Columna
de Rafael Rodríguez Olmos
El ecocida
Cocchiola y su acólito Manuel Díaz
Lastimosamente
no está contemplada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos que la
destrucción de un árbol es un delito de lesa humanidad. Pero debiera estarlo. Alguien
debería proponerlo, porque al ritmo que marcha la tala de árboles, deberíamos
pensar en serio tipificarlo como un delito y castigarlo con la misma pena.
Quien tumbe un árbol tiene 30 años de cárcel, en el caso de Venezuela, que en
mi opinión deberían ser cien años.
Y
hacemos referencia obligatoria al gran Hugo Chávez, porque Chávez era todo, se
preocupaba por todo y estaba pendiente de todo. Y qué curioso que en el Plan de la Patria, el quinto eje sea
“Preservar la vida en el planeta y salvar a la especie humana”. Digo curioso
porque pareciera un contrasentido con la propuesta del mismo Chávez de “país
potencia”. Simplemente porque el “Arañero de Sabaneta” demostró que no había
contradicción. Y para Hugo era fundamental la defensa del planeta.
La
destrucción de los bosques, el tumbar un árbol no es cosa de juegos. Hace dos
semanas en Guacara, Carabobo, se registraron 42 grados de temperatura, donde
regularmente hizo una temperatura templada. Peor fue en Bejuma donde viví
fiestas decembrinas en cuyas calles a las siete de la mañana no se veía nada
producto de la neblina. Hoy el calor de Bejuma es igual al de Valencia. Para
nombrar un sitio que todos conocen, Mérida es un infierno por el calor. En
bailadores están dejando de cultivar fresas y flores porque durante el día el
calor ya es insoportable.
Y
aunque parezca extraño no condenar la destrucción de un árbol, es un acto
absolutamente contrarrevolucionario, porque la salvación de la especie humana,
contemplada en el Plan de la Patria, pasa por mantener los ecosistemas. Es
decir, para qué sirve la especie humana, sin una fauna, sin los árboles, la
vegetación y sin los ríos. Eso es salvar la vida del planeta, con una visión
holística del problema.
La
reflexión corresponde a una reacción de un acto genocida, o ecocida -para mi es
lo mismo- ocurrido en Valencia en una calle lateral a la avenida Carlos Sanda y
la Andrés Eloy Blanco, en la urbanización guarimbera de Prebo. Allí, sin más ni
más, tumbaron once árboles de un solo guamazo, incluyendo cuatro de mangos
totalmente cargados. Y se hubiera pensado que fueron los guarimberos, tan
acostumbrados a tal práctica, pero resulta que hace más de dos semanas que no
hay guarimbas en Valencia, salvo hechos terroristas aislados. Nada de eso. Fue
la propia alcaldía que vino con sus cuadrillas y decidió sin consultar a los
vecinos o a los consejos comunales de la zona, hacer tabla rasa a punta de
motosierra.
Y
aquí es menester detenernos. Porque no estamos hablando de un alcalde
cualquiera, sino de un hombre que se hizo supramillonario a costa de la venta
de madera. Imeca es una empresa distribuida en todo el país y fue denunciada
recientemente por el propio presidente Maduro por el mal estado de las puertas
que venden. Puede alguien preguntarse cómo Don Mikele Cocchiola permitió que se
talaran once árboles incluyendo cuatro cargados de mango de manera tan impune.
Misterios de la ciencia, diría el profe Lupa.
Otro
elemento a destacar en esta acción tan bárbara, es que efectivamente es un acto
del capitalismo que actúa aberradamente sobre la base de los intereses de
grupos y de negocios, y no sobre los intereses de la comunidad. No importa
cuántos ecosistemas deben destruirse, si se necesita una calle, acaben con
todo. Ese es el razonamiento del neoliberalismo salvaje del que hablaba Hugo,
el ser humano no importa.
Un
tercer elemento a incluirse en este hecho tan despreciable, es que Cocciola
recibió apoyo de un conocido abogado de Valencia que dirige una organización
política registrada en el CNE como el Partido Ecológico. Y a él especialmente
se le conoce como “El Hombre verde”. ¿Se quedaron todos de una pieza,
verdad? Es que esto solo es comparable a
la posición de las madres guarimberas con la resolución 058. Es inentendible, fuera de toda lógica. Que
una persona conocida como “El Hombre Verde” apoye a alguien cuya prioridad
pareciera ser la tala árboles, solo confirma
la tesis de Galeano: “el mundo está al revés”.
El
alcalde Cocchiola aún no tiene un año en su gestión. Ya le hemos visto varias
acciones que no son cónsonas con un dirigente político o municipal. La primera
fue el despido de 900 trabajadores de la alcaldía, básicamente porque eran
rojos, porque de lo contrario con toda seguridad le hubieran encontrado una
salida. Igual medida tomó en contra de los buhoneros. En lo personal creo que
la buhonería no debe existir porque en nada benefician a la economía de un país
ni de los propios ciudadanos que viven de ella. Pero no fue como acabaron con
la buhonería Jacqueline Farías y Jorge Rodríguez. Les buscaron salidas que le
hicieran el menos daño posible. Hoy, Caracas libre de buhoneros, es una bella
ciudad, y no hubo que hacerle daño para ellos. Ahora tala once arboles
incluyendo cuatro cargados de mango para echarle asfalto a una calle. Se le
preguntó a la gente si estaban de acuerdo con esa tala, se midieron las
consecuencias. Nada de eso. Todo en aras del “progreso” del salvajismo de
seguir sembrando concreto, no importa que al final no queden los seres humanos.
Caminito de hormigas…
Los terroristas
de calle, es decir los que incendian gandolas de gasolina, camiones de
alimentos, matan guardias nacionales y policías, están de muy mal humor, porque
a raíz de las detenciones, muchos jefes se fueron del país, seguros que
quedarían al descubierto. Eso, sumado a que nadie sabe del destino de los
dólares que llegaron de afuera y no les pagaron. Con eso queda el terrorismo
chueco y desmotivado. Las fuentes aseguran que hay nuevos terroristas… No es
cierto que le fue bien a María Corina por Canadá. También se vino con las
tablas en la cabeza porque aunque ese parlamento es de derecha, no le
parecieron serias sus denuncias. Y están seguros de que ese no es el camino
para tumbar a Nicolás… Ojalá y el alcalde Cocchiola no esté
enterado de que el Director de Seguridad Integral, Federico Esparza y su acólito Gilberto Seijas
Osneyber, amenazan a los oficiales de
seguridad de la alcaldía porque reclaman el pago de sus salarios, que no
reciben desde diciembre del 2013… El Contralor revolucionario de un
municipio carabobeño se fue con su novia a Costa Rica por 17 días. Cómo lo hizo
con un salario de once mil. Misterios de la ciencia… Los
guarimberos terroristas son tan torpes que no se dan cuenta de que
Hidrocentro y Corpoelec son sus
principales aliados… Después de la tala de once árboles,
incluyendo cuatro cargados de mango, díganme si el Presidente de Iamvial
(dependencia de la alcaldía) no debería ser destituido… Por
fin, alguien me explica cómo se dañó el láser para las terapias del CDI del
barrio El Palotal… Busquen en You Tube el video “Sálvese quien pueda”. Para
impresionarse
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