El
Monje de Camoruco por Sergio Márquez Parales
Petróleo: factor de equilibrio, desestabilización
y un Ás bajo la manga en las relaciones USA-Venezuela
A continuación parte del informe presentado y
publicado por la cadena BBC-Mundo
“Aunque los gobiernos de Barack Obama y
Donald Trump han impuesto en los últimos años sanciones —las últimas el pasado
18 de mayo— contra el entorno del presidente Nicolás Maduro por la supuesta
actuación autoritaria del presidente venezolano, en lo que respecta al negocio
petrolero, esas tensiones entre ambos países parecen no verse afectadas. El
presidente Maduro perennemente acusa a EE UU de orquestar un plan para
derrocarle y Trump asegura que Venezuela es un “desastre”. Pero detrás de esa
retórica y bajo la amenaza de nuevas penalizaciones de Washington contra
funcionarios venezolanos, se mantiene el usual comercio petrolero
entre ambas naciones.
Estados Unidos es el primer destino de las
exportaciones petroleras de Venezuela, que es su tercer suministrador. Caracas
vendió en 2016 un promedio de 741.000 barriles al día de crudo a Washington,
según el registro del Departamento de Energía estadounidense; lo cual teniendo
en cuenta el precio de referencia del año pasado, equivale a un negocio de 32,2
millones de dólares al día. Citgo, que Pdvsa controla desde los años ochenta,
es el principal comprador de combustible venezolano en EE-UU.
Debido a los hechos registrados recientemente
en Venezuela, acentuados por los intentos del presidente Maduro de presuntamente
reescribir la Constitución para aislar a la oposición, ha crecido la
especulación sobre si el Gobierno de Trump se atrevería a adoptar penalizaciones
sectoriales, en el entendido de que cualquier paso en esa dirección, afectaría
a la industria petrolera de ese país. El crudo es el sustento de la economía
venezolana y su único lazo comercial relevante con EE-UU. Un embargo al
petróleo venezolano, como el que impusieron EE UU y la Unión Europea a Irán
hasta la implementación del acuerdo nuclear, sería catastrófico para Caracas.
Mara Roberts, analista energética en Nueva
York de la consultora BMI Research, expresó que: “Venezuela —que posee las
mayores reservas del hidrocarburo del mundo— exportó en 2016 a EE UU el 30% de
su producción y colmó el 4% de la demanda estadounidense, según datos citados
por la agencia Bloomberg. El envío de barriles cayó el año pasado a su nivel
más bajo desde 1991 por las dificultades de producción venezolana, pero el país
mantiene una cómoda ventaja frente a México y Colombia, que son el cuarto y
quinto suministrador, respectivamente, de crudo a EE UU.
Roberts sostiene que EE UU podría resistir
perfectamente un embargo al petróleo venezolano. Lo podría compensar sin que lo
notara el consumidor con una mayor importación de otros países, principalmente
Canadá, que es su principal proveedor. En cambio, Venezuela tiene una
“dependencia increíble” del mercado norteamericano. Un embargo, señala la
experta, desencadenaría un triple efecto nocivo para Caracas. Pdvsa tendría que
buscar nuevos mercados y más lejanos para compensar el bloqueo de Washington,
lo que debilitaría aún más sus frágiles finanzas, ya muy golpeadas por el
descenso del precio del petróleo y la mala gestión interna. Las tres refinerías
de Citgo en EE-UU tendrían que importar crudo de otros países, lo que también
dispararía los costos internos. Y los ciudadanos venezolanos “pagarían el
precio” por el aún mayor ahogo económico que sufriría el Gobierno y que
empeoraría la crisis en el país. Habría incluso una cuarta consecuencia
retroactiva. Venezuela ya no podría comprar, como hizo por primera vez a
principios de 2016, petróleo estadounidense —que diluye en el suyo, que es más
pesado— para compensar el declive de su producción por la escasa inversión.
Por otra parte, la inquietud por un control Ruso de CITGO, ha
venido siendo utilizado como argumento para justificar acciones contra
Venezuela pues para nadie es un secreto que
el Estado venezolano, a través de Pdvsa, compró en dos tramos la
totalidad de Citgo entre 1986 y 1990. La compañía, con sede en Houston, fue
fundada en 1910 y muchos estadounidenses desconocen que es de propiedad
venezolana. Pero aun así, Caracas ha tratado de utilizarla políticamente. Desde
2005, Citgo ha proporcionado en invierno a precios muy bajos petróleo, que se
utiliza para calentar, a una organización que ayuda a vagabundos en Boston
gestionada por un familiar del expresidente John F. Kennedy. El Gobierno
venezolano trata desde 2014 de vender Citgo, que es un negocio rentable de
Pdvsa. En las últimas semanas, varios senadores demócratas y republicanos han
pedido al Departamento del Tesoro que no permita que Rusia pueda tomar el
control de Citgo, lo que, alegan, podría tener consecuencias de seguridad
energética y en los precios. El motivo es que Rosneft, la compañía petrolera
estatal rusa, hizo un préstamo de unos 5.000 millones de dólares a Pdvsa. Y a
cambio Pdvsa colocó el 49,9% de sus acciones en Citgo como garantía en caso de
impago.; lo que significa que si la compañía venezolana no logra devolver el
crédito a finales de este año, a Rosneft solo le haría falta comprar un pequeño
número de bonos para hacerse con el control mayoritario de Citgo.
“Es una desgracia para la humanidad” y ”
trabajaremos con otros para hacer lo que sea necesario para ayudar a arreglar
esto”, son apenas 2 de las frases más recientes de Trump en
relación con Venezuela, país que en su opinión ha sido “increíblemente mal gobernado
durante mucho tiempo”, sin embargo, Trump acaba de tomar una decisión que hace
realidad un deseo largamente acariciado tanto por Cuba como por Venezuela: en
su propuesta de presupuesto para el año fiscal 2018 eliminó todos los
fondos asignados a la agencia de cooperación estadounidense USAID
destinados a programas en esos 2 países.
Se trata de una medida que, según analistas
consultados por BBC Mundo, resulta contradictoria con el discurso de Trump sobre
esos países y que favorece los intereses de La Habana y Caracas.
Hasta 2016, USAID tenía presencia en 19
países de América Latina con un presupuesto de cerca de mil millones de dólares.
Para 2018, el gobierno de Trump propone reducir esos fondos a $756
millones, y que se queden en cero en Cuba, Ecuador y Venezuela. Según los datos
más recientes disponibles, la USAID destinó en 2016 unos 6,5 millones a
Venezuela, donde los programas que más fondos han recibido en los últimos años
se refieren al apoyo a los medios de comunicación independientes,
protección y promoción de los derechos humanos. La Habana y Caracas han
manifestado durante años su rechazo a las actividades de la agencia de
cooperación estadounidense, a la que acusan de ser un instrumento de injerencia
externa que alienta la subversión y desestabilización en ambos países.
Carlos Ponce, director para América Latina y
el Caribe de Freedom House, considera que la eliminación de los fondos
para los programas de la USAID en Cuba y Venezuela contradice el discurso
del gobierno de Trump. “Si el mensaje es: apoyemos la democracia en Venezuela,
a organizaciones que defienden los derechos humanos y a personas que
intentan levantar la voz ante un gobierno, entonces, no se entiende cómo esa
preocupación, no se traduce en un presupuesto para acciones concretas a favor
de la democracia y de los derechos humanos en Venezuela”, agregó Ponce”. Fuente:
BBC Mundo.
“Más claro no canta un gallo ni aquí, ni allá”.
Acotación nuestra.

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