Bolívar, Corrupción y Legislación
Por Douglas Zabala
El 12 de enero de 1824, Simón
Bolívar, decreta la pena de muerte para todos los funcionarios públicos que
hayan malversado o tomado para sí parte de los fondos de la nación; de manera
que esa manía de engolillarse lo dineros del Estado, desde inicios de la
república, ha entrado como rio en Conuco por todos los recovecos de la
administración pública, hasta el día de hoy cuando amenaza con destruir los
cimientos mismo de la patria. De nada valió aquellos gritos de un
Aristóbulo en el Parlamento cuarto republicano, recordando que la corrupción no
prescribía y los de Chávez alardeando de un implacable Poder Moral. Todo ha
sido una gran traición al incorruptible libertador.
Estamos a pocos días del cambio
deseado y esperado. La nueva mayoría parlamentaria, que de acuerdo a
todas las encuestas y el sentir de los venezolanos, estará conformada por la
gran alianza opositora, tendrá el reto de reivindicar el pensamiento de nuestro
traicionado incorruptible, en cuanto a la ética y la moral pública. Para
ello los hoy candidatos y futuros diputados han propuesto como primera medida,
someter a discusión la Ley de
Repatriación de Capitales Corruptos; una vez que el patrimonio de la
República se ha visto severamente afectado por prácticas que implican la
comisión de delitos por parte de funcionario públicos y particulares.
Esta Ley de Repatriación de
Capitales Corruptos, tendrá como objetivo fundamental establecer los mecanismos
de enlace internacional para obtener información y medidas de cooperación, que
permitan rastrear los capitales objeto de delitos contra el patrimonio del
Estado, a los fines de ejecutar medidas para su incautación y repatriación
previa orden de los tribunales venezolanos. La peor afrenta al gran
americano desde su partida, ha sido la llegada de este atajo de funcionarios
del siglo XXI, quienes a nombre de un bolivarianismo ramplón, decidieron tomar
por asalto el erario público, tirando a la basura todo el legado
histórico del decreto de pena capital para los corruptos.
A la sombra del misterio no
trabaja sino el crimen, solía decir el gran caraqueño. De allí que la próxima
Asamblea Nacional, tendrá como tarea impostergable, promover para su posterior
aprobación, laLey de Transparencia en
los Procesos de Contrataciones Públicas. Esta iniciativa que forma
parte de la oferta legislativa estudiada por el cuerpo de asesores de esta
campaña, tiene la finalidad de incrementar la eficiencia en el sistema de
contratación pública, en un momento en el que se requiere la recuperación de la
infraestructura nacional, eso sí, eliminando la posibilidad de la contratación
directa y sustituyéndola con otros mecanismos de mayor transparencia.
Teniendo Presente: 1°–Que una de
las principales causas de los desastres en que se han visto envuelta la
República, ha sido la escandalosa dilapidación de sus fondos, por algunos
funcionarios que han invertido en ellos; 2°–Que el único medio de
extirpar radicalmente este desorden, es dictar medidas fuertes y
extraordinarias, he venido en decretar, y Decreto: Artículo 1°–Todo funcionario
público, a quien se le convenciere en juicio sumario de haber malversado o
tomado para sí de los fondos públicos de diez pesos arriba, queda sujeto a la
pena capital. Artículo 2°–Los jueces a quienes, según la ley, compete
este juicio, que en su caso no procedieren conforme a este decreto, serán
condenados a la misma pena.
Es evidente que no estamos en el
siglo XIX, y por razones constitucionales no podemos aplicar el decreto de
marras, emitido por el Libertador desde el Palacio Dictatorial de Lima, pero es
lo que provoca imponer en la futura legislación venezolana, para salir de una
vez y para siempre con tanto civil y militarote bandido, que a nombre de
Bolívar han hecho de Venezuela el paraíso de la corrupción, el cohecho y la
venalidad pública, para vergüenza de sus ciudadanos y asombro de nuestros
vecinos en el mundo. Este es el reto y de seguro nuestros futuros
diputados, impondrán medidas severas contra la corrupción, en la futura
legislación libre, democrática y decente.

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