Qué ganan...
ganando
Luis Vicente León.
Dado que la campaña para las
parlamentarias arranca con una ventaja numérica relevante de la oposición, el
análisis nacional se ha concentrado en los eventos alrededor de un posible
triunfo de ese grupo y sus impactos sobre el entorno político.
Sin embargo, si bien es natural el interés en ese escenario probable y novedoso, no es una buena idea proyectar linealmente resultados, por importante que sea la ventaja, a dos meses y medio de la elección.
Entiendo que las circunstancias pueden inducir a algunos a pensar que es difícil que el gobierno revierta esta tendencia en el medio de la crisis económica que estamos viviendo. Eso parece reducir el análisis de escenarios a la posibilidad de un triunfo opositor, por mayoría simple o calificada, o el escenario más complejo y oscuro de la no ejecución de la elección, que en mi opinión no es el escenario base y representaría un evidente golpe de Estado y mayor riesgo de desestabilización.
Pero la realidad es que la historia nos enseña que todo es posible en política y más en un período de tiempo como el que transcurre entre este artículo y la elección. Desde eventos inesperados que generan rupturas en la historia (Cisnes negros), hasta cosas más cotidianas como la efectividad de la campaña en términos de diseño, recursos y medios o las ventajas organizativas y legales que puede tener alguno de los actores o incluso el desbalance que puede ocurrir debido a la abstención.
El gobierno sabe que está en
situación crítica y entiende que una derrota representa riesgos de pérdida de
control político y fracturas internas. Y los otros saben (o deberían saber) que
el gobierno no es mocho. Que han aprendido a actuar en campaña y a ser
eficientes en la construcción de matrices de opinión. Que el populismo les es
natural. Que han sido exitosos en desviar la atención de los problemas
centrales y en crear chivos expiatorios. Pero sobre todo, que controlan
férreamente las instituciones y los recursos, lo que les permite hacer ingeniería
electoral que los potencia, incluso cuando el soporte popular se complica. Si
añadimos a este análisis que la oposición ha tenido que dedicar la parte más
importante de su esfuerzo a mantenerse amalgamada, evitando el espinoso asunto
fundamental de contar una historia que emocione y enamore a las masas y más
esquiva aún ha sido a fomentar y permitir el fortalecimiento de un líder que
cuente esa historia y se conecte emocionalmente con la población, entonces no
podemos evitar pensar en algunas grietas por donde se puede colar un triunfo
chavista, quizás inesperado, pero no imposible ni improbable.
Si eso ocurre y el chavismo gana la elección, ¿qué ganan?
Podríamos escribir largo sobre
los matices de ese triunfo. Que si no es lo mismo si gana por poco que por
mucho. Que es diferente si gana la mayoría del Parlamento por diputados pero no
por votos. Que si una cosa es ser mayoría simple que calificada. Que ganar
acusada de fraude es diferente a ganar en buena lid. Todo esto es importante,
pero pidiendo disculpas a mi esposa, que al leerme hoy le provocará quitarme el
habla, me voy a poner crudo y concentraré mi análisis en el centro de la llaga.
Sea como sea, si el gobierno gana esta elección, se fortalecerá el presidente
Maduro hacia el interior del chavismo y en el país entero y el sector militar
estará mucho más confortable cerrando filas a su alrededor. El PSUV tenderá a
unificarse, mientras la oposición saldrá afectada y maltrecha. Su dirigencia
quedará enfrascada en una pelea interna feroz por el control de los pedazos
desguañingados y la base estará frustrada, deprimida e invadida por la angustia
de lo que vendrá y el dilema exacerbado de quedarse o huir. ¿Te parece que
ganan algo?
@luisvicenteleon

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