Militarismo de hoy
Por Claudio Fermín
Para ellos no hay ley
que valga. Lo importante es lo que ordene el jefe. Y el jefe ordena que para él
no haya trabas.
Así ha funcionado el
país. Las instrucciones de Chávez estaban por encima de la ley. Sus compañeros
del PSUV le aprobaron cuatro leyes habilitantes y de catorce años que estuvo de
Presidente diez de ellos estuvo habilitado para decretar leyes. Él era la ley.
Maduro y su pequeño
anillo de poder han continuado la práctica según la cual el propio Presidente
legisla. Más influyen tres jefes militares y asesores cubanos que una Asamblea
Nacional que renunció a su obligación de legislar.
Eso está muy lejos de
una Democracia, sistema en el que todos, incluidos los funcionarios públicos,
se rigen por las leyes, no por los caprichos del jefe.
En Democracia los
períodos de gobiernos son finitos. Así fue en cuarenta años de gobiernos
civiles. Los presidentes gobernaban cinco años. Ni un día más. En el
militarismo los jefes se quedan en el poder hasta que se mueren o hasta que
otros militares los tumban.
La historia venezolana
está llena de esas calamidades. Los dictadores cambiaron una y otra vez
constituciones con el único fin de aprobar reelecciones. La Constitución de
1999 extendió el período presidencial a seis años y estableció la reelección
inmediata. Después, Chávez estableció la reelección perpetua. Todo el poder a
favor del continuismo.
La oposición es una
función en la Democracia. Para el militarismo, los críticos del gobierno no son
sino conspiradores y por eso son objeto de diversos modos de represión, entre
ellos el yugo de tribunales que sirven de verdugos a quienes señalan
deficiencias y abusos de la cuerdita en el poder.
Profesionalismo y
experiencia administrativa tampoco valen. En el militarismo la secta coloniza
el aparato del Estado y así oficiales de cualquier grado y nivel de instrucción
hacen de rectores de universidades, directores de hospitales, alcaldes,
gobernadores, operadores de políticas alimentarias, diputados y, en fin, de cualquier rol que devengue sueldos y
privilegios públicos.
Curiosamente, las
fronteras se abandonan, el crimen organizado controla el país, la inseguridad
hace de las suyas y la soberanía se pierde. Y pensar que muchos creían que los
militares servían para enfrentar
Hay
que tratar a Venezuela con seriedad.
@claudioefermin
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