DIME
TU CANDIDATO
Por
Claudio Fermín
Demasiadas
evidencias hay sobre la incapacidad de Maduro, los ministros del gabinete y los
parlamentarios del PSUV para resolver los problemas de la economía y de los
servicios públicos. El gobierno se desmorona y el país paga las consecuencias.
Un
tono de urgencia se ha ido apoderando del reclamo político. No hay confianza en
las endebles instituciones ni en los jefes del madurismo. Las mayorías reclaman
cambios inmediatos.
Unos
le piden la renuncia a Maduro. Interpretan así el malestar generalizado y
capitalizan simpatías en gruesos sectores que saben que la ineptitud del hombre
ha ido empeorando las cosas. Sin embargo, la renuncia no depende de los
solicitantes sino del destinatario.
Maduro,
al igual que sus camaradas, quieren todo el poder. No les basta con Miraflores.
Quieren todas las gobernaciones y alcaldías. Quieren nacionalizar cuanta
empresa se les atraviese y expropiar las fincas productivas que tengan a la
vista. Mueven cielo y tierra por controlar sindicatos, gremios y consejos
comunales.
Quieren
todo el poder y lo quieren para siempre. No van a prestar atención a nadie que
ande por allí pidiéndoles que renuncien. Pueden tener argumentos sólidos
quienes les piden que se vayan, pero sólo obtendrán por respuesta la
indiferencia o la burla.
Otros
plantean el referendo revocatorio, mecanismo que ciertamente está en la Constitución
pero es una oferta engañosa. Para solicitarlo hay que recabar una cantidad de
firmas exageradas; hay que esperar hasta la mitad del período, como si la
destrucción del país no pudiese operar en los primeros dos años del mandato,
como en efecto está ocurriendo.
Cuando
fue electo, todo el mundo estaba en campaña electoral. El clima era de emulación.
No pasa así en el momento del revocatorio y menos en un país con la mayoría de
los medios de comunicación en manos del gobierno y los que no en autocensura
activa, por lo que sería cuesta arriba sacar más votos pro revocatorio que los
que en el contagioso momento de campaña obtuvo Maduro.
El
revocatorio tampoco es de efectos inmediatos porque hay que esperar hasta
mediados de 2016 para empezar a recoger las firmas para solicitar el mismo.
Quienes
solicitan una Asamblea Constituyente se han percatado de las dificultades para
recolectar las firmas y de hacerlo, nada obliga al Consejo Nacional Electoral a
dar respuesta inmediata a ese petitorio. Eso tampoco sería antes del
2016 ó 2017.
Quienes
ven el cambio garantizado con algún dirigente a quien postularán como candidato
presidencial deben estar claros que eso es para 2019. No es para ahorita.
El
único evento que ocurrirá este año 2015 y para el cual, además, no hay que
recoger firmas, es la elección de la Asamblea Nacional.
Necesitamos
una Asamblea autónoma, que discuta los problemas del país, aporte soluciones
con leyes eficientes y controle el dispendio de este gobierno.
La
obtención de la mayoría parlamentaria cambiaría por completo la ecología
política. Crearía un ambiente de certeza alrededor del pronto desplazamiento de
quienes han hundido a Venezuela. La gente se percataría de que si se puede
ganarles, con todo y sus abusos.
Esa
mayoría en la Asamblea Nacional sería terreno abonado, entonces sí, para la
convocatoria de un revocatorio inmediatamente después de esa clara
manifestación de rechazo a este gobierno.
Y
la mejor manera de enfrentar ese desafío es consultarle a los ciudadanos a quién
o quiénes desean hacer diputados de la nueva Asamblea. Esa es la manera de ir
por senda segura y de incentivar a los electores a hacerse responsables de su
propio destino. Conociendo de antemano quiénes son los candidatos preferidos de
la gente estaríamos en capacidad de convocar la mayor cantidad de electores
para alcanzar el cambio deseado en la Asamblea.
La elección por la base es esa gran consulta.
Por
lo contrario, imponiendo a dedo los candidatos a nadie se motiva y se entrega
el triunfo en bandeja de plata al gobierno. Eso es un pecado.
claudioefm@gmail.com

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