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jueves, 15 de mayo de 2014

El moderno Marx. Por Pedro Pablo Fernández.

El moderno Marx


Un economista francés está causando una revolución con su actualización de “El Capital” de Carlos Marx en el siglo XXI, lo que le ha valido ser recibido en EEUU por el Secretario del Tesoro, el Consejo de Asesores Económicos de Obama y el Fondo Monetario Internacional (FMI).



Su obra que, contiene un feroz ataque al capitalismo, ha sido elogiada por varios premios Nobel de Economía. Uno de ellos, Paul Krugman dijo: “Este libro cambiará el modo en que pensamos sobre sociedad y economía.

Thomas Piketty destruye tesis que sustentan el capitalismo y su nueva versión, “El neoliberalismo”, con un análisis histórico estadístico que parte desde los comienzos de la Revolución Industrial. 

Los neoclásicos plantean, basándose en la curva de Kuznets, que el modelo capitalista produce desigualdad al inicio, pero que, con el tiempo, la tendencia natural lleva a una repartición equitativa de los frutos del capitalismo, gracias a la mano invisible del mercado que todo lo acomoda. 
Piketty reconoce que eso fue cierto en la pre y posguerra, debido a factores excepcionales, la destrucción de Europa, la Gran Depresión y el surgimiento del Estado de Bienestar que nació como consecuencia. 

Con el triunfo del capitalismo en la Guerra Fría y el colapso del comunismo se impuso el modelo neoliberal de Reagan y Thatcher. Las estadísticas son contundentes; a partir de ahí ha habido una tendencia creciente a la desigualdad. Tal afirmación se basa en que desde 1700 hasta 2012 la economía mundial creció en promedio 1,6% anual y la tasa de retorno del capital fue de 4 a 5%. Los países ricos se han hecho cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres y en cada uno de ellos los ricos son más ricos y los pobres más pobres. 

Como argumento contrario está China, ejemplo de un país pobre con una tasa de crecimiento impresionante gracias a un modelo que aumenta la producción a favor de unos pocos nuevos ricos a costa de millones de seres humanos esclavizados. Trabajan con salarios de hambre que en nada corresponden su aporte a la generación de esa riqueza. 

De la población del planeta 1% disfruta hoy de 50% de la riqueza mundial y 10% más rico de 83%. Esa desigualdad tarde o temprano se hará intolerable y los muros para proteger a los países ricos de los pobres no serán suficientemente altos, ni aquellos para proteger a los ricos dentro de cada país, lo que pone en riesgo la paz y la democracia en todas partes. 

El problema de distribución desigual de la riqueza global lo vivimos localmente en Venezuela de forma dramática. En estos 15 años de gobierno “socialista y revolucionario”, el sector de la economía que más creció fue la banca (fuente BCV), lo que quiere decir que se llevaron el pedazo más grande de la renta petrolera. 

Hace 100 años la respuesta que surgió frente al capitalismo fue el socialismo real y este terminó en monumental fracaso. En términos filosóficos, estamos ante una dialéctica Hegeliana con una tesis (Capitalismo) y una antítesis (Socialismo), ambas materialistas.

La respuesta no es una síntesis porque en realidad es distinta a las dos anteriores: un modelo que ponga la economía al servicio del ser humano, que estimule la libertad individual, creatividad e iniciativa privada para crear riqueza, empleo y bienes y servicios suficientes para todos, con un Estado fuerte que cobre impuestos y busque redistribuir la riqueza a través de una política social que desarrolle el capital humano para garantizar que todos seamos protagonistas de la creación de riqueza y podamos participar de forma equitativa en sus frutos.

Pedro Pablo Fernández.

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