La política en Venezuela después del 12-F:
¿Qué esperar?
Por Luis Vicente León.
Los
eventos de ayer —una marcha pacífica que terminó en violencia provocada por
grupos infiltrados— podría cambiar sustancialmente el escenario político en el
que estaba el país. Y esto, lamentablemente, no será para bien.
Las protestas estudiantiles no van a parar.
Los estudiantes están haciendo una protesta justa, legal y sentida que, además,
ahora no está basada sólo en el terrible entorno-país que
les afecta especialmente, sino también en la represión a la que han sido
sujetos y el encarcelamiento de algunos de sus compañeros.
No
resuelto ese tema, y ahora picados por las banderillas de varios estudiantes
muertos en lo que se interpretará como una intervención violenta de grupos
enemigos, difícilmente abandonarán la calle. Más bien, lo natural es que
tiendan a organizarse, otros sectores se aglutinen con ellos y se conviertan en
un factor de convulsión social, con derecho. Recordemos lo que representan los
estudiantes a lo largo de nuestra historia (y de la universal) como un
colectivo capaz de agitar el ambiente nacional tan eficientemente.
Por su
parte, las facciones más radicales de la oposición (y especialmente algunos de
sus líderes con aspiraciones prontas) están tratando de tomar ventaja para
sacar del juego político a Capriles Radonski y aglutinar alrededor de ellos a
quienes están cansados de esperar por una oposición que consideran débil ante
un gobierno que se radicaliza y una economía que se deteriora exponencialmente.
Esto
debe leerse con cuidado: es muy sencillo para la retórica política ofrecer
salidas radicales a una sociedad que viene de tantos “fracasos” por la vía
electoral, sea cual sea la razón de esas derrotas. Pero siempre la alternativa
radical se parece más a una aventura temeraria, que difícilmente podrá
capitalizar toda la fuerza posible por sí misma, frente a un gobierno que
controla los medios de comunicación, las instituciones, el dinero y las
armas legales e ilegales.
El
gobierno también puede tomar ventaja de los eventos de esta semana. Lo
previsible es que lo primero que hagan será construir una historia que logre
justificar una mayor radicalización política y un estricto control de los
medios de comunicación, que ya están ejerciendo. La actuación de los medios en
plena faena es sólo una muestra de esto. Y para hacerlo se basarán en la tesis
de la defensa contra los revoltosos, ya que ahora tienen elementos para colocar
otra vez el argumento habitual de defensa contra los golpistas.
El entorno les brinda una excusa para
consolidar lo que todos vimos con estupor: unos medios de comunicación
censurados o autocensurados que impidieron que la población supiera lo que
estaba pasando, bajo la tesis, pobre y autocrática, de que saber significa estar de acuerdo oestimular.
El problema adicional es que, mientras la
oposición ve en la crisis económica y en la protesta y la convulsión un mensaje
de deterioro dramático en el soporte popular de Nicolás Maduro, la verdad es
que los números no muestran todavía ese “wish-full-thinking”.
Claro que hay gente enfurecida y harta, pero también mucha que se cree el
cuento de la guerra económica. Las acciones populistas de Maduro y
su reciente triunfo electoral en diciembre le han servido políticamente. No
obstante, es probable que este soporte sea pasajero, pues será imposible
para Maduro mantener esa conexión en un país destruido económica y socialmente.
Pero quienes se equivocan pensando que luchan contra un Maduro que está
boqueando políticamente no están entendiendo nada.
Las acciones del ala más radical de la
oposición, tratando de aprovechar una protesta justa y natural, podrían
estimular el cruce de fronteras en un momento muy peligroso para todos. Y eso
es un error estratégico, pero al final también el gobierno está en peligro
porque la gente se puedearrechar al ver cómo se alejan cada vez más de
las soluciones reales a sus problemas cotidianos, partiendo de la premisa
básica de que el verbo no se come. Es obvio que esas soluciones de
ninguna manera vendrán de una política primitiva e inadecuada en materia
económica, como la que la revolución esta planteando ahora, ni de una
radicalización política que sólo calentará más el ambiente.
Mucho
del futuro dependerá de las acciones que tomen ambas partes. Los estudiantes
están predefinidos: seguirán en su lucha y será cada vez más fuerte. Pero lo
primero es entender si Maduro será lo suficientemente hábil para calmarlos,
separándolos del sector político y consintiéndolos en breve (su discurso de
ayer caminó en ese sentido); y lo segundo será ver si las medidas económicas
“encubiertas” del gobierno tenderán a flexibilizar el mercado o si simplemente
nos moveremos de manera definitiva hacia el extremo marxista del socialismo
primitivo.
En el
caso de la oposición, es necesario entender si el lado racional y moderado
logrará controlar sus monstruos internos o si será avasallado por el simplismo
de la radicalización (no de la protesta pacífica, que siempre es bienvenida).
En
pocas palabras, mucho dependerá de si la oposición decide tomar la calle para
provocar cambios en el gobierno (un acto totalmente racional y necesario) o si
se lanza a la calle a buscar un cambio de gobierno (que no hay forma de
deslindar de un golpe de Estado), donde se encontrará con un tren desbocado,
lleno de plata, poder y militares que lo espera en la bajadita. Sólo queda
desear que prive la racionalidad en ambos lados, porque lo contrario es
inimaginable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario