LAS VENAS ABIERTAS DE LA PARROQUIA MIGUEL PEÑA EN
VALENCIA
Por Marcos Meléndez
Si suprimimos los
satisfactores naturales
a un sector de la
población,
éste, se rebelará en
forma violenta
contra el sector que le
priva de esos satisfactores
(Albert Bandura)
Tomo prestada la categorización
“venas abiertas” del gran Eduardo Galeano a propósito de incorporar ideas al
desempolvado el debate sobre la viabilidad jurídica versus la viabilidad
económica, política y social, de que una de las parroquias más grandes del
país, la parroquia Miguel Peña del Municipio Valencia Estado Carabobo, se
convierta en un Municipio Autónomo. Algunos personeros de la política local
aseguran que es jurídicamente viable dado el peso poblacional y el hecho de que
esa decisión se tomó hace tiempo por la vía legislativa y que solamente hay que
ejecutarla llamando a elecciones. Ese argumento se cae con un elemental
análisis dado que, bajo el principio de auto tutela del Estado, el ejecutivo,
el legislativo, un tribunal o cualquier grupo del poder popular, pueden
considerar la decisión extemporánea o simplemente inaplicable por aspectos de
viabilidad económica, social o política regresando el debate al ámbito
legislativo para que se discuta con la participación directa del pueblo. El
planteamiento en sí, resultaría risible, si no hubiera gente dentro de la
parroquia que, algunos de muy buena fe, están creyendo que el situado de
Valencia es una gran suma de dinero y que se pueden seguir decretando
municipios dependientes de la renta petrolera.
La separación de esta populosa
parroquia –en los términos en que se está planteando- niega todo el devenir
histórico de la ciudad por un lado y por el otro obliga a recordar que los
esclavistas en Estados Unidos decidieron abolir la esclavitud, cuando se dieron
cuenta de que era mucho más barato pagarle al esclavo por sus horas de trabajo
y dejarlo a su suerte, que asumir su responsabilidad en materia de salud, casa
y comida de aquellos humanos que eran de su propiedad y ahora eran “libres”. En
la primera etapa de la industrialización, el obrero terminó siendo un esclavo
mucho más barato al que no tenía el amo que darle casa y comida, sólo le pagaba
por su fuerza de trabajo.
Algo así pasa con la Parroquia
Miguel Peña. La actual administración municipal de Valencia y sus partidos
aliados, tienen la intención de darle autonomía con respecto a los problemas
pero jamás con respecto a los grandes recursos financieros que genera; es
decir, aquella máxima de que “al pobre hay que darle la caña de pescar pero no
el pescado” claro, el detalle es que el pescado lo han privatizado ellos porque
tienen redes y barcos que competirán con esa caña.
Desde la antigua ciudad de Ur hasta
Nueva York, pasando por la antigua Babilonia, Kioto Seúl y las modernas
Londres, Buenos Aires o Shanghái, el desarrollo comercial, religioso,
industrial e inmobiliario ha desempeñado un papel configurador en el desarrollo
de un área urbana vital. Es el desarrollo económico y no la densidad
poblacional, lo que debe convertir un asentamiento urbano en ciudad o municipio
autónomo y es una fantasía dividir un Municipio arbitrariamente cada vez que un
pedazo de él crezca en población si ese crecimiento no se traduce en actividad
económica que lo haga auto sostenible.
El modelo rentista que vive Venezuela
y que lucha por superar, pervierte ese principio básico para el establecimiento
territorial del concepto de autonomía de municipios y es ese modelo de
desarrollo con su consecuente municipalización rentista, contra el que hay que
luchar:
No nos llamemos a engaño: la formación socioeconómica que
todavía prevalece en Venezuela es de carácter capitalista y rentista (…) Para avanzar necesitamos de un poder popular capaz de desarticular las
tramas de opresión, explotación y dominación que subsisten en la sociedad
venezolana (…) Esto pasa por pulverizar completamente la forma de Estado
burguesa que heredamos, la que aún se reproduce a través de sus viejas y
nefastas prácticas… (Hugo Chávez 11 de Junio de 2012. Presentación del Plan
de la Patria 2013 2019)
Estas “viejas y nefastas prácticas,
que incluyen una repartición de cargos por la vía de creación de municipios
“autónomos” pasa por asumir que dichos espacios territoriales deben vivir de la
renta petrolera; vale decir, del situado constitucional, sin convertir éste en
un recurso para generar nuevas formas de producción que le den verdadera
autonomía financiera (sembrar el petróleo en palabras de Uslar Pietri) sino
asumirlo como una renta eterna para sufragar los gastos de funcionamiento del
municipio.
En Valencia, la mayoría de los
recursos económicos y financieros que administra el Poder Público Municipal,
vienen de los ingresos que la Alcaldía obtiene por la vía de los impuestos que
paga la actividad económica industrial y comercial, así como los impuestos por
materia de vehículos e inmobiliarios. Entonces, al más puro estilo de la
sociedad esclavista norteamericana del siglo antepasado, la administración
municipal pretende echar a la parroquia a su suerte pero quedándose con los
impuestos de la zona industrial; palabras más palabras menos, metafóricamente
les darán la caña de pescar, pero ellos se quedarán con las redes, los barcos,
los motores de lancha, el combustible los aviones y la industria de enlatados.
