Columna de Rafael Rodríguez Olmos
Tarek William, la OLP viola los derechos humanos ¿No lo
sabías?
He dicho
un millón de veces y lo diré dos millones más que la inseguridad es un problema
estructural. Jamás se resolverá mientras exista un Poder Judicial que es un
antro del delito, un sistema penitenciario lleno de funcionarios mal pagados
susceptibles de corrupción, y un sistema policial profundamente corrompido.
Esos tres elementos deben corregirse al mismo tiempo, porque uno sin el otro no
sirven. Mucho menos en una sociedad donde la corrupción pareciera ser el punto
de partida de todo, la génesis de la vida.
Y antes,
necesariamente debemos comenzar por la escuela y la familia. Porque si
hubiéramos comenzado por allí, con toda seguridad que nos hubiéramos ahorrado
todos esos problemas. Pero si tenemos una escuela donde una profesora de cuarto
año de bachillerato tiene sexo con dos alumnos y se hace filmar por un tercero,
entenderíamos que la descomposición moral llega a niveles realmente
preocupantes. O policías y guardias nacionales, u oficiales del ejército que
secuestran personas para cobrar rescate, entenderíamos de qué tamaño es la
tragedia.
Por ello
desde que comenzó esa cosa amorfa y sin objetivo, conocido como Operación para
la Liberación del Pueblo, mejor definida como OLP, a hacer piruetas y locuras
irracionales, concluí casi de inmediato que eso no solo no iba para ningún
lado, sino que se volvería contra el pueblo, porque incapaces de encontrar a
los malandros, la policía le entrarían a la gente con métodos similares a los
de la Cuarta República. Y una más. Demostró ser totalmente antifuncional. No es
posible activar 900 tipos para matar un malandro y quitarle un chopo. Tiene
alguien idea de cuánto cuesta eso, además de con una eficiencia casi cero. Me
causó mucha risa ver a un gobernador anunciar que una OLP había comenzado a las
tres de la mañana, movilizaron 700 hombres y hasta un helicóptero para matar un
malandro, recuperar un chopo, un machete y dos cortaúñas. “Coño, se están
burlando de mi”, me dije. Las redes sociales están llenas de fotos de malandros
con fusiles de alta potencia, pistolas, granadas, hasta lanzamorteros y me dice
este gobernador, además hasta con bombos y platillos, que mataron un malandro y le quitaron un
chopo. ¡Por favor! No me orinen la cara.
Y por si
no fuera suficiente esa ineficiencia, venía escuchando de la violación de los
derechos humanos, no de los malandros que en verdad a estas alturas me importan
un carajo, pero sí de la gente sana, común y corriente. Unos camaradas de
Anzoátegui me contaron que en un barrio donde hubo una OLP, la barbarie fue
peor que la ejercida por el ejército con la gente de Bandera Roja, cuando
asesinaron a 25 jóvenes guerrilleros que fueron sorprendidos en un encuentro
polìtico nacional en Cantaura. Por cierto, Gabriel Puerta Aponte no ha
respondido sobre eso. También camaradas de los barrios de Caracas me contaron
las barbaries que se cometieron en una OLP en El Valle. Yo viví las propias en
Carabobo y lo que se hizo en sitios como Los Guayos, Diego Ibarra, Morón y la
parroquia Miguel Peña. Fueron de tal magnitud los desmanes de esos operativos
en todo el país que José Vicente Rangel debió denunciarlo en varias
oportunidades, hasta que por fin pararon esa barbarie, esa iniciativa reptiliana
de violación a los derechos humanos, hasta que hace poco Nicolás volvió a
anunciarla. “En esta nueva fase de la
OLP vamos a corregir problemas y errores, debilidades que hubo en la primera
fase. Hemos aprendido”, dijo el 29 de mayo.
Pues
hermano, debo decirte que no aprendieron un coño porque no corrigieron un
carajo. Es más, pareciera que los policías regresaron con más arrechera,
comportándose como animales contra gente inocente, violando no solo los
derechos humanos, sino las leyes, porque hasta donde yo sé, no se pueden entrar
a una casa, destrozar todo y golpear a las personas, sin una orden de
allanamiento. Incluso robar lo que encuentran de valor.
