COLUMNA DE MARCOS MELÉNDEZ
Afrodescendiente
Tengo una hija de 13 años que estudia en el liceo.
Recientemente, me pidió ayuda con una tarea que le mandaron sobre las razas y
castas de los tiempos de la colonización. La tarea consistía en definir las
funciones administrativas que el reino de España asignaba a los blancos
peninsulares, a los criollos y a los blancos de orilla. Los peninsulares
cumplían funciones de Estado mientras que sus hijos (los blancos criollos)
asumían los mandos medios de la burocracia, y, los llamados blancos de orilla
cumplían tareas de producción en las afueras de la ciudad. Luego tenía que
hablar de los pardos, los indios y los negros esclavizados que tenían niveles
pero dentro de la llamada “mano de obra”.
Me llamó la atención la segunda parte de la tarea, que
consistía en tratar de identificarse a sí misma dentro de una raza. Los
muchachos comenzaron a discutir sobre si los más catires del salón eran blancos
y los más oscuros eran zambos o negros. Al saber de la discusión lo primero que
hice fue poner a mi hija a buscar en el internet el significado de fenotipo y
genotipo, para que pudiera establecer los aspectos físicos y los aspectos
genéticos de una raza que surgió a raíz de esa colonización que estaba
estudiando. Esa raza es la nuestra; la
mestiza.
Traté de explicarle también
–en el poco tiempo que uno dispone para explicarle algo a un muchacho
antes de que entre en una realidad secundaria a través del súper aparato
telefónico- que indiferentemente del color de
piel, los venezolanos somos afrodescendientes, indio descendientes e hispano descendientes; es decir, multi
étnicos y pluri culturales... Mestizos.
Resuelto ese problema, deberíamos entender que la lucha
afrodescendiente no es un asunto que
puedan privatizar los que tiene condiciones fenotípicas de negro, pues si nos ponemos a profundizar en el tema del
ADN mitocondrial, la “raza” humana es afrodescendiente en su totalidad. Lo que
marca la diferencia es la condición de
explotador o de explotado.
Intenté hacerle ver que la lucha no es entre negros y
blancos, sino que las fuerzas en pugna a través de los años han sido entre la
de los opresores y los oprimidos; es decir, entre los explotadores que se
enriquecen a partir del trabajo de los demás y de los explotados que trabajaban
antes a cambio del derecho a comida u hospedaje y que hoy lo hacen a cambio de
un salario con el que pagan esa comida y ese hospedaje.
Un ejemplo es el de Barack Obama. Los “negros” apaleados
por los policías en Ferguson Missouri no
son maltratados sólo por su condición fenotípica, sino por su posición
económica y jurídica. Si Obama fuese un negro explotado y no un vocero de los
explotadores, también serían violados sus derechos si caminara por las calles
fergunsonianas; entonces, el problema no es la paliza que perpetra un policía
“blanco” contra un ciudadano “negro” sino de un explotado contra otro
explotado. Hecho que se da como consecuencia de una ideología que le inculcó
una clase dominante para mantener al pueblo imbuido en una lucha racial que
impide que los explotados (negros, blancos, mujeres hombres, chiquitos,
grandes, etc.) se unan como bloque y se reconozcan como clase social en contra
de un sistema machista, racista y explotador.
Plantear la lucha en términos raciales o de género, podría
–si no se tiene extremo cuidado en la identificación del modelo económico como
el enemigo- dispersar la lucha central que es la de aquellos que durante siglos
fueron explotados como mano de obra a cambio de sobras de comida, ropa y una
barraca para vivir y que hoy son
igualmente explotados pero ya no por las sobras de comida sino a cambio de un
salario cuyo monto fija una élite económica que controla la política mundial.
@marcosmelendezm
marcosleonardove@yahoo.com
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