FRANCISCO SOLICITA "TIERRA, TRABAJO Y VIVIENDA".
El
Papa Francisco expresó durante su reunión con los participantes del Encuentro Mundial de Movimientos Populares, en el que se
abordan temas como la pobreza o la exclusión social, que es
necesario que los ciudadanos tengan acceso a la tierra, el trabajo y la
vivienda. Francisco se congratuló de recibir en el Vaticano a los representantes de unos pobres que "no solo padecen la injusticia
sino que también luchan contra ella", y que no esperan la ayuda de cualquier organización
humanitaria y en un encendido discurso que resonó entre los muros del Aula Vieja del Sínodo,
aseguró también que, por sus
peticiones, en ocasiones es tachado de "comunista". Sin
embargo, rechazó inmediatamente esta calificación al recordar que "el amor por los pobres está en el centro del
Evangelio". "Este
encuentro nuestro no responde a una ideología (...) Ustedes tienen
los pies en el barro y las manos en la carne. ¡Tienen olor a barrio, a pueblo,
a lucha! Queremos que se escuchen vuestras voces, que, en general, se escuchan
poco (...) Tal vez porque se tiene miedo al cambio que ustedes reclaman",
dijo. El papa recordó que su petición de "tierra, trabajo y vivienda" responde a "un
anhelo muy concreto que cualquier padre, cualquier madre quiere para sus
hijos" y que, a su juicio, está cada vez "más lejos de la
mayoría".
En relación con la tierra, Francisco agradeció a las decenas de campesinos presentes en el acto
por custodiarla y mostró su preocupación por la ecología, tema capital de su
próxima encíclica.
El mal uso de la tierra, unido a la especulación financiera, condicionan a su juicio el precio de los alimentos, "tratándolos como cualquier mercancía", lo que provoca el hambre y la muerte a millones de personas.
Calificó de "escandaloso" el deshecho de toneladas de alimentos, que supone un verdadero atentado contra "el derecho inalienable" de la alimentación.
Sobre el derecho a la vivienda, el obispo de Roma reclamó "una casa para cada familia" y criticó con rotundidad el hecho de que las "vanidosas" ciudades actuales ofrezcan placeres para una "minoría feliz" y, en cambio, nieguen el techo a miles de vecinos.
También llamó a la integración de las periferias en las ciudades.
"Vivimos en ciudades que construyen torres, centros comerciales, hacen negocios inmobiliarios... pero abandonan a una parte de sí en las márgenes, las periferias. “Cuánto duele escuchar que a los asentamientos pobres se los margina o, peor, se los quiere erradicar", criticó.
Por último se detuvo con especial ahínco en la dimensión del trabajo y recordó que "no hay peor pobreza material que la que no permite ganarse el pan y priva de la dignidad del trabajo".
En este sentido atacó a aquellos sistemas económicos y sociales que "ponen los beneficios por encima del hombre", un fenómeno propio de su predicada y criticada "cultura del descarte".
El papa volvió a alertar de que en la actualidad se esté apartando a los ancianos y a los niños "porque no sirven" para trabajar y puso el acento en un tercer y "doloroso" descarte: el de los jóvenes.
Su discurso fue aplaudido por los asistentes, pertenecientes a todo tipo de culturas, credos o signos políticos y que, bajo el punto de vista del pontífice, configuran un "poliedro" que integra diferentes caras y que simboliza la "confluencia de particularidades".
Organizado y promovido por el Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz, este acto ha congregado a un centenar de organizaciones de apoyo a quienes menos tienen, con especial participación de los países latinoamericanos.
De España proceden la Plataforma Afectados por la Hipoteca, los indignados de la Asociación Democracia Real Ya y el sindicato agrario Enhe Bizkaia.
En el acto también estuvo presente el presidente de Bolivia, Evo Morales, en calidad de líder indígena de la etnia aimara.
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