Hay que ganar por paliza
Humberto Seijas Pittaluga
Las
comunidades que han escoger nuevos alcaldes este domingo venidero, San
Cristóbal y San Diego, tienen un compromiso muy importante para con ellas
mismas y la nación entera: en esos lugares, la alternativa democrática debe
ganar de forma tal que les deje muy claro a los empecinados que dictan desde
Miraflores que no importan las fullerías, las añagazas ni las vivezas pendejas
que llevan a cabo para intentar perpetuarse en el poder. Tienen que entender, de una manera u otra,
que la mayoría de la nación ya no los quiere.
Por ser ineficientes en grado extremo, por corruptos a la enésima
potencia, por pasados de sectarios, por violentos sin razón, por tramposos que
les importa muy poco violentar las leyes y, por sobre todo, por haber causado
la ruina de un pueblo que no se merece tal destino. Todo lo anterior es la resultante de una
dirigencia política que se regaló impúdicamente a la dictadura cubana, la cual
les dice lo que deben hacer y que les impone los métodos injustos, frenéticos y
brutales con los que están actuando en contra de los que “tienen la osadía” de
pensar distinto y manifestar en las calles ese pensamiento.
Esos
mismos mandatos, cocinados e impartidos desde Cuba, fueron los que originaron
las injustas, alevosas, prisiones que sufren centenas de venezolanos, desde los
muy jóvenes que han sido enviados a cárceles de alta peligrosidad (como todas
las de Venezuela) para tratar de que otros muchachos se inhiban de manifestar,
hasta los de más alta connotación política como Scarano y Ceballos, a los que
se les castiga por ser eficientes y transparentes en el manejo de las
municipalidades a su cargo —lo que deja muy mal parados a muchos alcaldes rojos
de sus cercanías—, y porque el régimen entiende que había que “matar temprano”
a algunas personas que se perfilaban como muy serios contendientes a las
gobernaciones de Táchira y Carabobo.
Saben que los actuales mandatarios no repiten ni con tres Tibisays y
siete Oblitas en el CNE; y que los rojos que pongan como candidatos tendrían
que subirse a un corozo para ganarle a los actualmente presos. De allí las sentencias en mala hora guisadas
y condimentadas en la Sala Inconstitucional.
Tan descarada es la maniobra, que en el texto de la “sentencia” —en lo
que no dudo en calificar como una extra
petita— se exhorta a los tribunales penales, a la contraloría, a Raimundo y
todo el mundo a que le encuentren algo indebido a los sentenciados. Lo único que le faltó a la ponente, la reina
del botox, fue poner: “…porque los necesitamos inhabilitados y, de ser posible,
presos, para las próximas elecciones de gobernadores…”
En
pureza de verdad, ese doblegamiento de todos los poderes e instituciones a lo
que digan desde Miraflores —que no es sino el altoparlante de la dictadura
cubana— nos debe doler a todos. Pero en
San Diego y San Cristóbal hay un motivo adicional para luchar contra esta
aberración robolucionaria: en un cenáculo y en menos de seis horas, esos
municipios fueron despojados de los mandatarios que ellos se habían dado. Y que habían ganado con amplísimo margen a
los candidatos que presentó el PUS. Lo
que les hicieron a los sancristobalenses y sandieguinos fue un descomedimiento
tipo Jalisco: “cuando pierde, arrebata”.
Tanto que hablan de la “soberanía que reside en el pueblo” y, cada vez
que pueden, la violan inmisericordemente.
Las sentencias contra los hoy
presos en Ramo Verde fueron sendas bofetadas a los electorados de esos
municipios. Máxime, cuando ese poder
judicial (minúsculas ex profeso) que encierra a alcaldes eficientes y con
cuentas claras, le da la libertad a uno ladronazo, corrupto e inepto, como
Alca-Parra.
Por
eso, en estas elecciones del domingo que viene, las poblaciones deberían
concederle a las candidatas de la MUD tantos o más votos que los conseguidos
por Scarano y Ceballos. Y hacer que el
porcentaje de diferencia con el que se gane sea mayor que el de finales del año
pasado. Sobre todo en San Diego, no
tanto por el tullido que se le enfrenta a Rosa Brandonisio, sino porque esta es
una mujer que, en su doble condición de concejal y de esposa de Enzo, tiene en
su haber un gran número de logros por ese municipio. Hago mía una frase encomiástica hacia Rosa
que pronunciara este fin de semana la doctora Jessy Divo, la rectora de la Universidad de Carabobo: “nunca fue
primera dama de afiche”. Lo cual es una
gran verdad: siempre ha estado apoyando iniciativas y sugiriendo formas de
acción que buscan hacer de San Diego un mejor lugar para vivir, progresar y
criar familias.
Que
en esos municipios, nadie se quede en su casa; hay que llenar los centros de
votación. Que estas votaciones sean una
venganza muy cívica contra los desmanes cometidos contra la soberanía popular
por parte del régimen. Pero que sirvan
también para acelerar la libertad de los otros presos políticos: Leopoldo,
Simonovis, Lucchese —a quien solo se le cobra su lealtad para con San Diego y
su alcalde— y los cientos de muchachos que continúan en terribles ergástulas,
pero que no han de doblegarles sus voluntades…
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