orquestar un plan para derrocarle y Trump asegura que Venezuela es un “desastre”. Pero detrás de esa retórica y bajo la amenaza de nuevas penalizaciones de Washington contra funcionarios venezolanos, se mantiene el  usual  comercio petrolero entre ambas naciones.

Estados Unidos es el primer destino de las exportaciones petroleras de Venezuela, que es su tercer suministrador. Caracas vendió en 2016 un promedio de 741.000 barriles al día de crudo a Washington, según el registro del Departamento de Energía estadounidense; lo cual teniendo en cuenta el precio de referencia del año pasado, equivale a un negocio de 32,2 millones de dólares al día. Citgo, que Pdvsa controla desde los años ochenta, es el principal comprador de combustible venezolano en EE-UU.

Debido a los hechos registrados recientemente en Venezuela, acentuados por los intentos del presidente Maduro de presuntamente reescribir la Constitución para aislar a la oposición, ha crecido la especulación sobre si el Gobierno de Trump se atrevería a adoptar penalizaciones sectoriales, en el entendido de que cualquier paso en esa dirección, afectaría a la industria petrolera de ese país. El crudo es el sustento de la economía venezolana y su único lazo comercial relevante con EE-UU. Un embargo al petróleo venezolano, como el que impusieron EE UU y la Unión Europea a Irán hasta la implementación del acuerdo nuclear, sería catastrófico para Caracas.

Mara Roberts, analista energética en Nueva York de la consultora BMI Research, expresó que: “Venezuela —que posee las mayores reservas del hidrocarburo del mundo— exportó en 2016 a EE UU el 30% de su producción y colmó el 4% de la demanda estadounidense, según datos citados por la agencia Bloomberg. El envío de barriles cayó el año pasado a su nivel más bajo desde 1991 por las dificultades de producción venezolana, pero el país mantiene una cómoda ventaja frente a México y Colombia, que son el cuarto y quinto suministrador, respectivamente, de crudo a EE UU.

Roberts sostiene que EE UU podría resistir perfectamente un embargo al petróleo venezolano. Lo podría compensar sin que lo notara el consumidor con una mayor importación de otros países, principalmente Canadá, que es su principal proveedor. En cambio, Venezuela tiene una “dependencia increíble” del mercado norteamericano. Un embargo, señala la experta, desencadenaría un triple efecto nocivo para Caracas. Pdvsa tendría que buscar nuevos mercados y más lejanos para compensar el bloqueo de Washington, lo que debilitaría aún más sus frágiles finanzas, ya muy golpeadas por el descenso del precio del petróleo y la mala gestión interna. Las tres refinerías de Citgo en EE-UU tendrían que importar crudo de otros países, lo que también dispararía los costos internos. Y los ciudadanos venezolanos “pagarían el precio” por el aún mayor ahogo económico que sufriría el Gobierno y que empeoraría la crisis en el país. Habría incluso una cuarta consecuencia retroactiva. Venezuela ya no podría comprar, como hizo por primera vez a principios de 2016, petróleo estadounidense —que diluye en el suyo, que es más pesado— para compensar el declive de su producción por la escasa inversión.

Por otra parte,  la inquietud por un control Ruso de CITGO, ha venido siendo utilizado como argumento para justificar acciones contra Venezuela pues para nadie es un secreto que  el Estado venezolano, a través de Pdvsa, compró en dos tramos la totalidad de Citgo entre 1986 y 1990. La compañía, con sede en Houston, fue fundada en 1910 y muchos estadounidenses desconocen que es de propiedad venezolana. Pero aun así, Caracas ha tratado de utilizarla políticamente. Desde 2005, Citgo ha proporcionado en invierno a precios muy bajos petróleo, que se utiliza para calentar, a una organización que ayuda a vagabundos en Boston gestionada por un familiar del expresidente John F. Kennedy. El Gobierno venezolano trata desde 2014 de vender Citgo, que es un negocio rentable de Pdvsa. En las últimas semanas, varios senadores demócratas y republicanos han pedido al Departamento del Tesoro que no permita que Rusia pueda tomar el control de Citgo, lo que, alegan, podría tener consecuencias de seguridad energética y en los precios. El motivo es que Rosneft, la compañía petrolera estatal rusa, hizo un préstamo de unos 5.000 millones de dólares a Pdvsa. Y a cambio Pdvsa colocó el 49,9% de sus acciones en Citgo como garantía en caso de impago.; lo que significa que si la compañía venezolana no logra devolver el crédito a finales de este año, a Rosneft solo le haría falta comprar un pequeño número de bonos para hacerse con el control mayoritario de Citgo.

“Es una desgracia para la humanidad” y ” trabajaremos con otros para hacer lo que sea necesario para ayudar a arreglar esto”, son apenas 2 de las frases más recientes de Trump en relación con Venezuela, país que en su opinión ha sido “increíblemente mal gobernado durante mucho tiempo”, sin embargo, Trump acaba de tomar una decisión que hace realidad un deseo largamente acariciado tanto por Cuba como por Venezuela: en su propuesta de presupuesto para el año fiscal 2018 eliminó todos los fondos asignados a la agencia de cooperación estadounidense USAID destinados a programas en esos 2 países.

Se trata de una medida que, según analistas consultados por BBC Mundo, resulta contradictoria con el discurso de Trump sobre esos países y que favorece los intereses de La Habana y Caracas.

Hasta 2016, USAID tenía presencia en 19 países de América Latina con un presupuesto de cerca de mil millones de dólares. Para 2018, el gobierno de Trump propone reducir esos fondos a $756 millones, y que se queden en cero en Cuba, Ecuador y Venezuela. Según los datos más recientes disponibles, la USAID destinó en 2016 unos 6,5 millones a Venezuela, donde los programas que más fondos han recibido en los últimos años se refieren al apoyo a los medios de comunicación independientes, protección y promoción de los derechos humanos. La Habana y Caracas han manifestado durante años su rechazo a las actividades de la agencia de cooperación estadounidense, a la que acusan de ser un instrumento de injerencia externa que alienta la subversión y desestabilización en ambos países.

Carlos Ponce, director para América Latina y el Caribe de Freedom House, considera que la eliminación de los fondos para los programas de la USAID en Cuba y Venezuela contradice el discurso del gobierno de Trump. “Si el mensaje es: apoyemos la democracia en Venezuela, a organizaciones que defienden los derechos humanos y a personas que intentan levantar la voz ante un gobierno, entonces, no se entiende cómo esa preocupación, no se traduce en un presupuesto para acciones concretas a favor de la democracia y de los derechos humanos en Venezuela”, agregó Ponce”. Fuente: BBC Mundo.


“Más claro no canta un gallo ni aquí, ni allá”. Acotación nuestra. 

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