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lunes, 23 de junio de 2014

COLUMNA DE HECTOR AGÜERO. Todos contra Dilma.

COLUMNA DE HECTOR AGÜERO.

Todos contra Dilma
Héctor Agüero

El mundial de futbol 2014 ha servido para posicionar una transnacional como lo es la FIFA que a su vez mantiene alianzas con otras empresas internacionales que se sirven de este deporte para conquistar espacios físicos e ideológicos. Basta mencionar  a Coca Cola y a Nike para ilustrar esta situación. Brasil obtuvo el derecho a ser sede del evento que monopoliza la FIFA pero las condiciones que la impusieron (las mismas que aplicaron en África del Sur) no le dejaba ningún margen de maniobra y la derecha ejecutante, feroz y belicosa la acorraló con mucha desenvoltura. Milagrosamente los reclamos seculares de los Sin Tierra, movimientos ecológicos, demandas laborales de diversas categorías, aparecieron con  el sello de marca imperial que todos conocemos: el siniestro SOS. Vimos y vemos entonces que el SOS Ucrania, el SOS Siria y el SOS Venezuela se transformaron en SOS Brasil. A ese chaparrón de agitación en las calles y en los medios que conocemos se sumó gente progresista, organizaciones populares, que se agregaron a las protestas legítimas manipuladas por los contratistas ideológicos que saben pescar en río revuelto.

Lo alarmante de la situación está en el hecho que muchos colectivos de expresión popular no supieron distinguir entre el verdadero enemigo y los aliados. Es indudable que tenemos mayor posibilidad de entendernos como latinoamericanos que queremos una Patria Grande con dirigentes como Evo Morales, Correa, Maduro,  Cristina Fernández, Daniel Ortega, Lula o Dilma pese a las diferencias de enfoque y de estilo que podemos tener.

Lo que resulta cuesta arriba es hacerle el juego al adversario por cientos de razones que a finales de cuenta no benefician al pueblo y escamotean las aspiraciones de nuestros pueblos.

Una circunstancia como la que vive la república de Colombia ejemplifica como el abanico de las alianzas con pinza son a veces necesarias y como debilitar a los aliados no es conveniente. Desde mucho antes de 1830 la oligarquía bogotana controla el poder político, económico y social del antiguo virreinato de Santa Fe de Bogotá. La tenencia de la tierra sigue siendo un tema álgido que ha sido razón y motivo de tantas luchas. Son escasos los años de sosiego que ese país de gente laboriosa y tenaz ha conocido en los últimos doscientos años. Para no hacer las cosas largas me limito a los diez últimos años de esa república cuando el ultraderechista Uribe logró, a sangre y fuego,  golpear los cuadros de mando de la guerrilla  y terminaron sentados en una mesa de diálogos por la paz en La Habana donde aún permanecen. Le tocó al  ex ministro de la Defensa de Álvaro Uribe Vélez, ahora en funciones de presidente reelecto,  Juan Manuel Santos, iniciar las conversaciones con la guerrilla más antigua del mundo, Las Farc. Estas acciones corrían el riesgo de desaparecer ya que el delfín de Uribe resultó ganador en la primera vuelta presidencial y fue entonces cuando las agrupaciones del progresismo sumaron su voto al de Santos, un derechista, para bloquear el acceso al poder del fascista Uribe. El caudal de votos de la Unión Patriótica y de otras fuerzas populares inclinó la balanza hacia Santos. Como en los dramas shakesperianos hay que aprender a mirar en el bosque.


Seguimos adelante

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