Producciones El Monje de Camoruco

Producciones El Monje de Camoruco
Publicidad, asesorías, manejo de redes, asistencia virtual, información, opinión, variedades y otros.

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD
Lay Yin China Bistró #AlgoMásQueUnRestaurant Con el orgullo y el prestigio de la Familia Chang.

lunes, 9 de marzo de 2015

Nada me turba. Nada me espanta Luis Vicente León.

Nada me turba. Nada me espanta

Luis Vicente León.

Esta semana tengo los recuerdos alborotados por la partida de mi mamá, a quién esta noche le ofrecemos su última misa de novenario en la iglesia de Chuao. Son muchas cosas que se atropellan hoy en mi mente, y la mayoría se conecta con su pueblo: Tovar.
 

No viví nunca ahí, pero hay dos cosas que me relacionan a él por siempre. Los cuentos que escuché desde niño (de los Vivas, los Troconis, los Burguera, los Mogollón, los Rangel, los Useche, los Marquina, los Henríquez, los Pulido, los Consalvi, los Durán, los Garay, entre muchos otros) y mis largas estadías en Tovar, a donde me iba antes de despertarme el día siguiente de terminar las clases y regresaba ese día horrible en el que las vacaciones terminaban, con los lagrimones en los ojos y la canción "Pueblito tovareño" retumbando en mi cabeza.


No puedo decir que Tovar es el pueblo más bello de Los Andes. Se pondrían celosos, con razón, Bailadores, San Pedro del Río, Los Nevados y Jají. Pero pocos lugares en el mundo me causan esa emoción y pertenencia que mi mamá me inculcó. 


Ahí estaba la ilusión de compartir con los míos. La casa grande con zaguán y solar. La finca en la tierra llana. Mis tíos y mis primos. Las batallas de fruta verada y la pesca con latas llenas de huecos en la quebrada del jardín. 


Sólo había que serpentear por la carretera, entre muros de piedra andina y espectaculares casitas con techos de tejas y llegar a cualquier páramo, corretear por los ríos, meterse en el molino de trigo o darse un baño congelado en la cascada de la india Tibisay para ser totalmente feliz. 


El evento más importante del pueblo marcaba mi vida. Las ferias de Tovar. La primera semana de septiembre comenzaba, camino al gran día: el ocho de septiembre, día de la Virgen de Regla. La excitación era total. De chiquito, lo máximo era ir a los aparatos eléctricos, tan cercanos a Disney como el aguardiente a la champaña Dom Perignon, pero por esa magia de la vida, puedo retar a cualquiera de mis amigos, que haya tenido la dicha de nacer rico, usuario intenso de Conney Island o Disneyworld, a que nos sometamos a una prueba de satisfacción en memoria y les aseguro que los revuelco con mis idas, de la mano de mi mamá, a esa rueda de la luna desguañangada, el carrusel de caballitos chuecos y los pinchos en los chiringuitos de la feria, que deja pálido a los piratas del Caribe y a la montaña espacial.


Adolescente, los intereses cambian, y también el deseo de probar. La primera fiesta en el Club Mocotíes, entrenado por mis primas en el arte de bailar. El primer trago, la corrida de toros, el templete, el primer amor, el primer beso y todo lo demás. Total, que importaba si al final, el párroco de Tovar se tiraba una misa gigante, donde la gente llenaba iglesia y plaza, en la que te daban la absolución plena de todos tus pecados, y lo mejor, sin pasar por la confesión. Era como que te dieran los 200 bolos sin pasar por go. Sólo había que arrepentirse sinceramente. Luego me enteré que las absoluciones masivas las prohibieron y además creo que igual ninguna me funcionó, porque visto en retrospectiva, ni me arrepentí ni me arrepiento.


Los años me cambiaron. Se espaciaron las visitas y al final sólo regresaba a Tovar para los reencuentros cada cuatro años y la última vez para ayudar en el deslave que los afectó. 


Pero hay dos cosas que nunca cambiarán. El profundo amor que siento por las cosas que me recuerdan a mi vieja (y que espero me ayuden a llenar el vacío que me deja), y una extraña pasión por los carritos chocones, desarrollada en las ferias y que quizás explique el por qué, pese a la que pasa en Venezuela, sigo la recomendación de Santa Teresa: nada me turba, nada me espanta. Todo pasa. 

@luisvicenteleon


No hay comentarios:

Publicar un comentario

mdc