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viernes, 14 de febrero de 2014

LAS VENAS ABIERTAS DE LA PARROQUIA MIGUEL PEÑA EN VALENCIA Por Marcos Meléndez

LAS VENAS ABIERTAS DE LA PARROQUIA MIGUEL PEÑA EN VALENCIA

Por Marcos Meléndez
                 
Si suprimimos los satisfactores naturales
a un sector de la población,
éste, se rebelará en forma violenta
contra el sector que le priva de esos satisfactores
(Albert Bandura)

Tomo prestada la categorización “venas abiertas” del gran Eduardo Galeano a propósito de incorporar ideas al desempolvado el debate sobre la viabilidad jurídica versus la viabilidad económica, política y social, de que una de las parroquias más grandes del país, la parroquia Miguel Peña del Municipio Valencia Estado Carabobo, se convierta en un Municipio Autónomo. Algunos personeros de la política local aseguran que es jurídicamente viable dado el peso poblacional y el hecho de que esa decisión se tomó hace tiempo por la vía legislativa y que solamente hay que ejecutarla llamando a elecciones. Ese argumento se cae con un elemental análisis dado que, bajo el principio de auto tutela del Estado, el ejecutivo, el legislativo, un tribunal o cualquier grupo del poder popular, pueden considerar la decisión extemporánea o simplemente inaplicable por aspectos de viabilidad económica, social o política regresando el debate al ámbito legislativo para que se discuta con la participación directa del pueblo. El planteamiento en sí, resultaría risible, si no hubiera gente dentro de la parroquia que, algunos de muy buena fe, están creyendo que el situado de Valencia es una gran suma de dinero y que se pueden seguir decretando municipios dependientes de la renta petrolera.
La separación de esta populosa parroquia –en los términos en que se está planteando- niega todo el devenir histórico de la ciudad por un lado y por el otro obliga a recordar que los esclavistas en Estados Unidos decidieron abolir la esclavitud, cuando se dieron cuenta de que era mucho más barato pagarle al esclavo por sus horas de trabajo y dejarlo a su suerte, que asumir su responsabilidad en materia de salud, casa y comida de aquellos humanos que eran de su propiedad y ahora eran “libres”. En la primera etapa de la industrialización, el obrero terminó siendo un esclavo mucho más barato al que no tenía el amo que darle casa y comida, sólo le pagaba por su fuerza de trabajo.
Algo así pasa con la Parroquia Miguel Peña. La actual administración municipal de Valencia y sus partidos aliados, tienen la intención de darle autonomía con respecto a los problemas pero jamás con respecto a los grandes recursos financieros que genera; es decir, aquella máxima de que “al pobre hay que darle la caña de pescar pero no el pescado” claro, el detalle es que el pescado lo han privatizado ellos porque tienen redes y barcos que competirán con esa caña.
Desde la antigua ciudad de Ur hasta Nueva York, pasando por la antigua Babilonia, Kioto Seúl y las modernas Londres, Buenos Aires o Shanghái, el desarrollo comercial, religioso, industrial e inmobiliario ha desempeñado un papel configurador en el desarrollo de un área urbana vital. Es el desarrollo económico y no la densidad poblacional, lo que debe convertir un asentamiento urbano en ciudad o municipio autónomo y es una fantasía dividir un Municipio arbitrariamente cada vez que un pedazo de él crezca en población si ese crecimiento no se traduce en actividad económica que lo haga auto sostenible.
El modelo rentista que vive Venezuela y que lucha por superar, pervierte ese principio básico para el establecimiento territorial del concepto de autonomía de municipios y es ese modelo de desarrollo con su consecuente municipalización rentista, contra el que hay que luchar:
No nos llamemos a engaño: la formación socioeconómica que todavía prevalece en Venezuela es de carácter capitalista y rentista (…) Para avanzar necesitamos de un poder popular capaz de desarticular las tramas de opresión, explotación y dominación que subsisten en la sociedad venezolana (…) Esto pasa por pulverizar completamente la forma de Estado burguesa que heredamos, la que aún se reproduce a través de sus viejas y nefastas prácticas… (Hugo Chávez 11 de Junio de 2012. Presentación del Plan de la Patria 2013 2019)
Estas “viejas y nefastas prácticas, que incluyen una repartición de cargos por la vía de creación de municipios “autónomos” pasa por asumir que dichos espacios territoriales deben vivir de la renta petrolera; vale decir, del situado constitucional, sin convertir éste en un recurso para generar nuevas formas de producción que le den verdadera autonomía financiera (sembrar el petróleo en palabras de Uslar Pietri) sino asumirlo como una renta eterna para sufragar los gastos de funcionamiento del municipio.
