COLUMNA DE ANTONIO ECARRI BOLÍVAR.
Reflexiones hacia la
unidad nacional
Antonio Ecarri Bolívar
En la
oposición venezolana actual hay diferencias: eso no solamente es una realidad
tangible, sino una aspiración necesaria de todo demócrata de convicción; sin
embargo, debemos empinarnos por diferencias que pueden y deben ser zanjadas con
posterioridad al anhelo colectivo y urgente del cambio de este gobierno, que
está acabando con la República, por otro que esté comprometido con la
prosperidad en libertad. Para ello es indispensable una unidad no sólo
partidista, sino de toda una nación que no quiere sucumbir.
Nuestra
accidentada historia republicana está llena de incomprensiones entre los
demócratas que abrieron amplias avenidas al paso de las tiranías, por lo que
empeñarnos torpe y estúpidamente en repetir esas conductas, más que una
necedad, es una estupidez que no nos la van a perdonar las próximas
generaciones de compatriotas. El dividirnos por pequeñeces, por frivolidades,
por ambiciones personales desmedidas e inoportunas, puede conducirnos a la
entronización definitiva de un régimen que está llevando a Venezuela a una
crisis sin precedentes, por su manía de comerse la flecha del rumbo lógico de
una sociedad de mercado, con justicia social, que es la única que permite salir
de la pobreza y de la miseria.
Rafael
Caldera, con quien los socialdemócratas mantuvimos encuentros y diferencias
notables, decía en el siglo XX algo que debemos suscribir los venezolanos del
siglo XXI: “Repasando el largo camino desde 1821 hasta 1958, ¡cuántas ilusiones
perdidas, cuántos esfuerzos y sufrimientos para lograr la libertad, cuántos
fracasos, obra de la ambición, del egoísmo, de la violencia, de la mezquindad!
Tuvieron razón, en cuanto fueron breves los paréntesis de vida republicana, los
que dijeron en ese tiempo que Venezuela no podía ser gobernada sino con el
látigo dominante del tirano. Tuvieron razón, pero no observaron que en el fondo
de la voluntad nacional, desnaturalizada por los abusos y tropelías de los ´gendarmes
necesarios´, latía un anhelo de libertad, de dignidad humana, dispuesto a
retoñar cada vez que se abría una tenue rendija en la oscuridad de la opresión,
como un mensaje de liberación”.
Y Rómulo
Betancourt, alter ego de Caldera en la defensa de la democracia, decía para
finalizar su obra cumbre “Venezuela Política y Petróleo” algo similar: “Las
ingentes riquezas naturales de Venezuela facilitarán el avance acelerado del
país, bajo gobiernos ordenados y responsables; pero eso mismo lo expone a ser ambicionada
presa de poderosos intereses, nacionales y foráneos. Sólo la clarividente
apreciación de esas posibilidades y riesgos podrá impedir que por entre la
enconada discordia interpartidaria pueda abrirse paso en el futuro la misma
coalición de fuerzas retrógradas que frustró la experiencia democrática de los
años 1945-1948, y que sumió al país en un largo período de estancamiento
político, económico y social. Tenemos la justificada creencia de que esa
preocupación patriótica orientará la conducta de los partidos políticos y de
los sectores no corrompidos de las fuerzas armadas. El país ha madurado y
aprendido en la aleccionadora escuela de la adversidad”.
¿Hemos
madurado y aprendido en estos 15 trágicos años del chavismo en el poder, que
han sido una aleccionadora escuela de la adversidad? A veces parece que
necesitáramos más represión, carcelazos y exilios para reaccionar. Esto último
no se lo merece Venezuela, entonces empinémonos por encima de nuestra legítimas
diferencias interpartidarias, para no volver a transitar el largo camino desde
1821 hasta 1958 que fue la triste historia de la Venezuela del Cesarismo
Democrática que nos propusiera Vallenilla Lanz a través del “gendarme
necesario”, sino la Venezuela que soñaron los padres fundadores de la democracia
emparentada con las naciones más próspera y desarrolladas del mundo. Es la
hora, entonces, de dejar de cometer la estupidez de mirarnos el ombligo para,
en consecuencia, no entregar nuestro futuro a la barbarie del siglo XIX que aún
sufrimos… ¡en pleno siglo XXI! Unidad, unidad nacional, no hay
alternativa.
@EcarriB
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