COLUMNA DE ANTONIO ECARRI BOLÍVAR.
“¿Diálogo? Es la Educación”
En la campaña electoral
norteamericana de 1992, donde se enfrentaban George Bush padre con Bill
Clinton, éste logró derrotar al supuestamente imbatible Presidente, quien
optaba por la reelección, fundamentando su campaña en el slogan: “Es la
economía, estúpido”, como una manera de llamar la atención sobre los temas más
relacionados con la vida cotidiana de los ciudadanos y sus necesidades
prioritarias.
Ahora, es pertinente plantear el tema
educativo, de cara al diálogo que se plantea en Venezuela, para ver si se
pueden obtener resultados que muchos tememos no visualizar.
El presidente de la Fundación Arturo
Uslar Pietri (FAUP), participó el miércoles pasado en el foro “El futuro de la
Educación en Venezuela” auspiciado por el partido socialcristiano Copei y allí
propuso la incorporación del tema educativo -en todas sus dimensiones- a la
agenda del diálogo que mantiene la oposición con el Gobierno Nacional.
La preocupación por el tema educativo
no sólo es de la academia venezolana sino de toda Iberoamérica, para muestra
basta un botón: Felipe González, líder fundamental de la socialdemocracia
mundial, coordinó y editó un extenso trabajo, publicado en un libro de la
Colección Carolina Siglo XXI, el año 2012, que tituló: “Iberoamérica 2020,
Retos ante la crisis”. Allí escriben, entre otros, Michelle Bachelet, Belisario
Betancourt, Jorge Castañeda, Carlos Fuentes, Alan García, Julio María
Sanguinetti, Dilma Rousseff, Juan Manuel Santos, Ernesto Zedillo, Ricardo
Lagos, Luis Ignacio Lula Da Silva, Fernando Henrique Cardozo y otros líderes
del mismo elevado peso y ranking del pensamiento latinoamericano.
Todos, sin excepción, plantean que
el camino para salir de la crisis, para no llegar tarde a lo que Alfonso Reyes
llamó “el banquete de la civilización” es a través de la educación.
Sanguinetti, por ejemplo, afirma que “vienen tiempos más difíciles, pero si
Corea y Finlandia salieron del subdesarrollo porque son los primeros en la
educación de sus jóvenes, no tenemos mucho para dudar. El camino es uno solo y
todo ha de ponerse al servicio de ese superior objetivo”.
Esto lo han entendido muchos
compatriotas, pero parece que el sector más importante, el llamado a ser el
rector de esa política aún no lo comprende: el Estado. He allí la angustia.
Conste que no andamos auspiciando el liberalismo decimonónico como
contrapartida a este comunismo del mismo siglo antepasado. Como afirma
Sanguinetti y lo respaldan todos los demás autores mencionados en el libro
editado por González: “La ilusión estatista nos ofreció más justicia, pero nos
hizo perder el rumbo del crecimiento.
La magia libremercadista nos brindó
expansión y euforia, pero nos deja la interrogante de un futuro incierto. Es la
hora de rescatar el rumbo y reemprender la marcha: educación popular,
innovación productiva, comercio libre, competitividad, empresa privada
oxigenada por el crédito para crecer. Estado garante de los equilibrios de la
sociedad. Es la sociedad del conocimiento que nos llama”.
Socialdemócratas, socialcristianos,
liberales sociales modernos, es necesario que les formulemos a los estatistas
del régimen, estas dos preguntas: ¿cuál es el destino del trabajador en las
sociedades tecnológicas avanzadas? ¿Cuál es el destino del trabajador en las
sociedades atrasadas? La respuesta es de Perogrullo. O como también se pregunta
Carlos Fuentes en el ensayo en referencia: “¿Cómo aprovechar las realidades
globales de la información, la tecnología, el flujo de capital y trabajo?,
dándoles un marco legal que sirva a las mayorías del mundo: a los pobres, a los
ancianos, a las mujeres, a los desempleados, a los enfermos, a los que no
tienen techo. Ese marco legal se sustenta en la educación”.
Parodiando, entonces, a Fuentes: el
tiempo cuenta y la democracia vale. Que el bienestar no se retrase o la
democracia se nos aleja y el desarrollo económico será una quimera. Lleva
razón, entonces, la Fundación Uslar Pietri: “hay que llevar la educación, en
todas sus dimensiones, a la mesa de diálogo para que la economía encuentre
sentido y rumbo”. Venezuela espera respuestas. Si no, una última pregunta: ¿ese
diálogo...valía la pena?
@EcarriB
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