REFLEXIONES DESDE EL CAMORUCO. A lo mejor usted,
amigo lector, no comparte mis criterios; aunque no lo crea me alegro por ello,
porque eso es una ratificación de la pluralidad de ideas que se garantizan en
una sociedad altamente democrática. Soy de los que piensa que definitivamente
en nuestro país hay un vacío de liderazgo. En la oposición quizás sea más grave
la situación, porque sin duda alguna, para llegar al poder, se necesita de un
fuerte y sólido liderazgo. Lo que está planteado no es que necesitamos
resucitar a Chávez, ni tampoco crear un nuevo mesías que por el simple hecho de
querer salir del chavismo a como dé lugar, reciba una patente de corso,
entregada desesperadamente por los electores (o por cualquier otra vía) para
que termine siendo más de lo mismo, o peor. Lo que muchos venezolanos quieren y
desean, es que se resuelvan sus problemas cotidianos, poder salir a la calle
sin miedo a que los asesinen y seguir soñando con un futuro mejor para sus
hijos. Por eso considero que ambos sectores deberían reflexionar sobre estos
aspectos y echar las diferencias a un lado en procura de una Venezuela mejor.
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