COLUMNA DE HECTOR AGÜERO.
La televisión ausente
Héctor Agüero
Son
varios los obstáculos con los que
tropieza la construcción de un Plan Nacional para TV y Audiovisual. La no
claridad en los objetivos, la escasa participación comunitaria, el factor presupuestario
y el cotidiano acoso mediático del adversario, figuran entre los considerando a
la hora de examinar las causas por las cuales el movimiento revolucionario
no contrarresta de manera planificada, adecuada y efectiva, los ataques de los enemigos del
Pueblo.
No
seríamos equitativos si dejáramos de mencionar el esfuerzo desplegado por el
gobierno nacional en campañas de obras realizadas, en la inmensa e incesante
tarea de extraordinario comunicador que asumió
el Comandante Hugo Chávez. Basta con mirar los Aló Presidentes que
reponen los domingos para entender con que lucidez y oportunidad el Comandante
Eterno desarticulaba las maniobras oposicionistas y los desnudaba ante la
opinión pública. Pero ese titánico esfuerzo no encontró eco en el aparato
gubernamental, en la maraña burocrática. En más de una ocasión dijo que en
materia de comunicación estábamos
ponchados. Es hora de saldar esta deuda y hacer más eficaz el aparato
comunicacional.
Para
decidir que podemos hacer en el campo de la Televisión y otras disciplinas
audiovisuales es importante mirar de cerca la experiencia del cine venezolano.
El cine, un medio de comunicación masivo tradicional, por su origen, ha logrado
posicionarse en el ámbito nacional fruto de la unidad y el combate de gremios
profesionales y sindicatos de trabajadores durante más de treinta y cinco años.
Piezas claves en ese activismo social han sido la Asociación Nacional de
Autores Cinematográficos, ANAC, la otrora sección de Cine del Sindicato de
Trabajadores de Radio, Televisión,
Teatro y Afines del Distrito Federal y Estado Miranda, la lucha por la Ley de
Cinematografía impulsada por el sector, la presión de los gremios logró incluir una Dirección General en el antiguo
ministerio de Fomento que se ocupara de los asuntos de cine que luego derivó en
el Centro Nacional de Cinematografía, hoy CNAC.
La
Asamblea Nacional Bolivariana aprobó en
2005 la Ley de Cine, creó la plataforma Cine, construyó la Villa del Cine cerca
de Caracas, único en su género en América Latina, propició la producción de
películas históricas que describen nuestra gesta libertadora y que han
alcanzado elevados niveles de factura
técnica y rasgos ideológicos que las posicionan en todos estratos sociales. Pongo
como ejemplo el largometraje Bolívar de
Arvelo. El cine venezolano ha logrado atraer a casi catorce millones de
venezolanos.
Es
colosal el reto que tiene ante sí el Ministerio del Poder Popular para la
Comunicación y la Información: convertir la televisión pública venezolana en un
instrumento poderoso que refleje los cambios sociales acaecidos a partir de
1999, reducir la dispersión de emisoras de señal abierta y locales así como
enfrentar el paralelismo en las comunitarias. Convocar a los Consejos
Comunales, a todos los sectores, para debatir el contenido de las
programaciones que deben incluirse en un Plan Nacional de Televisión y
Audiovisuales. Por ahora la televisión pública
está ausente en el debate ideológico.
Seguimos adelante
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