Columna de Antonio Ecarri Bolívar
Tartufo ahora es internacionalista
Jean Baptiste Poquelin, mejor conocido en las artes
escénicas como Moliere, fue un dramaturgo francés del siglo XVII quien, entre
otras obras, se dio a conocer con la famosa comedia Tartuffe ou
l'Imposteur. Por ello es reconocido como el padre de la comedia francesa.
El personaje central de la obra es Tartufo, un
individuo tan mediocre, ladino y manipulador, que el diccionario de la Real
Academia española de la lengua utiliza la palabra tartufo para definir al
hombre hipócrita y falso. Dígame usted, si no se trata de una especie de
reestreno de la obra “Tartufo el Impostor” en Venezuela, en pleno siglo XXI,
cuando uno ve y oye a quienes dicen representar el internacionalismo proletario
arremeter contra unos humildes ciudadanos que viven en la frontera, agredirlos,
derrumbar sus humildes y precarias viviendas (numerándolas previamente al mejor
estilo nazi) y expulsándolos del territorio que les ha cobijado su miseria, por
el simple hecho de no ser de nacionalidad venezolana, es decir, no pertenecer a
la misma nacionalidad de los agresores, o sea, de los “internacionalistas”. Ah,
pero después de la agresión proclaman su amor por nuestros vecinos…tartufismo
puro.
Vimos las dantescas escenas de centenares de humildes
ciudadanos colombianos acusados de paramilitares sin siquiera una “báscula” al
hombro, sino con cocinas y neveras viejas atravesando el río Táchira, para
convertirse en parias en su propio país; porque en éste, que lo habían hecho
suyo, fueron salvajemente expulsados sin fórmula de juicio. Los venezolanos
todos, por culpa de estos “ideólogos del internacionalismo proletario”, hemos
sido expuestos al odio de todas las naciones, menos de aquellas, claro está,
que siguen actuando como el chulo del barrio grande
latinoamericano.
Yo me imagino una escena, parecida a la que vimos por
tv, pero que pudo ser posible hace poco más de 50 años (la edad del actual
Presidente) si los ancestros colombianos de Maduro no hubiesen podido pasar de
San Antonio del Táchira, se hubiesen tenido que quedar en esa línea artificial
divisoria de dos pueblos hermanos y el ejército, de entonces, los hubiese
puesto de patitas en su país de origen. Nos hubiésemos perdido de tener a este
presidente o ahorrárnoslo, según otros. Los adecos no fuimos tartufos y los
dejamos pasar. ¡Magna culpa nostra!
Recordémosle, a estos comediantes, que la tesis que
sustenta el internacionalismo es
la solidaridad de clase, tal como nos lo recuerda Wladimir Ilich Ulianov, alias
Lenin: “el internacionalismo rebasa el marco del Estado y los miembros de una
clase social, sea ésta la burguesía o el proletariado, a pesar de que habitan
territorios diferentes, tienden a aproximarse entre sí en función de los
intereses económicos y sociales que representan y a promover conjuntamente su
defensa”.
¿Oyeron tartufos? Lo que promueve el internacionalismo
es la DEFENSA conjunta de la misma clase social, no la AGRESIÓN unilateral que
ejercen, contra esa misma clase, unos hipócritas que dicen defender a la clase
agredida. Esto suena más a Cantinflas que a Tartufo, pero sigamos en la
“comedie francaise” para no distraernos con la comicidad mexicana.
Ahora bien, amigos tartufos, como ustedes son seguidores
de Moliere, permítanles a nuestros hermanos colombianos, a quienes ustedes
dicen amar y los tratan de esa inhumana y cruel manera, que les respondan con
una frase de vuestro héroe francés:
“Si esta es vuestra forma de amar, os ruego que me
odiéis”… ¡su merced!
@EcarriB

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