Le estaría diciendo a la parroquia “Quédate con el situado, que yo me quedo con
los impuestos”. El Gobernador de Carabobo Francisco Ameliach, ha denunciado ésta pretensión como
un crimen para la parroquia y para la ciudad a la luz de las verdades
históricas y las consecuencias económicas de tal implementación.
Una decisión interesante seria -ya
que la Alcaldía se ha vuelto independentista y la gran masa obrera de la zona
industrial vive entre las parroquias Miguel Peña y Rafael Urdaneta- podría ser
convertir en Municipio Autónomo a las parroquias Rafael Urdaneta, Miguel Peña y
Negro Primero como conjunto, a través de un plan que asuma toda la zona
industrial (y los recursos que ésta genera por la vía de los impuestos) además
de la zona agrícola de Negro Primero como parte de su plan de desarrollo y como
distrito motor de producción económica. Se quedaría la actual administración de
la Alcaldía de Valencia con las cuatro Parroquias del centro, con santa Rosa y
con San José; eso sí, llamando a una re legitimación de poderes a través de la
convocatoria a elecciones de Alcaldes y Concejales en los dos nuevos municipios
que surgirían de éste nuevo ordenamiento geopolítico. Allí sí estarían dando la
caña de pescar y dejando los peces en el mar en igualdad de condiciones y se
respetaría un principio elemental del desarrollo de ciudades como es la
actividad económica -y no el situado- como fuente de la riqueza. En ésta
disposición, podrían generarse comunas agrícolas al sur que produzcan materia
prima desarrollable recuperando parte de la zona industrial sub utilizada para
convertirlas en productos terminados. Sólo así, estaríamos hablando de una
lógica de ciudad y no de deshacerse de los problemas por la vía de los delirios
independentistas parroquiales de quienes están siendo manipulados como parte de
un juego macabro donde los ciudadanos
somos sólo fichas.
La parroquia Miguel Peña no está
súper poblada por una decisión caprichosa de sus habitantes. Debemos recordar
que en el siglo pasado, el Poder Municipal decidió convertir el “granero de la
patria” como ambientalmente se conocía al centro norte del país, en una zona
industrial. Todo lo que hoy es la zona industrial de Valencia eran terrenos
ejidos (entiéndase propiedad del Municipio) con tierras de muy alta calidad
para la siembra, y, el Concejo Municipal de entonces, entregó en concesiones a
“precio de gallina flaca” esos terrenos a las ensambladoras y otras empresas
transnacionales que si bien “generaron fuentes de empleo” como diría el
filósofo de la especulación, lesionaron el desarrollo agrario nacional, pues la
tierra de “las naranjas dulces” era muy superior en calidad a las tierras
llaneras para efectos agrícolas.
Esa zona industrial que se instaló
en Valencia, debió colocarse hacia el sur del país, hacia el Estado Bolívar,
hacia el sur del Guárico. Claro, eso implicaba que las transnacionales y los
países que representaban, se comprometieran en un desarrollo ferroviario
nacional y un importante sistema de carreteras para el país. Lógicamente era
más barato poner las industrias cerca del puerto de Puerto Cabello para
ingresar por allí materias primas para las ensambladoras y volver a sacar los
productos terminados; es decir, sólo les interesaba de nuestro país la cercanía
con el Mar Caribe y la mano de obra barata aprovechando la gran cantidad de
pobreza material y espiritual. Esa mano de obra barata que enriqueció por años
a esas empresas, se apostó allí, con sus sueños, con sus esperanzas en lo que
hoy son las parroquias Miguel Peña y Rafael Urdaneta. Esos habitantes se
ubicaron en ocupaciones espontáneas atendiendo la promesa de una vida mejor y
se apartaron de la agricultura para construir un cinturón de miseria que se ha
ido organizando poco a poco para tener condiciones necesarias para la vida y
mejorar algunos servicios. Luego fue partícipe de algunos planes urbanísticos
como el de la Urbanización la Isabelica, las Lomas de Funval o los edificios de
San Blas. Apartando eso, el sur de la ciudad ha sido un espacio de “venas
abiertas”, que enriqueció a estas transnacionales y fue la fuerza de trabajo
que levantó durante un siglo la economía de la ciudad. Ahora les quieren
cambiar oro por espejitos vendiéndoles la idea de una independencia ficticia
engañándoles con la promesa de un situado que es irrisorio con respecto a la
riqueza que la fuerza de trabajo de esos ciudadanos ha generado y viene
generando al sector productivo de la ciudad.
Si vamos a discutir la pertinencia
de convertir una parte de la ciudad en municipio autónomo, hagámoslo con
claridad económica y socio-histórica para que no sigamos siendo un pueblo de venas abiertas y se cometa un verdadero
crimen…
Marcos Meléndez
@marcosmelendezm
marcosleonardove@yahoo.com
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