En Valencia, la mayoría de los recursos económicos y financieros que administra el Poder Público Municipal, vienen de los ingresos que la Alcaldía obtiene por la vía de los impuestos que paga la actividad económica industrial y comercial, así como los impuestos por materia de vehículos e inmobiliarios. Entonces, al más puro estilo de la sociedad esclavista norteamericana del siglo antepasado, la administración municipal pretende echar a la parroquia a su suerte pero quedándose con los impuestos de la zona industrial; palabras más palabras menos, metafóricamente les darán la caña de pescar, pero ellos se quedarán con las redes, los barcos, los motores de lancha, el combustible los aviones y la industria de enlatados. Le estaría diciendo a la parroquia “Quédate con el situado, que yo me quedo con los impuestos”. El Gobernador de Carabobo Francisco  Ameliach, ha denunciado ésta pretensión como un crimen para la parroquia y para la ciudad a la luz de las verdades históricas y las consecuencias económicas de tal implementación.
Una decisión interesante seria -ya que la Alcaldía se ha vuelto independentista y la gran masa obrera de la zona industrial vive entre las parroquias Miguel Peña y Rafael Urdaneta- podría ser convertir en Municipio Autónomo a las parroquias Rafael Urdaneta, Miguel Peña y Negro Primero como conjunto, a través de un plan que asuma toda la zona industrial (y los recursos que ésta genera por la vía de los impuestos) además de la zona agrícola de Negro Primero como parte de su plan de desarrollo y como distrito motor de producción económica. Se quedaría la actual administración de la Alcaldía de Valencia con las cuatro Parroquias del centro, con santa Rosa y con San José; eso sí, llamando a una re legitimación de poderes a través de la convocatoria a elecciones de Alcaldes y Concejales en los dos nuevos municipios que surgirían de éste nuevo ordenamiento geopolítico. Allí sí estarían dando la caña de pescar y dejando los peces en el mar en igualdad de condiciones y se respetaría un principio elemental del desarrollo de ciudades como es la actividad económica -y no el situado- como fuente de la riqueza. En ésta disposición, podrían generarse comunas agrícolas al sur que produzcan materia prima desarrollable recuperando parte de la zona industrial sub utilizada para convertirlas en productos terminados. Sólo así, estaríamos hablando de una lógica de ciudad y no de deshacerse de los problemas por la vía de los delirios independentistas parroquiales de quienes están siendo manipulados como parte de un  juego macabro donde los ciudadanos somos sólo fichas.
La parroquia Miguel Peña no está súper poblada por una decisión caprichosa de sus habitantes. Debemos recordar que en el siglo pasado, el Poder Municipal decidió convertir el “granero de la patria” como ambientalmente se conocía al centro norte del país, en una zona industrial. Todo lo que hoy es la zona industrial de Valencia eran terrenos ejidos (entiéndase propiedad del Municipio) con tierras de muy alta calidad para la siembra, y, el Concejo Municipal de entonces, entregó en concesiones a “precio de gallina flaca” esos terrenos a las ensambladoras y otras empresas transnacionales que si bien “generaron fuentes de empleo” como diría el filósofo de la especulación, lesionaron el desarrollo agrario nacional, pues la tierra de “las naranjas dulces” era muy superior en calidad a las tierras llaneras para efectos agrícolas.
Esa zona industrial que se instaló en Valencia, debió colocarse hacia el sur del país, hacia el Estado Bolívar, hacia el sur del Guárico. Claro, eso implicaba que las transnacionales y los países que representaban, se comprometieran en un desarrollo ferroviario nacional y un importante sistema de carreteras para el país. Lógicamente era más barato poner las industrias cerca del puerto de Puerto Cabello para ingresar por allí materias primas para las ensambladoras y volver a sacar los productos terminados; es decir, sólo les interesaba de nuestro país la cercanía con el Mar Caribe y la mano de obra barata aprovechando la gran cantidad de pobreza material y espiritual. Esa mano de obra barata que enriqueció por años a esas empresas, se apostó allí, con sus sueños, con sus esperanzas en lo que hoy son las parroquias Miguel Peña y Rafael Urdaneta. Esos habitantes se ubicaron en ocupaciones espontáneas atendiendo la promesa de una vida mejor y se apartaron de la agricultura para construir un cinturón de miseria que se ha ido organizando poco a poco para tener condiciones necesarias para la vida y mejorar algunos servicios. Luego fue partícipe de algunos planes urbanísticos como el de la Urbanización la Isabelica, las Lomas de Funval o los edificios de San Blas. Apartando eso, el sur de la ciudad ha sido un espacio de “venas abiertas”, que enriqueció a estas transnacionales y fue la fuerza de trabajo que levantó durante un siglo la economía de la ciudad. Ahora les quieren cambiar oro por espejitos vendiéndoles la idea de una independencia ficticia engañándoles con la promesa de un situado que es irrisorio con respecto a la riqueza que la fuerza de trabajo de esos ciudadanos ha generado y viene generando al sector productivo de la ciudad.
Si vamos a discutir la pertinencia de convertir una parte de la ciudad en municipio autónomo, hagámoslo con claridad económica y socio-histórica para que no sigamos siendo un pueblo de venas abiertas y se cometa un verdadero crimen…
Marcos Meléndez
@marcosmelendezm

marcosleonardove@yahoo.com

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