Columna de Eduardo
Fernández
Rehabilitar la
política
Mario Toro, sacerdote
salesiano, dictó unas conferencias publicadas en un pequeño libro por el
Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana con el título: Rehabilitar la
política.
Se trata de un notable aporte
para una nueva imaginación del compromiso del cristiano en la política.
Coincide la aparición de estas reflexiones con un momento menguado para la
política en nuestro país, en nuestro continente y en el mundo entero.
Lo primero que tenemos que
decir acerca de la política desde una perspectiva cristiana es que ella es una
vocación de servicio. “Forma excelsa de la caridad” la llamó el papa Pío XII.
No se accede a la política
para satisfacer una ambición de poder. Tampoco una vanidad personal. Mucho
menos para acumular bienes de fortuna y hacerse ricos.
El país necesita más y mejores
políticos. Es decir, líderes que vengan a la política para entregarse al
servicio noble y generoso de un ideal, al servicio de un pueblo, al servicio de
las personas humanas, de cada una de las personas y del conjunto de las
personas.
La política de inspiración
cristiana es cristocéntrica. Es decir, tiene a Cristo y a su mensaje como
centro de toda la reflexión y la acción política. Y Cristo es amor. Así lo proclamó
el santo padre Benedicto XVI en la primera encíclica de su pontificado, que
intituló Deus Caritas Est, o sea, El amor de Dios.
Una política inspirada en el
mensaje cristiano excluye el odio y coloca como objetivo la construcción del
bien común. Es decir, la construcción de una sociedad en la que prevalezca el
respeto a los derechos humanos, a los derechos fundamentales de cada ciudadano
y del conjunto de los ciudadanos.
La agenda de trabajo para una
política de inspiración cristiana incluye temas que tienen que ver con valores
fundamentales. Por ejemplo, hoy en Venezuela predomina la cultura de la muerte
y la cultura de la corrupción.
La primera se constata con la
simple lectura de la prensa diaria. Es alarmante y escandalosa la cantidad de
muertes violentas que se producen en Venezuela.
La segunda, la de la
corrupción desatada a niveles sin precedentes, flota en el ambiente.
Rehabilitar la política pasa por recordar que la política es una vocación de
servicio, un ejercicio de amor y de solidaridad y una oportunidad para
sustituir la cultura de la muerte por la cultura de la vida y la cultura de la
corrupción por la de la honestidad y la rectitud.
Eduardo Fernández
Presidente del Ifedec
@efernandezve
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