“Maldita
vieja, dinos dónde está o si no te vamos a matar a ti a los carajitos y le
vamos a prender fuego a la casa”, le dijeron unos PNB a la pobre mujer en una
zona de Miranda en esa “nueva fase” de la OLP según Maduro. En esa oportunidad
se llevaron a los hombres de varias casas para un sitio y los golpearon a
todos. Es como un odio, como una venganza, destruyeron los enseres y hasta se
robaron unos pocos reales y un celular. Lo curioso es que ellos estaban
buscando a un ladrón. O sea, ladrones, pero con placa y pistola, buscando
ladrones. Increíble. Ya lo hicieron en otro sitio con la misma barbarie, con la
misma intensidad, sin escrúpulos y más aún, ignorantes de que Venezuela es
firmante de la Carta Universal de los Derechos Humanos.
Yo siempre
he dicho que no hay una cosa más fácil que agarrar a un malandro. El bocón del
general-gobernador que tuvimos en Carabobo cuyo nombre no mencionó porque es
una mala palabra, dijo que acabaría con la inseguridad armando a la gente del
barrio y poniendo cámaras en sitios claves. Como diría El Chavo “que bruto,
póngale cero”.
Pero sí es
cierto que las comunidades saben todo lo que ocurre en su entorno. Es el mejor
servicio de inteligencia que puede haber. Y además, si los servicios de
inteligencia del Estado no saben dónde están los malandros en este país,
estamos jodidos, es mejor entregarnos, apagar la luz e irnos para el carajo.
Las OLP es
la mayor violación a los derechos humanos que exista en la actualidad. Y a ese
ritmo, el salvajismo acabará por lanzar a la gente de los helicópteros como
ocurrió en la década de los 60. Insisto, a estas alturas me importa un carajo
lo que hagan con los malandros porque los venezolanos estamos hastiados de
ellos, y no es cierto que sean seres humanos porque un delincuente no es
humano; pero policías entrando en una casa armados rompiendo todo, golpeando a
la gente, amenazando a las 3 de la mañana por la arrechera de no encontrar al
malandro que buscan, eso dice mucho de este proceso al que Nicolás se empeña en
llamar revolución. La primera condición de un revolucionario es la
consideración, el respeto y la solidaridad. El Che lo decía “el revolucionario
está guiado por grandes sentimientos de amor”. Y si lo miramos desde el punto
de vista político, vayan ahora a decirles a esa señora y su familia que voten
por nosotros el año que viene porque estamos en el camino correcto.
Y como
todo revolucionario debe ser autocrítico, el primer denunciante de toda esa
barbarie debería ser el Defensor del Pueblo, Tarek William Saab. Públicamente,
con una rueda de prensa. Porque ese es un deber sagrado. Chávez hubiera sido el
primer cuestionador de ese irrespeto al pueblo, y estoy seguro que Nicolás no
estará de acuerdo con eso. Tampoco Padrino López.
Lo cierto
es que no se corrigió un carajo, porque es un problema estructural, no van a
detener la inseguridad porque manden un montón de policías a allanar casas y
golpear a la gente, incluyendo niños. Por el contrario, Si se acudieran al
pueblo desde un principio, no estaríamos en esto. Mucho más ahora que la
delincuencia mutó. El delito hoy día no tiene nada que ver con hambre. Y a él
se incorporaron policías y militares que formaron bandas, secuestraron y
atracaron con las armas de reglamento.
Es decir,
la inseguridad es un complicadísimo problema de Estado que no se va a resolver
con OLP, y que el gobierno debe asumir con mucha seriedad. Y eso pasa por
constituir un equipo multidisciplinario que comience a explicar causas y
consecuencias. De lo contrario, la inseguridad no se detendrá y los malandros
serán cada vez más… Y la violación de a los derechos humanos, mayor. Ahora
veremos qué va a decir Tarek.
Caminito
de hormigas…
María
Corina
está aprovechando la cayapa que se está armando contra Henry Ramos. Se está
acercando a Julio Borges y propone una sola fuerza entre su partido, junto a
Primero Justicia y Voluntad Popular… 700 bolos cuesta una bombonita de
gas en la avenida 190 de Naguanagua. Está regulada en 150. Cuánta falta de
gobierno… Tres semanas lleva un bote de aguas negras en la ciudad
hospitalaria Enrique Tejera. Tres semanas. Sin comentarios… Un
millón de bolívares se debe dar para que le asigne un autobús de los
rojitos que compró el gobierno. El 80% lo están comprando escuálidos y además,
hay gente que tiene hasta tres, explotando a choferes a quienes les hacen pagar
35 mil diarios, repito 35 mil diarios. Lo que quede es para él…
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